Aldea
Trabajadores sexuales de Ibagué piden que se abra todo
Desde la declaratoria de emergencia por parte del gobierno nacional, la zona de la 19 incluido su parque de Galarza empezó a brillar de manera diferente. Las luces rojas de los prostíbulos se apagaron y con ello los clientes que frecuentaban. La lujuria se tomó entonces el mundo virtual y muchas de ellas migraron hacia las plataformas sociales con código rojo donde se gana menos, pero tienen para comer.
Con el pasar de los meses se empezaron a ver alrededor de las casetas donde venden libros de segunda pero que parecen de primera, a hombres y mujeres con prendas sugestivas que indicaban que el oficio más viejo del mundo seguía ahora ya no desde los bares o cantinas, sino en la calle. Algunos de ellos usaban prendas muy ligeras abajo y el tapabocas fluorescente de moda en las noches.
La visita del ministro de Cultura, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo ayer un viernes 13 a Ibagué fue el escenario perfecto para reclamar ante las autoridades la reactivación de la economía que sin ser naranja es el sustento de todos ellos y de sus familias.
Su apertura es la única alternativa. “No se trata de vivir en el amor físico como creen muchos, si eso fuera así, las personas más felices del mundo serían los trabajadores sexuales”, dice Jorge Loring. Es la sobrevivencia en una ciudad como todas las del mundo que requiere ver prendidas las luces rojas.
Chavita, la eterna líder y representante, la misma que creó la primera guardería de trabajadores sexuales en el centro de la ciudad fue contundente en las afueras de la alcaldía; parecía un cuadro postmodernista en donde la realidad supera todo límite de la imaginación.
"Esto se hace por los trabajadores nocturnos, por los más pobres, más vulnerables, los que vivimos de un negocio, no por aquellos que tienen varios locales, que tienen dinero, y que se les han dado hasta planes pilotos".
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El problema no es de protocolos de bioseguridad repitió varias veces Chavita, que alertó a las autoridades "Si no nos dan los permisos, estamos dispuestas a salir en un desfile por las calles de Ibagué desnudas para exigirle a la Alcaldía y Gobernación que nos dejen trabajar, o nos den un auxilio a los negocios que estamos declaradas como casas de encuentros, para que sobrevivamos y que a las mujeres les den también un auxilio mensual para que sobrevivan con sus familias, porque esta situación es complicada". Dijo a varios medios de comunicación.
Y Chavita tiene razón, el cuento de la libre elección dentro de los argumentos que muchos esgrimen sobre la prostitución que es de libre elección, están equivocados, hace parte de una cultura dominante donde estas personas, la mayoría mujeres son tratadas como mera o simple materia prima de la industria del sexo.
Pero lo más inquietante dentro del ámbito cultural está en la regulación de la violencia sexual regulada; una comunidad que llega a la prostitución empujadas por circunstancias personales asfixiantes o incorporadas mediante la trata, es la única alternativa laboral que tienen y que la pandemia les quito.
Los trabajadores sexuales desde la época de la aparición del VIH/SIDA fueron los primeros en acatar las nuevas formas de encuentros sexuales e hicieron del preservativo un producto de primera necesidad en todas las casas de encuentro como dice Chavita, es como el prerrequisito para abrir las puertas de la habitación.
Chavita es clara, es la voz de muchos que solo pueden hablar a través de su cuerpo, o los ayudan o los veremos haciendo una legítima protesta por el derecho al trabajo dejando al descubierto sus herramientas en diferentes puntos estratégicos de la ciudad indicando que no son invisibles.
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