Por: Kevin Herney Castañeda Vargas

1. ¿Qué tan importante es el partido del candidato?

En el papel, los partidos son colectividades que se constituyen en torno a un programa, una ideología o un proyecto de país. Esta concepción formal tiene efectos significativos sobre las presidenciales, pero se torna difusa, nebulosa y compleja cuando se trata de las elecciones del Congreso.

Aunque en las elecciones regionales del 2019 los medios titularon el triunfo del centro y las candidaturas independientes, poco se habló de la participación que en estas tuvieron las fuerzas tradicionales y los caciques políticos regionales, ello, a partir de la figura de “coalición”.

De hecho, en aquellas elecciones hubo 5.694 candidatos en coalición, 5.060 más que en las elecciones del 2015, “¡cosa extraña!”.

Los que hacen política de toda la vida no son tontos, saben que hay una crisis de representatividad y que los partidos tradicionales están en picada. Por eso, buscan candidaturas independientes, coaliciones con nuevos liderazgos o participan inscribiendo sus fichas en “partidos alternativos”.

Lo anteriormente expuesto, es exactamente lo que está pasando en esta contienda por las credenciales del Congreso. Con la excusa de conseguir umbral, las famiempresas están teniendo presencia, en ocasiones protagónica, dentro de estas listas.

¡Que no lo engañen! No vaya usted a terminar votando por los mismos creyendo que vota por el cambio. Por otro lado, no vaya usted a descartar buenas opciones por la imagen negativa que tienen los partidos tradicionales, ya que, en muchas ocasiones, excelentes personas sólo consiguen aval en estas cuestionadas colectividades.

En “partidos alternativos” hay personas que valen la pena y personas que definitivamente no lo valen, lo mismo, aunque en menor grado, sucede con los “partidos tradicionales”. Ya es deber suyo averiguar bien, quiénes sí y quiénes no.

En síntesis, cuando del legislativo se trata, es preferible priorizar la calidad del candidato o candidata, en lugar de la etiqueta o el color, pues los partidos no son bloques homogéneos, son mezclas maliciosas entre el bien y el mal. Además, la razón de ser de estos es cada vez más extraña, la mayoría se convirtieron en simples dadores de avales sin programas, por lo menos así suele funcionar en la esfera regional.

No es la intención de esta columna discutir el deber ser del sistema de partidos colombiano, pero sí dar claridad sobre como están funcionando actualmente las cosas.

2. Propuestas y función

Para saber quién sí y quién no, conozca las propuestas. Pero ¡ojo!, tenga presente qué hace un Representante a la Cámara o un Senador, pues muchos proponen cosas que son función de alcaldías, gobernaciones e incluso, del presidente. Por ejemplo, si un candidato a la Cámara propone construir una vía, ¡miente!, esa no es su función. Pero, si propone gestionar recursos del orden nacional para que una administración local o departamental construya una vía, o si propone realizar audiencias públicas para reclamar a INVIAS sobre el estado de algunas carreteras, ya estamos hablando de algo más aterrizado.

Investigue, lea qué proponen, de dónde vienen, cuánta plata le están metiendo a la campaña, entre otros elementos que desarrollaremos en próximas columnas. Ese es su deber y obligación ciudadana, deje de sacarle el cuerpo a la democracia.

*Politólogo Universidad del Tolima