Política
Un conflicto que se pudo evitar
Las clases dominantes, especialmente en las hegemonías conservadoras, los sectores agrarios del Tolima y los Llanos Orientales, de origen liberal, se vieron obligados a conformar grupos armados para defenderse de la arremetida de los terratenientes que apoyados por el ejército y policía de la época, instituciones politizadas por lo demás, se dieron a la tarea de barrer a sangre y fuego con las zonas rojas. Esto se remonta a los años 40 del siglo pasado, cuando se inicia la llamada violencia bipartidista de liberales y conservadores, exacerbada con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948.
En el sur del Tolima, este fenómeno se presentó como un reagrupamiento de familias desplazadas desde el Cauca, que son recibidas en la hacienda El Davis (Rioblanco), donde se encontraban Los Loaiza, al mando del general Genaro Loaiza, legendario guerrillero liberal y primer comandante de la insurgencia en el departamento.
Otro de los líderes de esta incipiente guerrilla liberal era Pedro Antonio Marín, más adelante conocido como Manuel Marulanda Vélez, seudónimo que tomó de un dirigente sindical asesinado. Este dirigente agrario era natural de Génova (Quindío) y cuñado del general Loaiza.
Transcurría el año 1952, El Davis, un hato ganadero, se convirtió en el sitio de concentración de la guerrilla y de los desplazados que llegaban en busca de protección de sus vidas, allí, también funcionó el Comando Central Unificado de las guerrilleas, ya con notoria presencia del partido comunista que había enviado dirigentes al lugar, según lo relata Jaime Guaracas, uno de los guerrilleros más viejos del mundo y que confirma Jacobo Arenas, en su libro La Resistencia de Marquetalia.
En este escenario, Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda Vélez, hizo su tránsito de liberal a comunista. El liberalismo que orientaba la lucha armada en el sur del Tolima, donde sus principales centros eran: Rioblanco, Chaparral, Planadas, Ataco y Natagaima, se dividió entre “Limpios” y “Comunes”, los primeros eran los liberales puros comandados por José María Oviedo, conocido con el nombre de “Mariachi”, y los segundos, de orientación comunista, por Jacobo Prías Alape (Charro Negro), quien fue asesinado precisamente por su amigo Oviedo, en el corregimiento de Gaitania (Planadas),el 11 de enero de 1960, dentro de la contienda interna que libraron estas facciones de la naciente guerrilla.
Pese a los intentos que se hicieron en 1955, por unificar estos sectores en la primera conferencia guerrilla (130 hombres de ambas corrientes), fracasaron y los “Limpios”, pasaron al lado del gobierno y los “Comunes”, continuaron la lucha armada para posteriormente en 1964, terminar en el movimiento guerrillero más antiguo del continente conocido como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Esto demuestra que el origen de la insurgencia en nuestro país, fue inminentemente liberal, y que las Farc, desde entonces contaron con un proyecto político, una plataforma de lucha y unos estatutos netamente de origen campesino. De allí, que el primer acuerdo de las negociaciones de La Habana, haya sido el problema agrario de nuestro país.
Marquetalia, símbolo de las Farc
Marquetalia, una vereda o pequeño territorio del corregimiento de Gaitania, en el municipio de Planadas, sur del Tolima, fue un enclave de guerrilla comunista que no entregaron las armas luego de la violencia bipartidista de los años 50, donde se refugiaron en la agreste zona montañosa de la Cordillera Central, buscando escapar al a las acciones del ejército y de las autoridades.
Aquí, las Farc tuvieron su primer santuario, donde también encontraron asilo familias campesinas que desplazadas por de la violencia de otros sectores como el oriente del Tolima. Se formo un caserío que posteriormente fue conocido como una de las Repúblicas Independientes del país. Sus principales dirigentes eran; Manuel Marulanda Vélez “Tirofijo” y Luis Alberto Morantes , conocido como Jacobo Arenas.
En un debate en el Congreso de la República, el 11 de octubre de 1961, el entonces senador Álvaro Gómez Hurtado, denunció la existencia de unas repúblicas independientes que no reconocían la soberanía del Estado Colombiano, donde ni ejercito podía entrar; entre ellas, mencionó a Marquetalia, Riochiquito, la región del Sumapaz y el Vichada.
Ante estas denuncias, el 14 de mayo de 1964, se dio inicio a la Operación Marquetalia, una gigantesca acción militar con 16 mil soldados por aire y tierra, dentro del Plan Laso (Latin American Security Operation), financiado y asesorado por el gobierno de los Estados Unidos, en desarrollo un capítulo de la llamada Guerra Fría contra las guerrillas comunistas de la región.
Los 52 insurgentes que al mando de Marulanda Vélez, resistieron aquella arremetida, en obvias condiciones de desigualdad, salieron hacia Riochiquito, El Pato y Guayabero, solo perdieron a tres o cuatro de sus integrantes; y hoy, en número infinitamente superior, más de siete mil-ocho mil, no se sabe con precisión la cifra, son los que acaban de llegar a un acuerdo final del conflicto armado en La Habana, con el gobierno nacional para poner fin la fratricida guerra que hemos vivido por 52 años. Un número cabalístico para los agoreros, por tratarse este del mismo número de hombres que salieron de Marquetalia y que se extendieron por todo el país, con las consecuencias conocidas por todos.
Y pensar que este derrame de sangre que se registra desde entonces, con miles de muertos, lo habían podido evitar, si el gobierno de Guillermo León Valencia, atiende la famosa carta que Manuel Marulanda Vélez, le envió 10 días antes de la Operación Marquetalia, con el entonces teniente coronel José Joaquín Matallana, comandante de esta acción militar, donde solo pedía el arreglo de algunas vías terciarias y caminos vecinales, unas aves y semovientes como fomento, para dejar las armas.
Se quedó corto el maestro Darío Echandía, cuando sostuvo que Colombia era un país de cafres.
Textos: Humberto Leyton
Fotos: Suministradas
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