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Internacional: Ultraderecha europea, panorama de Huawei y Kirchner de regreso al poder

Internacional: Ultraderecha europea, panorama de Huawei y Kirchner de regreso al poder

Síntesis internacional


La Europa de las ultraderechas

Si se cumplen las previsiones que circulaban al cierre de esta edición, los partidos de extrema derecha podrían lograr entre el 20% y el 35% de los escaños del Parlamento Europeo, siempre y cuando se unan a la plataforma propuesta y liderada por el vicepresidente italiano Matteo Salvini.

una representación populista podría, por primera vez, obstaculizar y hasta paralizar el funcionamiento de las instituciones comunitarias, sobre todo si se les une en las votaciones el PiS polaco y el Fidesz del primer ministro húngaro, Víktor Orbán, actualmente suspendido del Partido Popular Europeo (PPE).

Además de aprobar o rechazar leyes, los populistas podrían bloquear tratados comerciales, presupuestos comunitarios y condicionar el nombramiento de las altas autoridades de la Unión Europea.

En una reciente entrevista, Orbán trazó una línea roja: el Rassemblement National de Marine Le Pen está excluido del juego de las alianzas, porque fuera de su común obsesión con la inmigración irregular, el islam, la globalización y Bruselas, el bloque ultra tiene poco en común.

Las diferencias de la “Internacional Populista” son grandes en cuanto a las relaciones con Rusia y China, el reparto de refugiados, el Brexit y las políticas comerciales, industriales, medioambientales y agrícolas. Mientras que los partidos del norte quieren reducirlas aportaciones a los presupuestos de la UE, Polonia y Hungría no pueden prescindir de los fondos de cohesión.

En Milán, Salvini, hombre fuerte del gobierno italiano, y sus invitados de 11 países –entre ellos Le Pen, el holandés Geert Wilders y Jörg Meuthen de la alemana AfD– prometieron una “Europa de las naciones soberanas” que devolverá el poder a los gobiernos nacionales.

Sin embargo, en la Piazza del Duomo ondearon banderas nacionalistas toscanas y padanas. La Liga podría lograr el 30% del voto de los italianos, frente al 6,2% que obtuvo en 2014. El grueso de ese voto proviene de la Italia “vacía”, que incluye al 25% de la población y el 65% del territorio, todos afectados por el cierre de hospitales, colegios y líneas ferroviarias rurales.

En una entrevista en el diario austriaco Kleine Zeitung, Orbán sostiene que el futuro de Europa es el modelo de Austria: una coalición entre partidos de centroderecha y ultranacionalistas. La paradoja es que algunos de esos movimientos parecen tener más en cuenta los intereses rusos que los europeos. El canciller Sebastian Kurz ha tenido que

convocar elecciones anticipadas después de que Heinz-Christian Strache, líder del partido de ultraderecha y socio de la coalición gubernamental austriaca, se viera involucrado en un escándalo de venta de favores a una supuesta oligarca rusa.

Salvini, Le Pen y Orbán no ocultan su admiración por Vladímir Putin, a quien el andatario húngaro recibió en una visita oficial en 2015 tras la anexión rusa de Crimea. En noviembre, Hungría envió de regreso a Moscú a dos traficantes de armas rusos, ignorando una solicitud de extradición de Estados Unidos.

El partido de Le Pen obtuvo un crédito de nueve millones de euros de un banco estatal ruso. Italia, por su parte, ha criticado reiteradamente las sanciones a Moscú. Cuando Donald Trump recibió a Orbán en la Casa Blanca, no criticó que Hungría gaste solo el 1,15% de su PIB en defensa, una de las cifras más bajas de la OTAN. Tampoco mencionó su creciente dependencia del gas ruso, que siempre recuerda cuando se trata de Alemania.

Al parecer, Orbán quiere lograr el apoyo de Trump para acercar la UE a Moscú. El Parlamento húngaro aún no ha ratificado un acuerdo con Washington para la modernización de sus fuerzas militares con misiles y equipos estadounidenses.

Budapest será además la nueva sede del International Investment Bank ruso, cuyos empleados tendrán amplia libertad de movimientos en territorio comunitario. Solo hay tres países inmunes a la ultraderecha: Portugal, Irlanda y Malta.

