Política
Los 60 años del Pibe y su pensamiento político
“Los acuerdos de paz se han desvanecido”, expresa desde Barranquilla, Carlos Valderrama, uno de los jugadores más importantes en la historia del fútbol mundial. Hoy su corazón está en otro sitio, en el dolor que la violencia agazapada dibuja en la barbarie: “Ese animal desbocado que llevamos dentro, y no podemos domesticar”, esto dice el Pibe en una entrevista que concedió al portal argentino Página 12, el 8 de diciembre del 2020.
Hoy en su cumpleaños número 60, queremos presentar esa faceta de Carlos Valderrama, de la que pocos hablan y muchos escoden. El Pibe nacido en Santa Marta, es uno de los mayores virtuosos del balompié sudamericano y del mundo, en Millonarios, Junior, Deportivo Cali antes de emigrar al Montpellier y luego al Valladolid. Fue el conductor de la selección de Colombia en los mundiales de 1990, 1994 y 1998.
En esta fecha queremos reproducir en su totalidad la entrevista que hace 10 meses le realizó el precioso portal, y que presenta al Pibe desde una perspectiva política analizando la situación de nuestro país. El Pibe no solo brilla con sus mágicos pies, también con su maravillosa cabeza.
La entrevista con el título de “Carlos Valderrama: "Hay que parar la violencia, las matanzas, los asesinatos", escrita por José Luis Lanao dice:
En la semblanza de toda desilusión amanece siempre un sentimiento de desasosiego, de tristeza desamparada. La historia de Colombia es una cicatriz inmensa de sufrimiento lánguido, de odio confeso. Es la memoria atravesada de un país empecinado en decorar su vida con sus obsesiones, con espacios sombríos que, como en las ruinas de Micenas, se podía oler la sangre seca. Conviene escuchar el silencio de los muertos: los falsos muertos, los muertos vivos, los muertos sin tumbas, como un lamento hondo de acordes que forman la banda sonora de una época. La mentira nace dulce decía Valéry, y la síntesis es una propiedad del alma. “Los acuerdos de paz se han desvanecido”, expresa desde Barranquilla, Carlos Valderrama, uno de los jugadores más importantes en la historia del fútbol mundial. Hoy su corazón está en otro sitio, en el dolor que la violencia agazapada dibuja en la barbarie: “Ese animal desbocado que llevamos dentro, y no podemos domesticar”, cuenta a Página/12.
-Han regresado las matanzas, los asesinatos, la furia desatada.
-Es la historia de este país, que no nos deja vivir. La tragedia y el dolor permanente. Después de tanto esfuerzo da la impresión que estamos en el punto de partida. Se han olvidado de los acuerdos de paz.
-¿Quién se ha olvidado?
-Una parte importante de la política colombiana.
-¿El actual gobierno de Iván Duque?
-No solo. Hay otros sectores que también quieren retroceder en el tiempo, y neutralizar los acuerdos de paz, o por lo menos modificarlos. Es muy frágil la situación.
-Se han registrado más de 60 matanzas este año. Un líder social muere cada cuatro días.
-Es parte del intento por sabotear los acuerdos. Por eso es tan importante defenderlos y reafirmarse en ellos.
-“Quiero vivir en un país que tenga la capacidad de perdonar”, declarabas hace unos años.
-Sí. Sin perdón no podemos avanzar. Lo pensaba antes y lo pienso ahora. Soy un defensor de los acuerdos, cueste lo que cueste. La guerra ha sido larga, muy larga, de mucho sacrificio por parte de la sociedad colombiana. No podemos volver atrás. Hay que parar la violencia, las matanzas, los asesinatos. De todos, incluido los de una parte del Ejército. Es necesario un país que perdone.
-Se calcula en 200.000 muertos los “falsos positivos” (civiles ejecutados por Fuerzas de Seguridad del Estado como falsos guerrilleros).
-Es una tragedia enorme, muy dolorosa. Pero todas las partes deben perdonar, debemos avanzar. Es necesaria la verdad, y construir un país sin violencia.
-¿Puede cambiar el escenario político en las próximas elecciones?
-Está todo abierto. Todavía queda tiempo.
-¿Cómo se está viviendo la pandemia?
-Con precaución. La situación económica es grave. Los colegios están cerrados, los comercios empiezan a abrir poco a poco. En gran medida se están respetando los protocolos. Por suerte en mi familia no ha habido ningún contagio.
-En un país tan estigmatizado por las drogas, ¿estás de acuerdo con su despenalización?
-No lo tengo claro. Lo único que deseo es que desaparezcan.
-¿Tu vida está encaminada al fútbol de formación?
-Sí, es lo que siempre me ha gustado. Tuve la suerte de crear una escuela de fútbol en Barranquilla, con 300 alumnos, del que estoy muy orgulloso.
-¿La formación se limita solo a aspectos futbolísticos?
-No, no solo. El fútbol puede ser una muy buena herramienta para la paz, para el acercamiento, para la reconciliación, contra cualquier tipo de violencia. Intentamos también transmitir este mensaje.
-¿El fútbol de hoy peca de falta de humildad?
-En algunos aspectos sí, tal vez por la influencia de la cantidad de dinero que ha llegado. De todas formas en Europa quien más se ha beneficiado de la inyección de dinero ha sido el jugador. En mi época no se ganaba tanto.
-¿Con qué estilo futbolístico te identificas?
-Con el de Maturana, ofensivo, de recuperación del balón en todos los sectores del campo.
-¿Qué opinión te merece el fútbol argentino?
-Sigue siendo una potencia, con un prestigio enorme. Lo demuestra que el fútbol internacional se sigue nutriendo de sus jugadores.
-¿Con Maradona tenías una relación de amistad profunda?
-Sí, muy profunda. La distancia limitaba los encuentros. Lo felicité para su cumpleaños. Lo quería mucho a Diego. Tengo un dolor enorme, un dolor inmenso que no me lo puedo quitar. Lo disfruté en la cancha y fuera de ella. Fue el más grande, sin dudas. Que descanse en paz.
En un país que muerde, la realidad nunca está acabada del todo. Con la memoria desaparecida la historia se convierte en una leyenda, en un olvido, en una ficción, donde el origen del dolor está en todas partes. Carlos Valderrama quiere vivir sin culpa, sin miedo, sin infierno, sin sentirse perdido en el lugar que mejor conoce. Quiere saber quién es quién, quién quiere ser y quién no, en el teatro descarnado de la política colombiana; y quiere al otro lado de la membrana de sus párpados una paloma blanca, una paloma de paz, que pueda volar sobre el brillo estrellado de un cielo calmo y eterno.
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