Este martes 15 de octubre, se realizó la inauguración del Acueducto complementario de Ibagué o Segundo acueducto (como ha sido llamado en el Gobierno de Johana Aranda), un proyecto esperado por cerca de 30 años en la ciudad, y en el cual han invertido recursos más de cinco administraciones municipales y cuyo valor sobrepasa los 200 mil millones de pesos.

La Planta de Tratamiento de Boquerón era una de las tareas pendientes que tenía en pausa la puesta en marcha del acueducto complementario; sin embargo, en días recientes, el avance de la obra alcanzó un 95%, al parecer, lo suficiente como para darle rienda suelta a todo el proyecto.

De acuerdo a la alcaldesa Johana Aranda y la gerente del IBAL, Erika Palma, ya están en funcionamiento cuatro de las cinco fases del proyecto, con las cuales se puede abastecer a cerca de 70 mil habitantes de las comunas 12 y 13 de Ibagué y otras zonas como las comunas 8 y 9. La Administración Municipal está a la espera de que desde el Gobierno Nacional se giren unos recursos para iniciar la quinta fase, correspondiente al tanque de almacenamiento de Santa Ana.

“Las obras que nos quedan son unas obras complementarias de una línea de refuerzo del tanque Ambalá a un tanque que se denomina Santa Ana, que sería un tanque de almacenamiento de 2000 metros cúbicos, y una línea de distribución para mejorar las condiciones de ese desarrollo que también se está dando en la comuna 7 y zona de expansión de El Salado”, comentó la gerente Palma.

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A pesar de ello, y de toda la fiesta alrededor de lo que el Gobierno de Aranda ha denominado “la obra del siglo”, en respuesta a la pregunta de este medio “¿Firmaría usted en mármol que se acaban los problemas de agua en Ibagué, en sectores afectados como Arboleda Campestre, por ejemplo?”, la alcaldesa confesó que aún no se puede asegurar que los problemas de agua en Ibagué se solucionarán por completo, pues algunas zonas aún no se verán beneficiadas por el Segundo Acueducto y el proyecto no está exento de posibles inconvenientes. 

“Arboleda Campestre no se va a ver beneficiada en este momento. Tenemos que reforzar el almacenamiento para garantizar calidad y continuidad. Ese es otro de los proyectos que tenemos en mente, que esperamos que estos inconvenientes que han tenido diferentes sectores se pueden mitigar. No firmo en mármol porque no me gusta decir mentiras, este es un proyecto que va a garantizar agua potable, pero, como todos los proyectos, puede presentar inconvenientes como el daño en la tubería que tuvimos en El Libertador, así que aquí no es firmar en mármol, es comprometernos a trabajar sin descanso porque este acueducto nos funcione”, señaló Aranda.

Por otro lado, la gerente Erika Palma se despachó contra los críticos del proyecto y las veedurías ciudadanas que han hecho seguimiento a la obra desde hace varios años, destacando las aparentes irregularidades en la construcción de algunos tramos.

“Lo primero que hay que decirles a esas veedurías es que conozcan el proyecto, aquí no estamos hablando de esa fase que por muchos años se quedó por allá en Laureles con 4.7 km, aquí esto es un proyecto de más de 42 km que pusimos funcional, un proyecto que tiene más de 17 viaductos, ellos se quedaron de pronto en los primeros cuatro. Hay personas que quieren seguir viendo a Ibagué estancada y opacada, yo creo que ya llegó el momento de abrir esa puerta del desarrollo”, acotó Palma.

Cabe señalar que, en días anteriores, la veeduría VAPI (Agua para Ibagué) radicó comunicaciones al Contralor General de la República, Carlos Hernán Rodríguez Becerra; la Contralora de Ibagué, Edna Margarita Murcia Mejía y el Personero Municipal, Educardo Espinosa Palacios, manifiestando que que ante los eventos de ruptura explosiva de las tuberías de las líneas de conducción de agua cruda y de agua tratada, se demostraba la premura e improvisación con la que intentaba poner en operación el acueducto complementario.