Actualidad
El bus de la mala crianza
Con los afanes de siempre en la terminal del transportes del municipio de Florencia, solicité a los promotores de las empresas un pasaje un bus directo hasta Ibagué. Eran las 2 y 15 de la tarde y me convenció un señor que afirmó “es directo, solo paramos en Neiva–Ibagué y Pereira. Me creí el cuento y compré el tiquete. Ya no es raro que salgan 15 o 30 minutos después del horario fijado. Mi puesto era el número 2, adelante donde podía estirar el cuerpo en el recorrido que dura 9 horas aproximadamente. Me engañaron, directo es como cuando usted esta malo del estomago. Para en cada municipio.
Inició el viaje y empezó la algarabía. Recordé los viejos tiempos cuando juagaba baloncesto y todo era bulla y alegría. Afiné el oído y empecé a escuchar a los acompañantes de viaje. Sillas 5, 6, 7, 8, 9 y 10 las ocupaban 5 mujeres y un hombre con destino a Suaza, departamento del Huila. Vociferó una de ellas: Rosa ¿qué pasó con la Cindy a la que no la he vuelto a ver? – Mk se casó, empezó a visitar a un “man” en la cárcel y se embarazó y dejó el trabajo. Ya están hasta viviendo juntos.
En los puestos 11, 12, 13, 14, estaba el segundo grupo. Señoritas con pantalones ajustados al cuerpo, interpretaban las canciones de despecho. Era como un concurso entre ellas. Luego salían al corredor y con micrófono imaginario en mano seguían cayendo en la nota. No importaba quienes estaban en el bus, el mundo era solo de ellas. Contaban una que otra anécdota de los clientes atendidos la semana anterior en Guadalupe, lugar de trabajo los fines de semana. Hombres que esperaban el fin de semana para desfogar toda su pasión por solo 20 o 30 mil pesos.
Más atrás estaba el último grupo, conformado por 4 mujeres, no tan jóvenes como los dos primeros. Algunas ya con figuras de señora, moldeando medidas diferentes a las de reina de belleza, pero sabedoras del hábito continuo del libertinaje como lo describía Alejandro Dumas. Su recorrido era más largo, iban para Garzón y se les escuchaba hablar de sus hijos, de problemas en sus casas, una cotidianidad diferente, camuflada hacia los suyos que no saben cómo se ganan la vida e integración con las cantantes a quienes animaban a seguir en su karaoke.
Los paisajes de las calles de la mala crianza, como le escuchaba llamarlas al escritor e historiador Darío Ortiz Vidales en sus relatos, en la mayoría de pueblos del Tolima, Huila y Caquetá son los mismos. Luces de color rojo en cantinas de pueblo, o casi oscuro; una que otra cortina que trata de poner límites entre lo público y lo privado. Olores fuertes, sudor de sus habitantes, pachulis penetrantes que se mezclan con el del alcohol y el límpido. Hombres grandes, o musculosos, mala carosos custodiando el lugar.
Al preguntarle a las trabajadoras sexuales sobre la propuesta de la parlamentaria Clara Rojas de multar hasta con 23 millones de pesos a quienes paguen por tener relaciones sexuales, muchas soltaron la carcajada. Una voz dentro del bus dijo: “No tienen para pagar 20 mil pesos por el rato” imagínese que los multen, les tocará en la cárcel con la mano. Otra solo echó un madrazo y dijo: "¿será que esa señora nos va mantener?. Otra solo dijo, "para lo que sirven las leyes en este país".
Rememoré cuando era estudiante en Bogotá y con un grupo de amigos fuimos a realizar un análisis semiótico de las casas de citas. Llegamos a la Piscina, el famoso burdel del centro y vimos salir un congresista con cara de "Yo no fui". ¿Será que se declaran impedidos?.
La mojigatería y la caverna se apoderó de algún sector del partido Liberal, ahora son más puritanos que la misma iglesia, inclusive que del mismísimo Centro Democrático (conservadores de ultraderecha) y los conservadores moderados.
Es cierto que el 70% de estas trabajadoras sexuales son de estratos 1 al 3, migrantes, desplazadas de acuerdo a la congresista, pero estos argumentos tan débiles de la congresista Clara Rojas, no acabarán con la profesión más antigua del mundo. Quiero creer que es una nota de humor de nuestro desprestigiado Congreso, y que este proyecto de ley ya fue archivado o pueda tomar otro rumbo, aquel que defiende el Sindicato Nacional de Trabajadoras Sexuales y que busca mejorar sus condiciones de vida, salud y bienestar social.
Ojalá sea así. Su vida no es tan fácil y lo que debe hacer el gobierno es brindarles condiciones justas o alternativas viables de trabajo que les permita sostener a sus familias en condiciones donde la presencia del Estado sea real y no un canto a la bandera y menos en los municipios donde muchos hombres solo esperan la llegada del bus de la alegría o de la mala crianza cada fin de semana para echarse un polvorete reprimido.
Por Óscar Viña Pardo.
(CO) 313 381 6244
(CO) 311 228 8185
(CO) 313 829 8771