Gente
Dos grandes tolimenses: el científico y el pintor
Por Darío Ortiz Robledo
Emblemático pintor del Tolima
Sin duda la pasión principal del Dr. Manuel Elkin Patarroyo (1946-2025) era la investigación médica, por la que fue reconocido mundialmente, pero también profesaba un notable apasionamiento por las artes plásticas y el coleccionismo.
Varias veces en su casa y en mi estudio en Bogotá intercambiamos divertidos cuentos e historias de ambos temas, de sus encuentros con Negret y con Obregón, cuyas obras llenaban su sala, y la minucia atrayente de la búsqueda científica a la que había dedicado su vida y que también le colmaba la casa de medallas, placas, honoris causa y reconocimientos del mundo entero.
Una tarde fue modelo (conejillo de indias debería decir) para un par de retratos conversados con ánimo bohemio. De espíritu jocoso me dijo que le gustaría ser retratado con la vara de esculapio, sin sus lentes, y con una túnica a la griega como un personaje de otro tiempo, y gustoso le acepté la ocurrencia.
Del cajón de utilería salió una túnica oriental y cualquier tiento fue convertido en vara de serpientes. El colega Carlos Salas, coleccionado también por Patarroyo, fue el reportero gráfico esa tarde agregándole sal y pimienta al encuentro. Pasadas unas horas, con el modelo dando señales de cansancio y la luz de la tarde extinguiéndose, le pedí otro poco de paciencia y por fin unos minutos de silencio, para hacer rápidamente un segundo retrato mientras se oscurecía el estudio.
Y así, al despedirnos esa noche, él se llevó a Esculapio para su casa y en mi estudio se quedó el Patarroyo que conocí, con su irónico humor tolimense, sus historias y carisma, como un testigo perenne del pedazo de amistad que pudimos compartir.
Buen viaje admirado amigo.
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