Los tres tienen algo en común: sus ciudadanos valoran mucho sus democracias y a la UE. En Malta e Irlanda el 93% y el 91%, respectivamente, creen que se han beneficiado de su pertenencia al club comunitario. En Portugal esa cifra es del 78%. También los tres ocupan lugares destacados en el World Happiness Report de Naciones Unidas, que tiene en cuenta factores como las redes de apoyo social o la expectativa de vida para medir el grado de felicidad de una sociedad. Irlanda ocupa el puesto 16 y Malta el 22.


Malos tiempos para Huawei

La lucha entre EEUU y China por el control de tecnologías estratégicas como la 5G, que dominará la siguiente fase de la revolución digital, ha puesto a la UE ante el dilema de unirse o no al boicot de la superpotencia contra Huawei.

Pocos dudan de que confiar a Huawei infraestructuras claves como las redes de fibra óptica conlleva riesgos. Pero intentar sacar al gigante chino del mercado, como quiere la Casa Blanca, es entrar en un terreno minado porque podría significar la aparición de un telón de acero digital entre China y el resto del mundo.

De hecho, China prohíbe el acceso a su mercado interno de Google, Amazon o Facebook, mientras que compañías como Alibaba, Tencent o Huawei han crecido fuera de su país sin limitación alguna.

La Casa Blanca ha prohibido a las compañías de EEUU vender a Huawei –que controla el 28% del mercado global de equipos de telecomunicaciones– cualquier software o hardware para sus teléfonos móviles y redes.

En ese sector, el gigante de Shenzhen ha barrido a competidores como Cisco, Nokia y Ericsson. Huawei ya vende más teléfonos que Apple y solo está por detrás de Samsung. Pero ahora no podrá seguir en el sistema Android de Google, lo que hará casi inservibles sus teléfonos fuera de China.

En el país asiático, la compañía emplea su propio sistema operativo, pero le va a ser muy difícil exportarlo sin acceso a muchas aplicaciones como Google Maps o YouTube, entre otras. En 2018, China importó semiconductores por valor de 300.000 millones de dólares: más de lo que gastó en importar petróleo.

Según Christopher Johnson, exanalista de la CIA y hoy del Center for Strategic and International Studies de Washington, si la campaña de Donald Trump tiene éxito, demostrará que la imagen de China como “una alternativa a Occidente” es un espejismo. Sin su tecnología, el gigante tiene los pies de barro.

Nadie ha podido probar que Huawei utiliza su tecnología para espiar, pero el hecho de que esa posibilidad exista justifica las suspicacias occidentales. De la 5G, 100 veces más rápida que la 4G, dependerá el control de las infraestructuras eléctricas, el transporte ferroviario, los servicios urbanos y los sistemas de defensa, es decir, la columna vertebral de la economía moderna.

El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, ha advertido de que las llamadas “puertas traseras” del software de Huawei están diseñadas para permitir acceder a datos privados. Hace unos años, Vodafone encontró escondidas unas cuantas de esas puertas en sus routers.

Australia, Nueva Zelanda y Japón han renunciado a los servicios y productos de Huawei mientras que Reino Unido los ha limitado a sectores no estratégicos. En enero, la empresa fue acusada en EEUU de fraude electrónico, espionaje industrial, lavado de dinero y obstrucción a la justicia, entre otros delitos. China ha espiado desde tecnología del avión invisible F-35 de Lockheed Martin a las bases de datos de millones de empleados públicos de EEUU.

El fundador y CEO de Huawei, Ren Zhengfei, miembro del PCCh, ha dicho que desde hace años veía inevitable un conflicto con EEUU. La UE tendrá que definir su posición más pronto que tarde. Emmanuel Macron asegura que Francia no va a “capitular” ante las presiones de Washington.

Alemania tampoco parece dispuesta a vetar a Huawei. En Reino Unido, Nick Read, CEO de Vodafone, ha advertido que el veto a sus equipos podría retrasar considerablemente el despliegue de la 5G en el viejo continente.

Huawei fabrica unidades de radio remotas usadas en las torres de comunicaciones, chips multimodales y hasta teléfonos 5G. El problema es que la compañía, que factura 105.000 millones de dólares al año, vende la mitad de sus teléfonos y tabletas fuera de China.

La incógnita es si EEUU está decidido a llegar hasta el final: la destrucción de Huawei, que en 2018 compró 11.000 millones de dólares en componentes de 33 compañías estadounidenses, entre ellas Qualcomm, Micron, Oracle e Intel.

La estrategia de Trump a largo plazo es frenar el ascenso tecnológico de China, ya responsable del 37% de las exportaciones mundiales de tecnología digital y a punto de superar a EEUU también en patentes registradas, con 53.345 en 2018. Una de cada 10 fueron de Huawei.


