Como lo habíamos comentado en ésta columna en días anterioriores, la sorpresa fue grande al ver que muchos amigos y conocidos por quienes hemos profesado especial respeto en razón de su honorabilidad, no hayan participado de la Consulta Anticorrupción; y además, que hubiesen influido  para que otros tampoco lo hiciesen.

Cuesta trabajo entenderlo, cuando es de ellos de quienes se esperaba el mejor ejemplo.

Pues bien, como ya pudimos conocer, el resultado apenas alcanzó los 11 millones 660 mil 707 sufragios, de 36’421.026 colombianos habilitados para votar.

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Históricamente la abstencióncion ha sido del 60% en promedio aproximadamente, que sumado al porcentaje de votantes 32.8%, nos deja un 7,2%, de quienes pudieron haber surgido los 479.839 sufragios que faltaron pars alcanzar el umbral requerido de 12’140.342.
Pero aleccionados por supuestos argumentos jurisprudenciales, no quisieron moverse de su casa.

"Engañabobos" llamó a la Consulta el periodista Mauricio Vargas hace varios semanas en su columna del diario el Tiempo; y fue así como él, otras voces disonantes terminaron por hacer mella en la mente de los indecisos.

Me pregunto entonces, cuál era el propósito de fondo para influir en las personas que pensaban votar y a la larga no lo hicieron?  Político, obviamente.

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Puesto que sus dudas sobre la supuesta inconstitucionalidad debieron haber sido tramitadas y resueltas por  la Registraduría Nacional del Estado Civil, encargada  de ilustrar al electorado y no dejarlas  para ser resueltas por cuenta de la  charlatanería de los  ociosos, ni mucho menos convertirla en un motivo para que cada quien lo interpretará  a su manera.

Y  si el Presidente Duque invitó a participar y también lo hizo, al menos se podía suponer válida.

La organización tardó casi 20 meses, costó 300 mil millones y ningún organismo administrativo o de control los objetó.

Entonces, no puede ser de buen recibo haberla tratado de sabotear o  impedir que se realizara.

Quienes no estuvieran de acuerdo podían haber votado negativo, pero por las menos haber salido a votar.

Nuestra participación la concebimos como un ejercicio pedagógico de protesta contra los corruptos.

Lo más vergonzoso, es tener que aceptar que una minúscula proporción de enemigos de la misma haya logrado su cometido.

Como factor favorable queda, que todo está dipuesto para algo mejor y esto apenas comienza. Así debe de interpretarse.

En consecuencia,  el domingo 26 de agosto de 2018 pasará a la historia no para servir de argumento a la comunidad internacional en el sentido de ser éste  un país "casi honesto" , donde aparentemente no se quiso la paz, y también faltó poco para castigar la corrupción, sino un país en el que comienza con paso firme un proceso de cambio que se avizora exitoso.