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Concejales que no deberían volver a ser concejales
Sin duda alguna, durante las últimas dos décadas, el desastre de Ibagué ha sido el Concejo Municipal. Si se midiera su desempeño frente al resto de concejos municipales del país, el de Ibagué, de lejos, sería el peor calificado.
Por supuesto que ha habido concejales que han mostrado esmero en hacer un trabajo idóneo, pero es una minoría que terminó por sucumbir en ese ese repugnante juego de la politiquería y el clientelismo en que se convirtió esta corporación.
Para las elecciones de este 29 de octubre se inscribieron 297 candidatos en 17 listas, y dentro de esa explosión de aspirantes al Concejo de Ibagué, 10 buscan la reelección. Lo mejor que pudiera ocurrirle a la ciudad es que ninguno de esos 10, logre el propósito, pero infortunadamente la mayoría alcanzaría la curul. Es decir, fatal augurio.
Les resulta fácil ser reelectos. Su llegada al Concejo no fue para ponerse al servicio de la ciudad, fue para labrar un inexpugnable entramado de clientelismo construido en una ayuda mutua con el peor alcalde de Ibagué de los últimos 20 años. Los favores resultaron tan atrayentes y fructíferos que hoy el 99% de ellos apoya la candidata del alcalde Hurtado, Johana Aranda.
Ciertamente, a pocos días de las elecciones hay que mantener las esperanzas, cruzar los dedos para que los ibaguereños elijan un Concejo decente. En ese abanico inmenso de candidatas y candidatos, se encuentra un grupo de nombres interesantes, que por su trayectoria y formación profesional y ética, serían excelentes concejales.
De manera desconsolada hay que decirlo que el Concejo Municipal de Ibagué también se volvió un trampolín para uno que otro desocupado que, al no contar con opciones en otros campos, se encontraron con que volverse candidatos al Concejo Municipal se les podría dar el golpe de suerte. Y a decir verdad, hay casos que se han dado. Son verificables.
A propósito, decía hace un buen tiempo Gustavo Ramos Arjona que al Concejo de Ibagué había quienes entraban en una destartalada bicicleta y al cabo de cuatro años salían en un flamante BMW. En otro caso, en reciente época se le escuchó decir a un concejal que su meta era llegar a vivir a El Vergel. Que como concejal estaba en la obligación de subir de estrato. Después de varios periodos el sueño se le hizo realidad. Mientras ese concejal logró subir de estrato, la ciudad a duras penas sobrevive.
Henry Rengifo Hernández
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