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Todo paro es político
Nelson Alarcón, está en todo su derecho de exponer sus posiciones y pensamientos frente al paro nacional que realizan diversos sectores sociales del país desde el pasado 28 de abril.
Revelar sus posiciones políticas frente al mismo, y decir que uno de los objetivos es derrotar al actual régimen uribista en las próximas elecciones del 2022, no es un secreto. Millones de colombianos aspiran a que este deseo se cumpla.
Las manifestaciones, marchas, movilizaciones, huelgas y los movimientos de masas que se desarrollan en cualquier país, por los motivos que sean, traen implícitos ingredientes o causas políticas.
La política en la acepción amplia de la palabra, está relacionada prácticamente con toda actividad humana, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, el hombre está realizando una acción política.
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Para la primera cepillada de los dientes necesitamos una crema de la marca y tamaño que sea, este implemento de aseo nos ha costado determinado precio, y aquí, comienza a jugar el rol de la economía en nuestra existencia. Hemos gastado un dinero que forma parte de nuestras finanzas personales o familiares, y sin pensarlo, la economía entra a formar parte de nuestra vida, que se extiende a toda la familia y a toda la sociedad.
La compra de la canasta familiar, los artículos de primera necesidad, el vestuario, el pago del transporte, los estudios, la salud, la hipoteca de la casa, en fin, todas las actividades que realizamos para poder vivir, son acciones económicas que en el fondo son las que estructuran un Estado, una nación.
¿Y qué es la economía? Según Lenin, que figura en la historia como uno de los mejores intérpretes y desarrolladores del marxismo, “la política es la expresión concentrada de la economía”, queriendo significar que en el terreno de la política es donde se resuelven los conflictos económicos entre las clases sociales.
Aquí es donde se decide quien triunfa, quien accede al poder y lo conserva. En otras palabras, que la economía es lo primario y la política lo secundario, pero a la vez, la política no podrá divorciarse de la economía, y tendrá que tener supremacía sobre la economía, pues de lo contrario correrá el riesgo de convertirse en un fracaso. En otras palabras, la política es el soporte de la economía.
Estas tesis expuestas en el campo económico y político, han sido acogidas por otras tendencias del pensamiento, distintas al marxismo-leninismo, incluso por premios Nobel que defienden el sistema capitalista, quienes han avanzado ubicando la política en el centro de la actividad humana.
Hechos estos planteamientos, tenemos que los modelos económicos que desarrolla el capitalismo son diversos; en el caso colombiano, desde el gobierno de César Gaviria (1990-1994), con su apertura económica abrió las puertas al neoliberalismo que tiende a privatizar toda actividad de la sociedad: servicios públicos, educación, salud, justicia, recursos naturales, entre otros. Y abre el comercio en forma desventajosa para nuestro país con los TLC. Especialmente para el sector agrícola y pecuario.
Esto ha traído como consecuencia, el establecimiento de un sistema injusto y desigual, que solo se preocupa por enriquecer a las transnacionales y los grandes capitales, llevando a vastos sectores de la clase media a la proletarización y a los empleados y trabajadores a la miseria.
En este marco, los diferentes gobiernos han fomentado una sociedad cada día más desigual, con una deuda histórica social enorme en solucionar problemas básicos de las clases vulnerables más necesitadas de la población.
Entonces, ¿de qué nos aterramos que una protesta social tan amplia como el paro nacional indefinido que se realiza en nuestro país sea político?.
¡Claro que lo es! Si la gente está luchando en la calles y entregando sus vidas, especialmente los jóvenes, para conquistar un país mejor, más justo, incluyente y socialmente más equitativo: esto es política pura, que se aprende en las escuelas, en las calles, en las universidades, en el campo, en todas partes.
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Y claro que para lograr los cambios sociales y económicos se necesitan acciones políticas; desde antes de la Comuna de Paris, ahora y en el futuro, todo movimiento, marcha, manifestación, paro o huelga es político, porque las soluciones que se buscan son inminentemente políticas. Mo hay otras.
Por eso, es hasta ridículo, el escándalo mediático que han armado en torno a las declaraciones de Calderón, cuando no está diciendo nada distinto de lo que ya se sabe desde hace siglos: que la política es la médula que mueve a la sociedad y la historia y que sus objetivos son buscar cambios económicos, sociales y democráticos.
Por ello, no en vano, existen sentencias populares que definen a la política como una partera de todos los acontecimientos sociales y económicos, tales como: “Si nosotros no nos metemos con la política, ella si se mete con nosotros”, “Si usted no hace política, otros se la hacen a usted”, verdades irrefutables que ejemplarizan la importancia de la política en toda relación humana.
Nos quedamos con la franqueza del dirigente sindical de Fecode al señalar sin tapujos que: “Aquí tenemos que robustecer el movimiento. Esto es de largo aliento, esto es para llegar con miras al 2022 y seguir mucho más allá, para derrotar al Centro Democrático, para derrotar a la ultraderecha y llegar al poder en 2022.
Eso es de largo aliento y entonces tenemos que cambiar la táctica y frente a esto hay posibilidades, por supuesto, de que tenemos que cambiarla desde los maestros”.
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Mientras que rechazamos la hipocresía, la mentira y la falacia del régimen de Duque y los medios que lo amparan y lo defienden, por tapar los muertos, las torturas, las violaciones y las atrocidades contra los manifestantes. Como también, el lenguaje agresivo, distorsionado, ofensivo y malevo que han utilizado los amigos del gobierno, incluyendo al del cura fariseo de Santander para distorsionar y atacar al paro.
La política es tan amplia, que nos la sirven hasta en los alimentos que a diario consumimos. Negarlo, es una forma socarrona de mantenernos en la oscuridad para seguir sosteniendo al sistema oprobioso que nos explota y nos rige.
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