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Esbozo para la nueva educación (segunda parte)

Esbozo para la nueva educación (segunda parte)

Por: Juan Bautista Pasten G.


Para posibilitar los cambios trascendentes que requiere el ser humano y la vida planetaria, es preciso – a nuestro juicio – una Educación sustentada en principios fundamentales.

A continuación, paso a señalar, brevemente, algunos aspectos que considero esenciales para develar, desarrollar y consolidar seres humanos conscientes, presentes y responsables:

  1.  Nuestra ciudadanía es el planeta Tierra, es imprescindible evidenciar que todos habitamos y somos importantes en este mundo, que no existen pueblos, ni clases ni razas superiores ni inferiores. Existe solo una especie: la Humanidad.

 

Es preciso, entonces, invertir en educación, salud y trabajo y vivienda, todo esto en vistas de disminuir, crecientemente, la contaminación, la polución y las injusticias de todo tipo.

 

  1. Enseñar, fomentar y direccionar el conocimiento - científico, filosófico, artístico, valórico – hacia el logro de la Paz en todos los ámbitos humanos, educar desde el jardín infantil hasta la educación superior.

 

Propiciar el control inteligente de las emociones, las ideas y las acciones, como instancia potenciadora de quehaceres y soluciones pacíficas de las diferencias, propiciando el encuentro y las comuniones afectivas. Es menester comprender la Ética en su real importancia, para permitir la concreción consciente de la Moral en las relaciones humanas.

Puede leer: Esbozo para la nueva educación (primera parte)

Como sabemos, los conflictos bélicos producen gran incremento de negocios, comercios, imposiciones y dependencias económicas. Las guerras ocasionan destrucción, desolación y muerte. Nunca debe ser propiciada ni justificada.

 

Es preciso ascender en grados de Consciencia para dirimir y solucionar todo tipo de problemas de manera dialogada y pacífica.

 

  1. Rescatar y aplicar los valores de la Belleza y la Bondad, desde la tierna infancia hasta la senectud. La Estética, al igual que la Ética, debe adquirir la importancia que merece; esto permite concretar la armonía interna, la percepción positiva y serena, junto a la intuición e imaginación activas y creadoras.

En efecto, los valores mencionados, generan y manifiestan energía optimista y unitaria, capaces de transformar las concepciones y actitudes negativas en beneficiosas para nosotros y nuestro entorno. Ambas – Belleza y Bondad - nos mantienen ocupados en la construcción de comunidades cada vez mejores y vencer, así, los comportamientos egotistas, individualistas y cizañeros.

  1. Establecer el Autoconocimiento como sustrato del crecimiento humano en su integridad, es decir, el desocultamiento, cultivo y florecimiento de nuestra verdadera esencia en cuanto seres humanos, planetarios, universales y divinos.

Es preciso develar que no somos meras máquinas ni entes vacíos e irrelevantes. De hecho, hay en nosotros fuerzas, energías y poderes interiores por descubrir y expresar real y afectivamente hacia quienes nos rodean. Como han escrito poetas y sabios, no somos simples hojas movidas de aquí para allá por el viento; por cierto, somos esas hojas, pero también somos el viento e, incluso, quienes activan el viento. Somos seres Universales y Divinos y a todos corresponde dar a luz esa inefable verdad.

Somos seres cuyo potencial es inconmensurable, no debemos abatirnos antes las adversidades temporales, ya que hay enorme energía a descubrir en lo más profundo de nuestro Ser, llámese alma, espíritu o consciencia.

El Autoconocimiento genera, además, Autoestima, Resiliencia y Perseverancia, tal saber nos empodera como personas necesarias e importantes.

  1. Reconocer nuestra substancia Universal. Como lo denotamos anteriormente, somos habitantes de este planeta, el cual es parte del universo (y talvez universos). Esto constituye un don maravilloso, pero también una gran responsabilidad.

Como bien señaló el filósofo del siglo pasado Martín Heidegger, no solo habitamos este mundo, también implica el deber de protegerlo y perfeccionarlo, esa es nuestra principal labor en este paso por el planeta. Efectivamente, es nuestra tarea armonizar con nuestros congéneres, cuidar la naturaleza, observar el esplendor de los cielos y prepararnos para todo nuevo acontecimiento estelar.

En consecuencia, mantenernos despiertos y expectantes, atentos a los eventos internos y externos, posibilita vivir en plenitud la existencia, vale decir, como seres activos y protagonistas, que significa experimentar e imprimir, aquí y ahora, la totalidad de la Vida.

  1. Sintonizar, certera y conscientemente, con el Plan universal del que somos parte substancial. La naturaleza que nos circunda debe ser una representación y modelo de nuestro habitar y quehacer en el mundo.

Por lo pronto, existe una constante movilidad de lo natural, una dialéctica de la que no podemos abstraernos, basta tener activos los sentidos para percibir este permanente ir y venir de la realidad.

La observación, por ejemplo, del día y la noche, las estaciones, los árboles que florecen y duermen, las mareas y las resacas, nos muestra que todo funciona en consonancia a una especie de Plan o Armonía preestablecida (como lo planteaba el filósofo Leibniz en el siglo 18). En nuestro parecer, la misión de la humanidad es vivir en Unidad con el esplendor y magnificencia de la Naturaleza y desechar la absurda pretensión de conquistarla, que solo provoca explotación, contaminación y destrucción de la misma.

Cuidar a la naturaleza es proteger y respetar la vida humana, de lo contrario, nuestra existencia corre el riesgo, más temprano que tarde, de extinguirse y desaparecer.

  1. Darnos cuenta que la Vida tiene Sentido y Propósito, o sea, causa y finalidad, un por qué y un para qué, tanto personal como colectivo. Es tarea de todo ser humano descubrir esta ineludible realidad, para ello es necesaria una Educación interdisciplinaria y holística que inste, motive e integre los medios e instrumentos para hacerlo.

Todos venimos a este mundo con un objetivo, una tarea, una misión por cumplir. Los grandes pensadores y sabios de todo tiempo y lugar han hablado y enseñado de esto, si bien su mensaje ha sido comprendido y asumido por muy pocas personas a través de la historia.

Es tiempo de consolidar el Espíritu universal en nuestra vida, de encarnar el Verbo divino en la existencia de cada uno, única manera de redimir a la humanidad de tanta desavenencia, corrupción y maldad.

La nueva Educación debe encaminar al ser humano hacia la auténtica existencia, la cual consiste en la unificación efectiva con el Todo, que nos convertirá en los seres universales que habitan y crean un mundo mejor, donde predominen el Amor, la Alegría y la Salud.

Todos podemos ser los auténticos héroes que el planeta necesita. 

La Vida es un poema y a todos nos corresponde agregar una nueva estrofa. ¿Cuál será tu estrofa?” Walt Whitman, poeta estadounidense, siglos 19 y 20.

*Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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