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Científicos tolimenses hablan por su amigo el loro orejiamarillo

El loro orejiamarillo “es muy pequeñito para defenderse solo”. Estudiante de la Institución Educativa Anaime.
Loros Orejiamarillos
Él es de una sola pieza. Cuando se enamora, lo hace para toda la vida. Apoya en la crianza de los hijos y suele ir a pasear con su familia casi todos los días. Tan particular personaje no es un humanoide masculino, se trata del señor loro orejiamarillo, especie que además de ser gregaria y monógama, también es endémica de los Andes colombianos y se encuentra en vía de extinción.
La palabra endémico, es fundamental para entender a nuestro amigo de cálidos colores, porque significa que es propio y exclusivo de determinadas localidades o regiones. En este caso, de las zonas de alta montaña donde crece la palma de cera. Más exactamente, los bosques andinos que componen la mayor parte del territorio tolimense, es decir, somos territorio andino y el loro, es vecino nuestro.
Los municipios de Ibagué, Roncesvalles y Cajamarca, integran un ecosistema que alberga la mayor población de loros orejiamarillos de la que se tenga registro en el mundo. Durante los últimos ocho años, distintas organizaciones de académicos locales y algunos extranjeros, vienen estudiando la conducta de los loros orejiamarillos.
- Puede leer la anterior parte de este especial: El Tolima puede salvar de la extinción a la palma de cera.
Sin proponérselo, descubrieron que la vereda La Cucuana de Cajamarca alberga “el dormidero más grande hasta ahora conocido, que mantiene palmas muertas alrededor, las cuales sirven para el anidamiento”, explicó Nodier Vivas, biólogo cajamarcuno de la organización Muisca, una de las entidades que adelanta estudios en la zona sobre la conducta de Ognorhynchus icterotis, como le dicen los científicos al endémico loro de los andes.
La palma de cera llega a medir hasta 80 metros de altura y vivir hasta 200 años, aunque la mayoría comienzan a morir cerca de los 130. Las palmas muertas, naturalmente, se mantienen en pie por largo tiempo, lo suficiente para que los pájaros carpinteros rompan con su pico y creen un nido que, luego de un tiempo, abandonarán, dando paso a una familia de loros orejiamarillos.
El interés económico y el científico chocan
Al conocer el descubrimiento, algunos miembros de la comunidad científica, incluyendo a un académico español de la organización internacional Loro Parques, visitaron el lugar para hacer sus propias mediciones y conteos, comprobando la veracidad del hallazgo, que brindó esperanza ante la crítica situación del loro orejiamarillo, el cual solo puede vivir entre las palmas de cera.
Por su parte, los investigadores locales tomaron la periódica rutina de ir a contar los loros y analizar la zona, pues querían descubrir por qué grupos de loros que pasaban la mayor parte de su tiempo en los bosques de palma de Roncesvalles e Ibagué, viajaban a diario para dormir en Cajamarca, exactamente en el sector de La Suiza, de la vereda La Cucuana.
Un extraño día lo cambió todo. A uno de los investigadores se le impidió el paso al predio donde se descubrió el lugar de anidamiento con mayor población de loros orejiamarillos en el mundo. El predio había dejado de ser de la familia Yepes y había pasado a manos de una multinacional extranjera, la cual, según testimonios de la comunidad y los mismos investigadores, taló palmas y abrió caminos sin ningún tipo de permiso, afectando gravemente el hábitat de nuestro vecino, el loro orejiamarillo.
Aunque los ingenieros de Green SuperFood, una de las empresas agroindustriales del magnate chileno Isidoro Quiroga, conocido en su nación como "El Zar del Agua", aseguraron al procurador ambiental y agrario del Tolima, Daniel Rubio Jiménez, que no habían abierto sino ampliado caminos ya existentes y que jamás talaron palmas donde anidaban los loros, sino que estas se cayeron solas, el procurador los demandó, logrando que en octubre de 2022 se le prohibiera a la empresa, por orden judicial, talar las palmas de cera que estén dentro de los predios de su propiedad.
Sin embargo, las organizaciones que han adelantado estudios en el sector como ProAves, Vida Silvestre, Loro Parques, Muisca, entre otras, han denunciado por distintos medios que la empresa solo delimitó una pequeña parte y sigue talando no solo las palmas muertas donde anidan los loros orejiamarillos, sino también las vivas, de las cuales se alimentan. Esto se evidencia en el drástico cambio del paisaje, que ya tiene más árboles de aguacate que palmas de cera, situación de la que, según el biólogo Nodier Vivas, Cortolima está informada.
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