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Adriana Magaly Matiz y Delcy Isaza, las mujeres fuertes del barretismo
Pese a las críticas en algún sector de la opinión sobre la misoginia que, supuestamente, se desarrolla al interior del grupo político que lidera el exgobernador Óscar Barreto, dos mujeres son candidatas a puestos claves de elección popular en el Tolima: Adriana Magaly Matiz a la Gobernación del Tolima y Nelcy Esperanza Isaza, a la Cámara de Representantes por el partido conservador.
Ambas tienen en común que son de origen liberal, la primera de ella con experiencia en el manejo de los asuntos públicos como que se ha desempeñado en diversos cargos de ese sector, y la segunda fue alcaldesa de Rioblanco y renunció a la secretaria de la Mujer para aspirar a la Cámara precisamente en reemplazo de Adriana Magaly Matiz.
A simple vista, independientemente de cualquier consideración de sesgo político o de orientación de género, se puede observar que son dos mujeres las que tienen en sus manos buena parte del poder político de un movimiento que para algunos lo consideran misógino; y por lo tanto, es un mensaje claro que envía Óscar Barreto a sus críticos, para dejarlos sin los argumentos que reiteradamente han sostenido en el ardor de la lucha política por el poder en el Tolima.
Si bien es cierto son mujeres, no quiere decir que estemos de acuerdo con su actuar o accionar político en algunas decisiones; por ejemplo, hemos criticado el apoyo a ciegas o por conveniencias políticas y burocráticas que sin ningún criterio crítico ha expresado la representante Matiz a proyectos del gobierno Duque que van en contravía de los intereses de las grandes mayorías del pueblo colombiano, tal como ocurrió con el voto para hundir la reforma a la policía o el de ley de garantías electorales, entre otros.
Pero la vez, también le hemos reconocido el trabajo que ha cumplido en el congreso en debates o leyes necesarias para el bienestar ciudadano. Matiz ha sido una voz cantante en la Cámara, ha sido protagonista, a diferencia de otros de sus colegas tolimenses que ni siquiera hacen uso de la palabra aunque sea para pedir un tinto.
En cuanto a Delcy Esperanza Isaza, tanto en la alcaldía de Rioblanco, como en la secretaría de la Mujer, realizó una tarea que tuvo el reconocimiento de su labor al encumbrarla a la candidatura que hoy la tiene como firme aspirante a un escaño en la Cámara de Representantes.
Su campaña, según lo demuestra la nutrida asistencia a los eventos que organiza, como algunas de sus propuestas, de ser elegida, no será una invitada de piedra al Congreso, y hasta el momento, pinta como un prospecto de dirigente política tolimense.
Podemos pensar diferente a estas dos mujeres, estar de acuerdo en algunas cosas y en otras en contra, pero lo cierto es, que deben tener sus méritos para abrirse campo en un terreno escabroso, no propicio para el sexo femenino en un país tan machista y discriminatorio con la mujer, especialmente en el campo político.
Más aún, que provengan de un sector que ha sido tan criticado porque algunos de sus integrantes han demostrado la xenofobia, homofobia y la misoginia, tiene más reconocimiento que ellas hayan sobresalido, y se encuentren en posiciones tan destacadas de la política, mientras en otros partidos y movimientos que se dicen más liberales y progresistas son relegadas a puestos secundarios.
Esto deja otros interrogantes ¿qué tan ciertas son las acusaciones que se lanzan contra el barretismo de misoginia, cuando una mujer (Adriana Magaly Matiz) puede ser la primera gobernadora que tenga el Tolima?
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¿Por qué el barretismo apoya firmemente a una mujer (Nelcy Esperanza Isaza), cuando tiene hombres para respaldar a la Cámara de Representantes con más ahínco?
Son cosas que en mundo real se entienden, pero que en la política los contradictores las presentan como un extraño absurdo para cambiarles el sentido lógico y tomarlo como un arma de lucha a su favor. Mientras que el sentido común muestra que dos mujeres son las fuertes del barretismo.
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