Fernández al gobierno, Cristina al poder

La decisión de Cristina Fernández de presentarse a la vicepresidencia en una fórmula que presidirá Alberto Fernández, jefe de gabinete de Néstor Kirchner, ha desconcertado a los analistas argentinos, que esperaban que la expresidenta encabezara la campaña peronista.

Por primera vez, un candidato a vicepresidente ha anunciado quién será el candidato a presidente. Y esa sorpresa podría no ser la última. Tras el teatral golpe de efecto de la exmandataria –un no, pero sí– se percibía el lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder” de 1973, que permitió al fundador del justicialismo sortear el viejo veto militar a su candidatura.

Héctor Cámpora ocupó la presidencia durante 49 días, hasta que dimitió para que Juan Domingo Perón, su vicepresidente, asumiera el cargo. De hecho, al anunciar su candidatura, Cristina Fernández dijo que se colocaba en segundo lugar para “tener el honor de conducir los destinos de nuestra patria”.

Un editorial de La Nación recordó que Fidel Castro y Vladímir Putin utilizaron ardides similares para gobernar sin cortapisas formales y sin el agobio de la gestión diaria. En Página 12, el propio Fernández dijo tras su designación que “Cristina es el centro de la política argentina”.

Probablemente, los kirchneristas creen que un perfil más bajo de la candidata ayudará a calmar los mercados, al borde de la ansiedad crónica desde que se hizo factible el regreso al poder del kirchnerismo.

El actual riesgo-país señala un 50% de posibilidades de que Argentina caiga en default antes de 2024. Desde que gobierna Mauricio Macri, la deuda externa ha pasado de 157.000 millones de dólares a 278.000 millones. En diciembre de 2017, su gobierno anunció que el banco central elevaría su meta de inflación, dejando claro que en lugar de recortar el gasto público iba a imprimir dinero. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo para Macri.

En 2018, el FMI concedió a Argentina un préstamo de 56.300 millones de dólares, el 35-40% de la deuda actual. Entre 2022 y 2023 el país tiene vencimientos por valor de 57.000 millones.

El país austral ha tenido ocho defaults soberanos desde 1810. Hace un año, Macri parecía fortalecido por una victoria electoral legislativa y una economía que crecía al 3,6%. Hoy la inflación ronda el 4% mensual, la pobreza el 32% y las perspectivas de reelección de Macri son inciertas.

El kirchnerismo no las tiene todas consigo, sin embargo. El caudal principal de votos le pertenece a Cristina Fernández, por lo que dar un paso al lado puede restarle apoyos vitales en primera o segunda vuelta.

La reciente victoria en Córdoba de Juan Schiaretti, peronista moderado que asegura que el kirchnerismo pertenece a “otro espacio político”, demuestra lo dividido que está el justicialismo en el año del centenario de la muerte de Eva Perón.

Alberto Fernández tiene una relación fluida con Schiaretti y Sergio Massa, otro líder peronista que podría presentarse.

Pero no tiene votos ni territorio propio. En varias ocasiones criticó a la expresidenta por su gestión económica y sus injerencias en asuntos judiciales. Aunque no sería extraño que sea él quien, desde el poder, la indulte. De hecho, ya ha asegurado que si gana tendrá que “revisar muchas sentencias porque Cristina es una víctima del sistema judicial”, puntualizando que los magistrados “van a tener que explicar sus barrabasadas”.

La Asociación de Funcionarios de la Justicia ha considerado una amenaza esas palabras.

Si se presentan juntos, los peronistas están seguros de que ganarán en primera vuelta, lo que creen facilitaría la negociación con el FMI. El problema es que Alberto Fernández nunca ganó una elección por su cuenta. Solo fue diputado de la capital, su distrito, en los años noventa.

Y si Massa se suma al kirchnerismo, el camino quedará despejado para la candidatura de Roberto Lavagna, ministro de Economía de Kirchner, lo que en principio le permitiría romper la polarización entre Macri y Cristina Fernández.

Con su gesto, la expresidenta ha aliviado algo la presión judicial que sufre desde que dejó el gobierno. Lázaro Báez, Julio de Vido y José López, altos funcionarios de su gobierno, están involucrados en casos de corrupción. López aseguró a la justicia que los nueve millones de dólares que escondió en un convento eran de ella. Al menos, el 10 de diciembre un presidente no peronista culminará su mandato, por primera vez desde 1928.

Información suministrada por el Informe Semanal de Política Exterior.

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