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Corredor turístico El Totumo: sobreviviendo entre el insoportable hedor a excremento de pollo
Por: Miguel Naged Rondon
Pocos ibaguereños saben que el centro poblado El Totumo, ubicado a escasos minutos del casco urbano de Ibagué, gracias a su privilegiada ubicación y belleza natural, fue declarado por las normas locales como un corredor turístico destinado al desarrollo del turismo recreativo, la vivienda campestre y el comercio de bajo impacto. En esta zona, de manera expresa se prohíbe la cría de especies menores y el sacrificio de todo tipo de animales.
Paradójicamente, todos los ibaguereños sabemos que al llegar al Totumo a disfrutar de una tarde en sus ya reconocidos estaderos y restaurantes, debemos degustar la carne asada y la oblea entre el zumbido de las moscas y del desagradable olor a pollinaza.
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Ni hablar de quienes habitan en la zona obligados a convivir día tras día con este agravio y sus ya conocidos efectos nocivos para la salud.
No hace falta ser abogado para entender que turismo y vivienda campestre son incompatibles con la cría masiva de pollos.
Ante tal inefable situación, no resulta extraño para los ibaguereños, ver como nuestros facinerosos servidores públicos hacen un burdo esfuerzo para estirar la ley y darle interpretaciones acomodadas en favor de intereses particulares y en detrimento de los derechos fundamentales de la comunidad que debe comer callada y a la que cualquier migaja se le lanza cuando de vez en cuando se atreve a quejarse.
Y así, pasan los años y los gobiernos. Nuestra noble y omnímoda condición humana nos conduce a la aceptación y la resignación. Normalizamos con desidia el hecho de vivir entre moscas y el olor a excremento de pollo y para colmo de males al ver llegar a los lideres políticos en épocas de campaña electoral, les damos la bienvenida con la sumisa condescendencia de siempre, tal vez esperando que algún día, cuando se conviertan en servidores públicos, nos sirvan para algo.
Aun así, no debemos renunciar a la esperanza de que algún día vivamos el despertar de nuestras conciencias, dejando atrás la idiosincrasia timorata frente a los funcionarios y las instituciones y por esta vía exijamos nuestros derechos con el ímpetu de aquellos que en el pasado se levantaron contra los colonos y sus abusos.
El llamado hoy es al pueblo ibaguereño, para que deje a un lado la sumisión y la complacencia hacia sus gobernantes, para que renuncie al conformismo y exija sus mínimas garantías constitucionales. La situación del Totumo no es más que un ejemplo que encarna el abandono institucional que sufre Ibagué a merced de sus lideres bribones.
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