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Todo el barretismo no se puede echar en el mismo costal
Bajo el alero tutelar y sombra penetrante del exgobernador Óscar Barreto, el primero de enero del 2020, se posesionaron en un acto conjunto el gobernador del Tolima Ricardo Orozco, el alcalde de Ibagué Andrés Fabián Hurtado y la directora de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima) Olga Lucía Alfonso.
Esa mañana había sol radiante, el tañido de las campanas de la iglesia catedral, el volar de palomas y el trinar de los pajaritos de la plaza de Bolívar, presagiaban el advenimiento de mejores días para Ibagué y el Tolima.
El sitio donde se tomó juramento a estos funcionarios fue la vía pública (calle 10 con carrera 3ª) y estaba repleto de público. Más de mil 500 personas.
La tríada que había llegado a los cargos más importantes del Tolima y su capital, lo había hecho por la voluntad y el músculo electoral del jefe conservador Óscar Barreto, quien además, en la época, contaba con un Senador (Miguel Barreto) y dos representantes a la Cámara y las coaliciones mayoritarias de la Asamblea y el Concejo de Ibagué. Es decir, era el poder amnímodo.
Transcurridos 18 meses de haber pasado este evento, las cosas han comenzado a decantarse, y los hechos reales a desinflar el globo y a poner en tierra los anhelos y aspiraciones de quienes esperaban cambios y transformaciones, especialmente en la Alcaldía y Cortolima.
En lo que respecta a Ibagué, la administración Hurtado ha sido un completo desastre. Desconectada de las necesidades reales de la comunidad, paquidérmica en su accionar administrativo y de presentar resultados de su gestión de gobierno, de las que hemos hablado en otras notas, proclive a la contracción dudosa y poco transparente, y en resumen, un fiasco por el que votaron más de 40 mil ibaguereños. Su arrogancia y prepotencia, otros ingredientes funestos de este Alcalde.
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Entretanto, en Cortolima, la situación es preocupante, más aún cuando se conoce el informe del ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que deja a esta entidad en el último lugar en gestión de las 33 CAR que existen en el país; lo que denota una mala administración de la señora Alonso.
Ambos funcionarios (Alcalde y Cortolima), han respondido a las críticas y reclamos de la ciudadanía poniendo el espejo retrovisor. Responsabilizando a sus antecesores de sus propios fracasos.
No tienen el valor ni la gallardía de reconocer sus fallas y errores, juegan con el avestruz a ver quién entierra más profundo la cabeza. Su autosuficiencia y ego no les permite ver por completo el bosque y levitan en el surrealismo.
Pero es más. Creen que a la gente y comunidad es boba, incapaz de digerir, que porque lo dicen ellos todos les van a creer. ¡Qué equivocados que están¡
No se dan cuenta que esas disculpas tan carentes de verdad se les convierten en un bumerán. Los dejan más en evidencia.
El que se salva
En medio de esta situación, la suerte que corren los funcionarios barretistas no es la misma. En nuestro criterio, y respetando ideas y pensamientos contrarios, sin prejuicios políticos, consideramos que el Gobernador Ricardo Orozco, se sale de este manojo pese a pertenecer al mismo árbol.
Para nosotros, el gobierno departamental ha atinado en aspectos fundamentales para el momento que vivimos con la pandemia. En primer lugar, la atención y los cuantiosos recursos, por demás millonarios, destinados al servicio de salud, le han permitido afrontar con relativo éxito la crisis sanitaria que vive el país y el mundo.
El rescate y rehabilitación de la clínica El Limonar, sede del Federico Lleras, su equipamiento técnico y humano, la convierten en un centro asistencial fundamental para la salud de todos los tolimenses.
Agregando a ello, la recuperación de los hospitales de segundo nivel de Líbano, Purificación, Chaparral, Melgar, entre otros. Es un trabajo que no se debe desconocer.
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Otro de sus aciertos es la matrícula CERO para estratos uno, dos y tres de enseñanza superior pública, durante el periodo del actual mandatario seccional, medida que constituye una ayuda de singular importancia para miles de familias que podrán educar sus hijos en la universidad sin tantas afugias económicas. Este programa también tiene un aporte contado en miles de millones.
Y en tercer lugar, la atención a las vías terciarias donde el invierno ha sido inclemente durante una larga temporada. Se rescata, entre otras actividades realizadas, la gestión que cumplió para la aprobación de 30 mil millones de pesos para la compra de maquinaria amarilla para destinarla a la reparación de estos carreteables, de por si abandonados, por las diferentes administraciones, incluyendo las municipales.
Pero además de estos tres puntos que hemos tomado, Orozco también tiene en su haber la humildad, la que no ha abandonado desde que era presidente de junta de acción comunal del Cañón del Combeima; su don de gente, de persona que se puede abordar con facilidad, a quien no se le ha subido con el cargo de primera autoridad del departamento.
Igualmente, en nuestro criterio, respetando las demás opiniones claro está, es una persona abierta al diálogo, a la negociación, al acuerdo, al consenso. Es más visible que su propio jefe político Óscar Barreto.
Por estas consideraciones, pensamos que Orozco, es un funcionario fogueado en municipios, barrios y veredas, con condiciones natas de dirigente político, que lo sintoniza fácilmente con las necesidades de las comunidades; y por lo tanto, no se le puede echar en el mismo costal que el alcalde de Ibagué y la directora de Cortolima.
Orozco es diferente, más capaz y con visión amplia de su entorno y de la misión que está cumpliendo. Es el más adelantado y sensato de los pupilos de Barreto.
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