Desde el inicio de sus mandatos, los nuevos gobernantes han buscado informar al público sobre sus actividades diarias a través de las redes sociales, aprovechando su alta visibilidad. Esta práctica se suma a los esfuerzos de las oficinas de prensa, centradas en transmitir mensajes institucionales y misionales.

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Sin embargo, es crucial que estas dependencias orienten a los mandatarios para evitar caer en la trampa de acciones que, en lugar de generar noticias, solo suscitan  ruido y risas. La trampa es aún mayor cuando los líderes políticos se ven tentados por la búsqueda de clics y mayor interacción, sacrificando la profundidad de la información compartida.

La comunicación política ha evolucionado, dependiendo ahora de pequeños detalles como hashtags, emojis, interacciones, y el apoyo de medios aliados que replican publicaciones efímeras. Sin embargo, es esencial recordar los principios fundamentales de la comunicación política, que buscan presentar a los líderes como seres humanos comunes y corrientes, pero preparados como gobernantes en su rol como alcaldes o gobernadores.

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En los inicios de la comunicación política, se ha subrayado la importancia de que los políticos se comuniquen directamente con el público. La comunicación efectiva implica un lenguaje sencillo y coloquial, involucrando a los receptores en el mensaje. Esto desafía la hegemonía del discurso unánime generado por los medios tradicionales.

En este contexto, es crucial recordar la importancia de la empatía en la comunicación pública. Los líderes políticos deben abordar los problemas junto con los ciudadanos, mostrando que comparten el impacto de los sucesos. Sin embargo, siempre deben mantener el respeto y la creatividad en el mensaje, evitando caer en la trampa de creer que acciones superficiales generan soluciones duraderas.

Señores mandatarios, no caigan en la trampa de la comunicación sin importancia. Aunque pueda generar beneficios a corto plazo, la ciudadanía eventualmente pasa factura, evaluando al líder político según su desempeño a lo largo del mandato. La comunicación política efectiva debe ser un esfuerzo constante y significativo, buscando siempre el equilibrio entre informar, dar soluciones y por último entretener.