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El mal silencioso cada vez más frecuente en los jóvenes universitarios
“Después de la pandemia, en la que el principal medio de conexión era el entorno digital (computadores, celular, plataformas y demás), nos volvimos más cercanos a ese medio de relacionamiento”, concluye el estudio
"Cuando a uno lo bloquean, uno se siente renegado...", "Es algo existencial porque lo hace sentir a uno como fuera de lo social y uno quiere estar incluido...", "Se siente como un vacío porque un celular ya es parte de uno...". Estos son algunos de los testimonios de estudiantes consultados durante la investigación de un grupo de docentes del Politécnico Grancolombiano sobre el Síndrome FOMO.
¿De qué se trata el síndrome? El término FOMO fue acuñado por el Dr. Dan Herman y puede traducirse como el miedo a estar fuera o el miedo a perderse de algo, que se relaciona con el malestar psicológico general. El proyecto de investigación se enfocó en analizar qué es el FOMO, cómo surge, sus causas, efectos y la manera en que los estudiantes del Politécnico Grancolombiano son conscientes del impacto que tiene en ellos.
Y es que el FOMO ha ido ocupando un espacio importante en los hogares colombianos. Quienes padecen del síndrome están pendientes a la ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales. En el ambiente educativo, el estudiante se encuentra interconectado por medio de las redes sociales y en muchas ocasiones se ve envuelto en la ansiedad que genera el no estar presente en eventos sociales importantes.
La investigación se realizó a través de la observación directa in situ para registro de las prácticas de consumo digital de los estudiantes, además de entrevistas a expertos en el tema (psiquiatras y psicólogos), entrevistas a estudiantes de pregrado de la institución que ya han sido diagnosticados con ansiedad y depresión crónica, y grupos focales con la participación de 120 estudiantes de los programas Mercadeo y Publicidad, Diseño Gráfico y Comunicación Digital.
Según los investigadores, los resultados fueron preocupantes. Los primeros hallazgos revelaron que las prácticas de consumo digital están motivadas por largas horas de procrastinación, esto quiere decir que los estudiantes tienen el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben realizarse, sustituyéndolas por el uso de sus dispositivos digitales. Y es que, según la investigación, los estudiantes consultados tienen un consumo digital que toma casi el 100 % de su tiempo.
Otro de los hallazgos es que el FOMO interfiere en las acciones de la vida cotidiana, en los hábitos de estudio y, por lo tanto, en la disciplina, la concentración y la capacidad de aprender y generar conocimiento. Los investigadores manifestaron que los estudiantes dicen ser conscientes de las situaciones que les rodea, aseguran que los celulares los hacen “estúpidos”, piensan que todos se quieren comunicar y que se creen importantes.
Una cifra alarmante: más del 90 % de los estudiantes entrevistados coinciden en que no pueden vivir con serenidad cuando no están con el celular o se sienten desconectados. Para los docentes, la investigación reafirma la relación que existe entre el alto uso del internet y el incremento en los niveles de depresión, alteraciones del humor, ansiedad o impaciencia.
Después de la pandemia, más dependencia
“Después de pasar la pandemia, en la que el principal medio de conexión era el entorno digital (computadores, celular, plataformas y demás), nos volvimos más cercanos a ese medio de relacionamiento y, cuando nos alejamos de él, tenemos ciertas incomodidades. De acuerdo con eso, hemos entendido que acercarnos a la tecnología nos ha llevado a descubrir nuevas facetas y nuevos temores que antes no teníamos”, afirma Susana Castañeda, docente investigadora.
La también docente Patricia Bustamante manifestó que “las conclusiones de la indagación evidencian la necesidad de generar planes y programas de acciones preventivas orientadas a la comprensión de qué significa el FOMO, cuáles son sus implicaciones tanto a nivel individual como social y cómo se puede contribuir desde el ámbito personal, familiar y social a su prevención o, eventualmente, a su tratamiento terapéutico”.
Necesidad de mejorar comunicación en las familias
Los especialistas y expertos consultados durante la investigación señalan la importancia de prevenir el desarrollo del Síndrome FOMO mejorando los niveles de comunicación al interior de la familia, enseñando el uso adecuado de las redes sociales y estando atentos a los problemas mentales y psicológicos que puede tener el niño, la niña o el joven. Además, se ratifica la necesidad de generar estrategias preventivas en el sector educativo, ya que la relación entre FOMO y otras patologías, se evidencia en el desempeño académico.
Harvey Murcia, director de la Escuela Comunicación Artes Visuales y Digitales del Politécnico Grancolombiano, hace un llamado a las instituciones de educación superior a “asumir los efectos contemporáneos para que podamos ser mucho más efectivos frente a los desafíos que estamos teniendo a partir de la digitalización”. Señaló que no es un fenómeno de los contenidos, sino que tiene que ver con las relaciones sociales y dimensiones psicológicas y afectivas.
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Paula Andrea Velásquez, coordinadora académica del programa de Comunicación Digital, advierte que “es un tema pertinente y oportuno porque estamos indagando sobre lo que le está pasando a nuestros jóvenes, los últimos indicadores de Medicina Legal dicen que, desde el 2021 hasta julio de 2022 aumentó el suicidio en Colombia, en ese periodo perdieron la vida 4159 personas, de las cuales 1714 eran menores de 29 años”.
Para finalizar, los académicos brindan algunas recomendaciones a personas que estén padeciendo el síndrome. Algunas son: compartir tiempo calidad con los seres queridos en lugares físicos y de manera presencial, entender que lo que se ve en las redes sociales no siempre es real, apagar las notificaciones de las aplicaciones y dejar solamente las más importantes, y aprender a priorizar los tiempos del día para tener tiempos de conexión online y otros tiempos en vivo.
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