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Se perdió sin pena ni gloria

Se perdió  sin pena ni gloria
Por Manuel Alberto Caicedo Cañón

 

La crisis llegó o el cambio asustó. Esas podrían ser dos de las opciones que comenzaron a tomar los aficionados del Deportes Tolima luego de lo ocurrido la noche anterior en el Campin de Bogotá donde no solo se perdió el partido por goleada (3 a 0) frente a Millonarios, sino que se vio un equipo desordenado, sin ganas y en una descoordinación donde el propio arquero Silva llegó a  impregnarse de una actuación calificada por  todos los críticos como “horrorosa” y “denigrante” para el vino tinto y oro que al menos siempre da lucha a sus contrincantes.

 

No hubo opciones suficientes de gol por parte del equipo de Quintabani como para pensar que se hubiera podido cambiar el marcador y por el contrario las claras llegadas de los delanteros azules y las atajadas de Silva podrían poner a pensar a los estadígrafos que el 5 a 0 hubiera podido ser el marcador final. Algunos Llegaron a recordar con este partido los viejos tiempos de los equipos de Severiano Ramos y de los Moreno o Morón cuando los jugadores se paraban en la cancha y decidían que “a ese técnico no le vamos a caminar”.

 

Los más optimistas le buscaran razones como las que tener tres técnicos en una semana no es fácil. Que el estilo del uruguayo es diferente al de Quintabani. Que la nómina se varió y se les está dando oportunidad a otros y hay que dejar que la “embarren” para que maduren. La mayoría que hoy analizan alrededor de un tinto o en una oficina el desastre de anoche concluyen en que no hay suficiente nómina, pero son rebatidos por los que gustaban de los oncenos que paraba Gamero a defender un uno a cero o un empate y así se sumaba algo.

 

Los pesimistas, esos que nunca van al estadio o escogen partidos dirán que nada se puede esperar de un club que no tiene armador y creador. Manifestarán que a solo cuerpo y media vuelta Ángelo no puede terminar siendo la golondrina que hace verano. Los que odian a Camargo insistirán en que sigue queriendo vender sus “figuras” (léase Delgado, Pérez, etc.) y que impone la nómina al entrenador de turno. Que Pérez no les cedió a sus presiones y por eso se fue, pero que cuánto le ahorro al equipo si igual tiene que indemnizarlo.

 

El que está en medio de las dos posiciones y todos los días quisiera reemplazar a los comentaristas radiales, dirá que el problema está en que aún Quintabani no ha podido acomodar el onceno ideal, que hay que tener paciencia para mirar jugadores que como Villa han demostrado que había elementos que por diferentes razones no eran tenidos en cuenta. Que a Delgado hay que disciplinarlo para que suelte el balón y la marca en el medio debe ser más estricta. Algo así como lo que se hizo con Nacional. No puede un equipo que juega con el top 5 del fútbol y le saque un buen punto, tres días después pierda de la forma como perdió en Bogotá, con los brazos abajo y sin cómo justificar el 0.

 

Es hora de corregir el rumbo y si hay quién no rinda, por figura que sea, dejarlo a un lado y darle la opción al que quiera sudarla y ganarse el puesto. Es el momento que toda esa nómina de entrenadores que tienen en sus divisiones inferiores de resultados y hasta más baratos para los intereses del inversionista que de pronto ha tratado de mirar el potrero ajeno lo que tiene en el suyo. No se le puede endilgar nada a Quintabani y menos a Pérez, son los jugadores los que perdieron su rumbo sin explicación diferente a la eterna disculpa de “tuvimos una mala noche”. Todavía es tiempo de corregir el rumbo, cómo y con quién son las intyerrogantes que todos se hacen hoy.

 

De lo oído de comentarios de la prensa bogotana y la local se desprenden varios puntos a tratar. Vargas y Montoya han sido jugadores de partidos, de momentos y no han podido demostrar por qué se los trajo y el equipo sigue en manos de una defensa que no logra solidificarse y se entrega con mucha facilidad. Hay más velocidad que tratamiento para asegurar el balón. Lo de anoche es para olvidar como marcador, pero hay que mantenerlo vivo para que nunca se repita.

 

Una pregunta suelta del chisme de la tercera. ¿No será que hay entre los jugadores quienes en vez de jugar están dividiendo al grupo?

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