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Los niños campesinos no son máquinas de guerra

Los niños campesinos no son máquinas de guerra

Por  Mauricio Yepes, Director FENALCE Tolima |


Cuenta su padre que la última vez que la vio con vida fue en diciembre: se despidieron en la vereda de Puerto Cachicamo. Ella se fue a donde sus abuelos porque necesitaba un lugar con internet para estudiar.

Danna Lizeth era una de los 2’400.000 estudiantes de colegios rurales que existen en Colombia. De los cuales, el 17 por ciento tiene acceso a Internet y computador, es decir, aproximadamente 408.000 niños.  En el caso de municipios rurales dispersos (aquellos con menor densidad poblacional), esta cifra es de apenas el 13 por ciento, de acuerdo con datos del Ministerio de Educación y el Icfes, analizados por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana.

Las desigualdades sociales y la violencia están obligando a nuestros campesinos a abandonar sus tierras migrando a las ciudades.

Según el DANE, la población que habita nuestros campos colombianos es apenas el 22.9%. El censo del año 2018 nos mostró que de la población total que vive en las zonas rurales, el 20 por ciento -es decir, unos 2,2 millones de personas- son niños y jóvenes entre 10 y 19 años, mientras que cerca del 28 por ciento de los campesinos tienen más de 50 años. Lo que nos demuestra que nuestra población campesina se está envejeciendo.


“Danna Lizeth, señalada por el ministro de Defensa Naciona,l Diego Molano (antiguo director del ICBF) como una máquina de guerra, era una niña campesina que se suma a los cientos de casos de reclutamiento forzado que viven hoy habitantes de nuestras zonas rurales”.


Las cifras que nos proporcionan el estudio “Diagnóstico sobre la juventud rural en Colombia” sobre la migración de los jóvenes a la ciudad son poco alentadoras: el 12% de los jóvenes decide migrar del campo a la ciudad, el 55% de ellos son mujeres.  El 28% de las jóvenes ha migrado por amenaza o riesgo para su vida, su libertad o su integridad física ocasionada por la violencia.

En la zona urbana, del total de los jóvenes que han migrado el 24% no se encuentra ni ocupado ni estudiando, el 16% solo estudia, el 51% solo trabaja, y el 9% trabaja y estudia.

Duele en el alma Lizeth. Duele la indolencia del estado con los ocho jóvenes que partieron desde el eje cafetero hacia el Caribe y que fueron desaparecidos en Tarazá – Antioquia, a pesar de que en septiembre del 2018, la Defensoría del Pueblo lanzó una alerta temprana por el riesgo para los jóvenes, niños y niñas de "vinculación, utilización y/o reclutamiento por parte de grupos armados ilegales presentes en el municipio de Valdivia".

Danna Lizeth, señalada por el ministro de Defensa Nacional, Diego Molano (antiguo director del ICBF) como una máquina de guerra, era una niña campesina que se suma a los cientos de casos de reclutamiento forzado que viven hoy habitantes de nuestras zonas rurales. Seguro su ejemplo servirá para que aquellos jóvenes que aún viven en el campo aticen la idea de migrar hacia la ciudad buscando un mejor futuro (o por lo menos continuar con vida).

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