Cada vez más descompuesto y agresivo se le ve al exalcalde de Ibagué, Andrés Hurtado, en sus intervenciones públicas. Síntoma que refleja los días aciagos que atraviesa el exalcalde, quien cada vez parece más solo en el ajedrez de la política tolimense. 

El altisonante discurso que Hurtado pronunció el pasado viernes 27 de junio en medio de un acto público del Partido de la U, reflejó la fragilidad del autoproclamado 'hurtadismo': organización política que corre el riesgo de fenecer apenas en sus albores. Una de las posibles causas, parece ser el carácter autoritario y hasta arrogante que algunos le achacan a Hurtado.

Con su discurso del pasado viernes, Hurtado despejó cualquier duda sobre el mal momento que atraviesa su relación con la alcaldesa de Ibagué, Johana Aranda. Las palabras del dirigente dejaron en evidencia, de manera grotesca, la ruptura con quien fue su pupila política y a quien llevó al poder en el año 2023, cuando le puso a su disposición las maquinarias clientelistas de la Alcaldía de Ibagué. 

"Solo la mujer tonta, solo la mujer tonta, es la que derriba con sus propias manos su hogar. Ustedes están entendiendo (...) Como está consagrado en las Sagradas Escrituras: solo las tontas son las arrogantes, las insensatas, las ingenuas que se creen todo lo que le dicen, las que se enoja fácilmente, las que son impacientes, pero sobre todo las que no respetan a su padre", esgrimió Hurtado. 

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Las declaraciones de Hurtado fueron interpretadas de inmediato como un mensaje contra su pupila, o al parecer ahora expupila, con quien su relación pende de un hilo desde comienzos del pasado mes de mayo. 

En ese momento, sonaron las primera alertas de ruptura, por el remezón en el gabinete de la alcaldesa Aranda, en el que salieron varios alfiles y familiares de Hurtado. Como Jhonatan Suárez, primo de Hurtado y quien era secretario de Infraestructura de Ibagué, o Magda Herrera, quien era la secretaria General de la Alcaldía, y pasó al IBAL. 

Los cambios de Aranda fueron interpretados como un "grito de independencia" contra el yugo de su jefe político, quien había convertido la Alcaldía en una bolsa de empleo para sus familiares, parientes, aliados y alfiles más leales. Episodios y cambios de esa índole se sucedieron a partir de ese momento, pero solo hasta el pasado 27 de junio salieron a la luz en toda su dimensión las diferencias de Hurtado y Aranda. 

Aunque Hurtado todavía cuenta con alfiles y familiares suyos en la administración de Aranda, y por eso el "grito de independencia" de la alcaldesa todavía es cuestionable, el reciente discurso del exalcalde sería la estocada final para esa relación. 

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Hurtado soñó hacer lo que en su momento Óscar Barreto Quiroga quiso hacer con él: llevarlo al poder para que después respondiera a los intereses de su estructura política. Sin embargo, la historia se repitió. Al igual que Hurtado terminó traicionando a su mentor, Barreto, la alcaldesa Aranda hizo lo propio con Hurtado. Es decir, el exalcalde recibió algo de su propia medicina. 

Sin embargo, Aranda no es la única aliada clave que ha perdido el exalcalde. En ese mismo acto del 27 de junio, también se confirmaron los rumores sobre las diferencias de Hurtado con el exrepresentante a la Cámara, Jaime Yepes, y la diputada Yuly Porras, quienes llevaron al exalcalde a las toldas del Partido de la U. 

Hasta hace pocas semanas Hurtado parecía gozar de una muy buena relación con la pareja Yepes-Porras. Lo que cambió cuando medios de comunicación o simples portales web, al parecer manejados por cercanos a Hurtado, dirigieron algunos ataques o señalamientos contra la diputada; en lo que sería un ajuste de cuentas por el malestar que expresaron los esposos al enterarse que el exalcalde les estaba sonsacando líderes en los municipios. 

Así, Hurtado empieza a lucir cada vez más solo, rodeado únicamente de sus familiares y alfiles más leales, dispuestos a mostrarse obedientes y serviles ante quien pretende acaparar todo el poder de la estructura política. Su intención es clara: conformar un nuevo clan familiar en la política tolimense, en el que solo él mande y tome las decisiones.