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Ciudad-municipio-territorio-región

Por Gloria Aponte García
*Arquitecta. Paisajista, investigadora, docente, miembro de la Veeduría VEECU
La semana pasada se llevó a cabo en Bogotá un evento protagonizado por la Alcaldía de Ibagué. Una sola vez durante las múltiples intervenciones, se oyó decir que el municipio de Ibagué, además de su área urbana, cuenta con 17 corregimientos que constituyen más del 90% del territorio municipal.
Como resultado, después de cuatro horas de numerosas intervenciones de altas personalidades nacionales, quedó la sensación de que Ibagué es solamente la pequeña mancha urbana que aparece en gris en la siguiente imagen.
Se incrementa la desinformación con el hecho habitual de visualizar los territorios en sólo dos dimensiones olvidando la tercera, la más importante en general en Colombia, en todo el Tolima y particularmente en su capital, pues Ibagué se extiende desde alturas nevadas en el máximo nivel de la cordillera central, hasta el valle seco del río Magdalena (antes Yuma o Guaca-hayo). Un mapa como el de la imagen, estuvo por no más de cinco, segundos, en toda la mañana.
Infortunadamente, el sistema hídrico, una de las mayores riquezas de este territorio departamental, y también municipal, es ignorado totalmente, aún por quienes mencionaron, muy escasas veces vale decir, el término “ambiente”. Vocablo que, hay que aclarar, no es lo mismo que naturaleza, pero suelen confundirlo constantemente.
La segunda imagen presenta las principales cuencas hidrográficas del territorio en el que se ubica el municipio de Ibagué, aunque sin relación con sus alrededores regionales; ni siquiera se insinúa el río Magdalena, cuya ronda izquierda es tolimense en buena parte.
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Estos son errores persistentes de la administración pública y de la autoridad ambiental que impiden la comprensión de la maravillosa riqueza de uno de los municipios (y departamentos) más ricos y biodiversos de Colombia. Si esto sucede en la escala municipal, ¡qué decir de aquello que sucede en “la mancha gris”.
de la primera imagen! Hemos ocultado nuestros ríos, los contaminamos todo el tiempo, los llenamos de basura, no conocemos su curso y menos su nombre, no hay señalización y la que a veces hay, está equivocada (llaman “quebrada” al RÍO Opia). Pero eso sí, luego reclamamos agua. Se nos olvidó lo aprendido en la primaria: que el agua se mueve en un ciclo.
Así las cosas, el evento mencionado al inicio de este texto, pretende invitar a los constructores, urbanizadores, inversionistas e industriales bogotanos a invadir Ibagué (la mancha gris), a enriquecerse a costa de continuar destruyendo la naturaleza base de nuestra existencia y de nuestra identidad, al construir multifamiliares y otros que invadan rondas hídricas, desaparezcan relictos de pequeños bosques y espanten las aves que han incrementado el turismo de avistamiento últimamente.
Adicional y gravemente, el momento es crucial. Señores bogotanos: aprovechen que aún estamos en el desbaratado POT de 2014 y pronto vendrá la revisión que las veedurías ciudadanas y los ambientalistas promueven, pero que la administración pública trata de dilatar al máximo. LAMENTABLE.
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