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Opinión

Cuánto tiempo implica “esperar tantico”

Cuánto tiempo implica “esperar tantico”

Por Germán Gómez Carvajal - Docente Unibagué


No importa en qué lugar del mundo usted haya nacido, si usted no es tolimense no podrá medir nunca a cuánto tiempo hace referencia "esperar tantico", en esa duda a usted le pueden pasar desde 5 minutos, hasta 3 guerras civiles y 2 pandemias.

Hay cierto sarcasmo en "esperar tantico", por ello, algunos paisanos más osados y explícitos, añaden, "y espere sentao".

Y de verdad, aunque parezca broma, la gente de otros suelos se queda esperando tras la mofa procrastinadora de nuestros viejos. Lo malo del chiste, de esa gracia enraizada, es que es un autogolazo, que sin ton ni son, nos ha calado en nuestras formas de sentir y vivir.

Bajo este sol que abrasa, nuestra cultura se ha permeado por el destiempo, como bien lo reflejan nuestras castas dirigentes, quienes nos tienen esperando tantico, porque el desarrollo del Departamento se quedó esperando un tantote.

Somos uno de los departamentos con menos jóvenes del país, porque quienes sienten en su sangre el galopar de mil vaqueros, deben huir a tierras con otros ritmos, y quienes nos quedamos por razones varias, nos dividimos entre quienes esperan y ponen a esperar a otros; y quienes en silencio le ponemos nuevos bríos a las esferas cercanas en la medida de lo posible.

Hay un Tolima pujante y esforzado, pero también en honor a la verdad, hemos heredado una parsimonia gigantesca, una bruma que tras de floja y somnolienta posa de trabajadora y exhausta.

Aquí nadie reconoce tener días tranquilos, aunque son la mayoría. Por lo general decimos vivir saturados de tareas y aumentamos en el discurso la complejidad de nuestras responsabilidades, a ratos, pareciese que buscamos posar de héroes o mártires, sin ningún matiz y sin ningún efecto.

Nuestros viejos también condenaban a los "juyeros" a quienes querían "cambiarles la lengua por una alpargata", así que, como tolimenses deberíamos reconstruir esa identidad, reflejar en nuestros diálogos una fatiga constante no nos ha servido ni nos servirá para nada.

Creo que es momento de hacer un alto en el camino, por salud mental, por autonomía, por proyección. No hay nada más desgastante que estar en ocio, que contar los minutos para salir del trabajo a hacer lo mismo: aruñar los minutos con desazón en ausencia de sí mismo sin propósito alguno.

Por su puesto que el ocio es importante, pero vivir en él, es un claro síntoma de que algo no está bien.

Ese funcionario público que calienta silla, lejos está de ser un vivo, más bien es un muerto, sepultado en su misma incapacidad, reducido a ser un mueble más, relegado a hacer tareas que no le implican un mínimo esfuerzo, porque no solo él, sino que la sociedad misma, desmantela su incompetencia y en últimas su pesadumbre.

Me da pavor que la descripción anterior nos defina como región, cuando nos es imperante asumir la existencia con otro talente, para que la vida sea posible aquí, para que migrar a otros destinos sea una opción y no una obligación, para que seamos nosotros los hijos del Tolima capaces de generar viabilidad prospera a estos suelos y cielos.

Los descendientes del Tolima Grande, somos hombres y mujeres de fuerza y guerra, de sabiduría contemplativa en primera instancia, pero siempre seguida de osadía. Conectémonos con la vida y sus retos, hagamos match con esa gente que vitaliza sueños y añora construir región.

Buen primor paisanos, pero erradiquemos el esperar tantico porque ¡eco! sí no.

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