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“El Clan Hurtado, el que muerde la mano…no debería pedir el plato”

Por José Baruth Tafur G.
*Abogado. Especialista en Marketing Político y Estrategias de Campaña - Maestrante Comunicación Política
¡Con razón a los ibaguereños nos fue tan mal con Hurtado!. En política, como en la vida, la lealtad debería ser el mínimo común denominador entre los que se llaman aliados.
Es la misma lealtad que se debe tener con el pueblo, pero hay quienes quienes, una vez llegan, olvidan quién les dio el pan… y hasta muerden la mano que los alimentó. Andrés Hurtado es hoy la imagen viva de esa metáfora: un político que llegó con cara de no romper un plato, y con palabras de Dios en su boca llegó al Partido de la U, y que ahora, sin el menor sonrojo, patea la puerta por donde entró y de quienes le abrieron la puerta, como si nunca hubiera tenido jefe político, ni mecenas, ni partido.
Pero la memoria es terca, y los ciudadanos no olvidan que ya existen antecedentes de su actuar, lo hizo con el dos veces alcalde liberal, luego con un gobernador conservador y ahora con quien le abrió el camino y le dio la dirección del partido de la U, ¿Qué sentirá el exrepresentante Jaime Yepes al ver cómo le hurtan sus bases?; cuando fue él quien le apostó a ese entonces exalcalde con ínfulas de gran tramador. Hoy, cuando el ego ya no cabe en camisa blanca ni en púlpito radial, Hurtado decide romper la relación y —como buen desleal— salir echando la culpa, acusando, y de paso mintiendo.
Observemos el actuar y mentir del jefe del clan Hurtado, porque meses atrás antes de llegar al partido de la U el mismo Hurtado anunciaba su "renuncia" a la coordinación del Partido Cambio Radical en Tolima, lo que no decía es que nunca tuvo oficialmente ese cargo.
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Otra fábula con sello Hurtadista: lanzar un anuncio rimbombante, jugar a la confusión y esperar que nadie pregunte demasiado. Pero esta vez el cuento se cayó solo. Cambio Radical no lo avaló, ni lo ratificó como dirigente, y su “coordinación” era más una autoproclamación que un acto partidista legítimo.
Este tipo de actos no son nuevos en él. Ya Ibagué fue testigo de sus shows, de sus obras fantasmas, de sus puentes que solo existen en PowerPoint, de su constante necesidad de ser el centro del espectáculo. Pero ahora, como buen político en campaña permanente, busca desesperadamente un nuevo techo político. Y como no lo encuentra, se lo inventa.
Lo más irónico es que mientras muerde la mano de todos los que le ayudan, los engaña inicialmente utilizando palabras con versículos extraídos de la Biblia, él pretende ahora representar un nuevo “movimiento independiente”, como si la gente olvidara que sus decisiones han estado siempre guiadas por la conveniencia de sus intereses personales, lujos extravagantes con mansiones incluidas y no por los principios. Porque lo que hoy queda claro es que la palabra lealtad no existe en su diccionario político, y que el compromiso con la verdad tampoco ha sido su fuerte.
¿Se acabó la relación con Jaime Yepes el del partido de la U?. Es así como por tercera vez se cae la máscara de aquel que decía representar un nuevo liderazgo. Porque en política, como en la vida, no todo se vale. Y quien cambia de camiseta cada que pierde el balón, no es un estratega… es simplemente un jugador desleal.
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