La música además de ser un alimento para el espíritu, es un bálsamo para la penas, una incitación al valor y un mensaje a la resistencia. 

Nada mejor ni llamativa la idea de quienes pensaron en la entonación del Bunde Tolimense, este domingo 12 de abril, a las 7:00 de la noche, como una forma no solo de celebrar los 159 años de fundación del departamento, sino de un canto de unión y de esperanza ante la noche aciaga que vive la humanidad con la pandemia del Covid-19.

Esta es la oportunidad de sacar a relucir el valor de la raza Pijao. Esa que se evoca en la música que le puso a nuestro himno el maestro Alberto Castilla, y la letra de Nicanor Velásquez Ortiz, que si bien para unos es una canción de llano y vaquería, que deja a la cordillera por fuera, de todas maneras es un símbolo que une a toda la geografía del Tolima, y a toda la tribu. 

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No de otra manera, podemos celebrar este muevo aniversario en las circunstancias actuales que unidos, por irreconciliables que parezcan las diferencias políticas, sociales, económicas y culturales, entre otras; por encima de ellas, debe estar la divisa Vinotinto y Oro que nos identifica, como un pueblo aguerrido y luchador que no se rinde ante las dificultades. 

Por eso, este himno de aires musicales autóctonos, es también una mezcla que identifica a ritmos como el Bambuco, el Torbellino, y en especial las Guabinas características de esta región del Tolima Grande, según los especialistas en música tolimense. Y este es uno de los aciertos que se le adjudican al maestro Castilla, de haber hecho una fusión de cantos folclóricos del Tolima y del país.
   
El Bunde, como expresión calentana fue compuesto en El Espinal el 10 de septiembre de 1914 y declarado himno oficial del departamento según el artículo 2o. de la Ordenanza 66 de diciembre 15 de 1959.

Esta mezcla de ritmos nos recuerda nuestros  ancestros y nuestra riqueza étnica y cultural de la raza Pijao, nutrida de mitos, alegorías, leyendas y símbolos, que expresan alegrías y tristezas de los aborígenes despojados de sus tierras y su cultura por el invasor español, reducidos a la esclavitud y la miseria. 

La letra de Nicanor Velásquez Ortiz, nos lleva al sol que abraza como astro rey y de adoración de nuestros antepasados; al río Magdalena como vena y arteria principal que recorre 14 municipios de nuestra geografía tolimense, cuna de mitos, del Mohán, La Pata Sola, la Madre de Agua, La Llorona, generador de riqueza para pescadores y pescado para nuestro pueblo. Pero también nos conduce a la inefable sentencia de lo que se abre debe cerrarse: "Nacer, vivir, morir, amando el Magdalena". 

El Bunde hace un recorrido por nuestra existencia y toca fibras antagónicas como las penas que se hacen "buenas y alegre el existir", donde "el aguardiente es más valiente y leal", como una forma de ahogar la nostalgia y las tristezas, pero a la vez un acicate para recobrar la alegría.

 Es el recuerdo de un pueblo que comenzó tomando guarapo, pasó al alambique y luego al licor embotellado en una fabrica legal. 

Este pentagrama que nos une y nos convoca a resistir en esta jornada tan dolorosa que estamos atravesando por motivos del Covid-19, es el que nos da identidad de pueblo guerrero y generoso. De raza indomable y erguida que recibe golpes pero no se rinde. 

Nos apartamos de las diferencias superficiales o profundas que hayamos tenido, si se han tenido, y nos unimos fervorosos a la invitación de cantar por el Tolima. En esencia somos eso, una tierra de música , tristezas, alegrías y sonidos. 
 
La gobernación del Tolima, presidida por el gobernador Ricardo Orozco invita a preparar nuestras gargantas para unirlas a los miles de tolimenses que este domingo en una sola voz entonarán El Bunde de Castilla, El Bunde de Nicanor Velásquez Ortiz.

Cuando suena El Bunde es nuestra historia que corre por la venas.