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Desfile militar del 20 de Julio en Ibagué y sus héroes anónimos

Desfile militar del 20 de Julio en Ibagué y sus héroes anónimos

Niños, mujeres, personas de la tercera edad y familias enteras vestidos con la camiseta de la selección Colombia, se agolparon en la avenida quinta desde la calle 42 hasta la calle 80, para observar el tradicional desfile militar que se les ha convertido en un ritual patrio cada año.  

Es una herencia que se traslada de generación en generación y que ahora con la celebración del Bicentenario de la Independencia y los 209 años de la firma del Acta de la Resolución de 1810, que no fue tal sino un retoque al establecimiento de la época, de todas maneras los nuevos criollos disfrutan y celebran este espectáculo marcial que recorre las principales calles de ciudades y pueblos.

Sin embargo, existen hechos que se han reflejado en los últimos días y las últimas horas, que dejan mucho que desear, cuando oficiales, suboficiales, soldados y policías de la reserva, han tenido que realizar manifestaciones en diversos sitios del país para reclamar salud, protección social y incrementos en sus pensiones.

De todas maneras, este fue un desfile colorido dónde participó el Ejército, Fuerza Aérea, Policía y organismos de socorro como Bomberos y la Defensa Civil, además el Inpec y las bandas musicales de varios planteles educativos, que fueron aplaudidas a su paso.

Pero de esta celebración no podían quedarse aquellos hombres que hicieron parte en algún momento de las fuerzas militares y, que,  por circunstancias adversas, resultaron con lesiones severas que los dejaron marcados de por vida, algunos combatiendo, otros en ejercicio de su profesión y que se convirtieron en los protagonistas de este evento.

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Es el caso del sargento en uso de buen retiro Carlos Alberto Rojas, quien hizo parte de la Fuerza Aérea Colombiana, el cual dijo que se siente complacido por haber participado en este desfile de los héroes de la patria y que lo hubiesen tenido en cuenta.

Expresó que: “hace unos años resulté lesionado cuando me encontraba en servicio al interior de la escuela de suboficiales de la Fuerza Aérea”. Esto lo dejó postrado en una silla de ruedas, sin embargo y pese ello ha recibido el amor y apoyo de su familia que cada día le ha dado impulso para continuar adelante.

Con trece años de casado se siente útil, “aunque queda uno solamente vinculado de corazón a la institución”, dice este hombre pues lastimosamente ya no interviene en nada, tan sólo con los servicios médicos, los cuales no son los mejores.

Con una tristeza que refleja en su mirada y recuerdos no gratos en su mente, manifiesta que el no estar en la Fuerza Aérea, es una nostalgia que no podrá superar nunca jamás. Por eso señala este ambalemuno, que pese a esta adversidad sigue amando a su FAC.

Otro héroe de la patria que hizo parte de este desfile militar es el ex soldado profesional Samuel Vargas, oriundo del municipio de Roncesvalles quien, en 1.997, recibió varios impactos de arma de fuego en sus caderas que lo dejaron inmóvil en un combate registrado en el sector de Manzanares departamento del Meta, contra un frente de la guerrilla de las Farc.

Este hombre corpulento recuerda que ingresó a las filas del Ejército nacional en el año de 1991 y su recuperación ha sido muy lenta pues su familia se ha convertido en el pilar fundamental para la recuperación. Sin embargo, “el Estado no nos ha apoyado, aquí todo ha sido para la guerrilla, pero para nosotros no”, dijo este hombre con mucha tristeza.

Pero también encontramos a otros protagonistas de este evento como aquel joven de la Policía nacional que se llama Erwin Noriega quien es profesional y francotirador, este personaje llevaba un traje camuflado muy parecido a un árbol que cubría su rostro y cuerpo que al acercarse a nosotros y a dos niños estos comienzan a llorar debido a que no lo ven.

En medio de esto y muy cansado de haber caminado bajo el sol por tres horas pleno rayo del sol, el hombre de tez trigueña y de estatura 1.83 metros, señala que su trabajo es un poco delicado y que ser francotirador no es fácil, pues debe cargar con ese traje “guile” y un fusil barra de alta precisión. Al preguntarle si era cierto que donde ponía el ojo ponía la bala, respondió con una carcajada diciendo que en su caso es muy cierto pues lleva en esto más de cinco años y le ha tocado estar en operaciones delicadas no sólo en la zona rural del país sino en ciudades, ayudando incluso a rescatar personas.

A su lado se acerca una mujer con una pequeña y le reclama por una foto, que alcanza a ser captada por nuestro lente, luego lo dejamos para irnos a la fila a observar a dos mujeres jóvenes, una de ellas con un niño especial que era trasladado en silla de ruedas, cuenta la madre que “nos gusta traerlo así no se de cuenta porque sabemos que al escuchar las bandas marciales y los tambores el intenta responder”.

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Alrededor se aprecian muchos niños quienes quieren una foto con sus héroes preferidos, por eso el desfile de detiene por momentos, los pequeños reclaman a los carabineros, a los Policías motorizados y aquellos  hombres de acero que llevan sus caras pintadas de camuflado, luego continúan la marcha.

Vemos un vendedor de  Bon Ice, haciendo su agosto al igual que el vendedor de agua, el calor se hace insoportable y los vivas y aplausos no se hacen esperar cuando pasan los caninos de la Policía.  Más adelante familias enteras, padres, madres, hijos y aquel reservista se acerca y nos dice que: “esto me pone muy feliz pues estuve hace 50 años en el glorioso Ejército nacional, aunque todo era muy diferente, los desfiles se hacían con respeto, recuerdo que me tocó participar en varios de ellos  en Bogotá, cuando estaba de presidente Carlos Lleras Restrepo, expresa Marcos Zuluaga y desde ese momento no me pierdo ninguno”.

Por su parte Teófila Rueda, una mujer de casi 80 años de edad, de pelo blanco nos dice que se siente muy feliz de ver a su nieto participar de este desfile. Él se llama Andrés Mauricio, quien lleva vinculado al Ejército desde hace 8 años, esta mujer humilde dice que siente un orgullo de patria al verlo con su uniforme.

Ahora todos anhelamos ver un país próspero, con muchas oportunidades de vida, dónde esperamos más justicia en todo, dice otra mujer quien perdió a su hijo en un combate en el departamento de Putumayo en el año 1998, porque para ella venir a este desfile es como volver a retroceder el tiempo e incentivar ese amor por su hijo Carlos Eduardo a quien extraña día tras día.

El desfile del 20 de Julio, es una contradicción entre las glorias del Ejército y los gobiernos de turno, por defender una patria que muchos consideran excluyente, y la realidad que viven los intrigantes de la Fuerza Pública que tienen que acudir hasta la protesta defender sus derechos y luchar por sus reivindicaciones. 

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