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Contagiemos la buena disposición

Contagiemos la buena disposición

Por Juan Bautista Pasten G.


Los filósofos de la antigua Grecia, principalmente Platón, hicieron uso del pensamiento y deidades mitológicas, con el fin de hacer asequible las ideas y el razonamiento filosófico al conjunto de las personas, es decir, tanto a los hombres simples y sencillos como a las multitudes. Por cierto, esto permite que la filosofía deje de ser realizada solo por una elite de intelectuales para, por el contrario, tengan acceso a ella un número creciente de seres humanos.

Por lo pronto, en conformidad al presente artículo, es menester señalar que el valor que expresa en mayor y mejor medida la buena actitud para quienes nos circundan es, sin duda, el Amor y su diversidad de expresiones.

Pues bien, en el referido contexto filosófico griego, el concepto Amor se simboliza en divinidades del pensamiento mítico. Ellas son las siguientes:

  1. Filia: que manifiesta el amor en cuanto amistad, compañerismo, fraternidad y solidaridad, es decir, el trabajo en equipo tras un objetivo común. En el amor solidario entregas en la misma medida que recibes.
  2.  Eros: es la relación afectiva, romántica, carnal y sexual entre dos personas. La relación erótica es una comunión física, emocional, mental y espiritual mediante la cual viven en plenitud el presente y van construyendo unitariamente el porvenir.
  3. Ágape: es el amor caritativo, generoso, donde se da amor sin esperar retribución ni recompensa. En latín se denomina “caritas” y representa, a mi juicio, la manifestación más elevada del Amor, ya que se lo concibe y concreta como forma de vida, como modo substancial de interacción humana. ¡Cuánta falta hace a la humanidad esta manera generosa de compartir, empatizar y entenderse!

El pensamiento cristiano occidental recoge este tercer modo de comprensión y práctica del Amor – la Caridad - como instancia fundamental para el buen encuentro entre los seres humanos. En efecto, cuando se considera a Dios como Amor, se refiere a la Caridad, a la dádiva inefable de éste para con las “creaturas”, para la totalidad de ellas. Este mensaje de relacionarnos caritativa y generosamente entre los seres humanos, es lo que se requiere con solicitud y celeridad.

La generosidad es aquel valor que crea, desarrolla y distribuye bienestar y buena disposición para nuestros congéneres, que llevada a cabo, con constancia y perseverancia, logrará – más temprano que tarde – la germinación de personas y comunidades conscientes y ecuánimes, de ingente cantidad de seres protagonistas del Nuevo Mundo, los cuales, a su vez, serán los verdaderos educadores de las nuevas generaciones que vendrán a enriquecer valóricamente a la humanidad.

La generosidad es la disposición hospitalaria y bondadosa hacia el entorno, tanto natural como social, es la emisión de energía positiva y luminosa hacia todo cuanto nos rodea. Efectivamente, la actitud generosa posibilita hacer fluir de cada uno de nosotros, lo más bello y sublime de la condición humana: la sabiduría, el respeto, la justicia, la responsabilidad, la sinceridad, la honestidad, la comprensión, la alegría y la paz.

Es tiempo, entonces, de convertirnos en los seres que conocen, motivan y contagian a todos los semejantes, aquellos ricos valores que el maestro Sócrates instaba a develar en lo más profundo de nuestra alma, vale decir, la Verdad, la Belleza y la Bondad.

Dad y se os dará; porque con la misma medida con que mides, te volverán a medir”. Proverbio cristiano.

Sé aquella buena persona que, cuando pequeño, necesitabas conocer y tener a tu lado”. José Antúnez P., pensador latinoamericano, siglo XXI.

De todas las variedades de virtud, la generosidad es la más estimada”. Aristóteles, filósofo griego, siglo IV a.C.

*Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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