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Economía

La economía del cuidado sostiene al país sin pago ni descanso

La economía del cuidado sostiene al país sin pago ni descanso

La economía del cuidado, conocida como ese trabajo silencioso que sostiene hogares, comunidades y territorios, crece sin tregua en Colombia, pero lo hace sin reconocimiento social, sin remuneración y sin descanso para quienes lo ejercen. 

Según la más reciente Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Dane, el 90% de las mujeres colombianas realiza labores domésticas o de cuidado no pagadas, frente al 65,5% de los hombres.

Este trabajo invisible es fundamental para el bienestar colectivo, pero continúa por fuera de la medición del Producto Interno Bruto. Mientras el país discute tasas de empleo y productividad, millones de mujeres dedican horas a cocinar, limpiar, cuidar niños, adultos mayores o personas en situación de dependencia, sin que ese esfuerzo se traduzca en ingreso, seguridad laboral o derechos.

La encuesta, levantada entre octubre de 2024 y marzo de 2025, revela que la población de 10 años o más asciende a 45,5 millones de personas, el 51,7% mujeres. De ellas, solo el 34,4% participa en actividades remuneradas, mientras que en los hombres la cifra alcanza 55,6%. La brecha se profundiza en zonas rurales, donde trabaja por un ingreso el 65,2% de los hombres, frente al 35,3% de las mujeres.

No solo se trata de participación. También está el tiempo. Los hombres empleados trabajan en promedio 9 horas y 9 minutos diarios, mientras que las mujeres dedican 7 horas y 44 minutos al trabajo remunerado. Sin embargo, esa aparente ventaja desaparece cuando se suman sus jornadas invisibles: ellas destinan 7 horas y 35 minutos diarios a tareas no pagadas, más del doble que los hombres, que solo invierten 3 horas y 12 minutos.

En zonas rurales la carga aumenta todavía más. Allí, las mujeres dedican 8 horas y 53 minutos al día al trabajo no remunerado, mientras los hombres apenas llegan a 3 horas y 3 minutos. El dato revela la dimensión de la desigualdad: mientras ellos disponen de más tiempo para el empleo formal o el ocio, ellas invierten la mayor parte del día en sostener la vida familiar.

Las desigualdades también tienen rostro territorial. En la Amazonía, las mujeres llegan a dedicar 9 horas y 47 minutos diarios al cuidado y a los oficios del hogar. En la Orinoquía invierten 9 horas y 7 minutos, siempre muy por encima del tiempo masculino, que en ambas regiones ronda las 3 horas. La economía del cuidado se vuelve más pesada donde los servicios públicos son precarios o inexistentes.

Las actividades más frecuentes asociadas a este trabajo son la preparación y suministro de alimentos, la limpieza y el cuidado de menores o personas dependientes. El 78,7% de las mujeres cocina o sirve comida, mientras que solo el 34,9% de los hombres lo hace. En labores de limpieza, el 70% de ellas participa, frente al 39,9% de ellos. En lo rural también recae sobre ellas el mantenimiento de vestuario y la compra de productos del hogar.

En términos reales, el resultado es contundente: las mujeres trabajan más de 11 horas diarias si se suman las jornadas remuneradas y no remuneradas. Esa combinación les deja poco tiempo para estudiar, emprender, acceder a empleos formales o descansar. Las dobles y triples jornadas limitan su autonomía económica, su bienestar y sus oportunidades de crecimiento profesional.

Esta situación se agrava entre mujeres migrantes. En Colombia hay 1,8 millones de personas nacidas en el exterior; el 51,5% son mujeres. Ellas dedican 9 horas y 31 minutos diarios al trabajo no remunerado, casi dos horas más que las colombianas, lo que revela una carga desproporcionada y mayor vulnerabilidad por falta de redes de apoyo.

Todo lo anterior confirma que la economía del cuidado es un pilar silencioso del desarrollo nacional. Sin embargo, al no considerarse trabajo productivo, perpetúa desigualdades profundas. El desafío sigue siendo enorme: reconocer, redistribuir y remunerar estas tareas para que millones de mujeres no sigan sosteniendo la vida sin recibir nada a cambio.

La discusión está servida. Mientras la economía nacional avanza, el tiempo de las mujeres continúa corriendo sin pausa, sin salario y con poco reconocimiento. Sin ellas, simplemente, el país no funciona.

Con información del boletín de prensa del DANE

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