Sin embargo,  tendrá una tarea muy difícil para destrabar este galimatías en que quedó el país, con el retroceso que significan una posible renegociación de los acuerdos, especialmente en tiempo, para lograr hechos efectivos y concretos de paz.

Las partes han comenzado a mostrar sus cartas. Por un lado la guerrilla, a través de su jefe máximo Rodrigo Londoño, ha manifestado que los acuerdos de La Habana tienen efectos jurídicos, mientras que el plebiscito tiene efectos políticos y le da categoría de tratado internacional. Es decir, desconoce los resultados del plebiscito; por su parte el senador Álvaro Uribe, habla de la amnistía para guerrilleros que no hayan cometido delitos de lesa humanidad y propone una ley para los militares implicados en falsos positivos, pero sin impunidad según sus palabras.

Ambas posiciones son prácticamente irreconciliables y no se acercan ni un centímetro para lograr un acuerdo. Rodrigo Londoño, en plata blanca está afirmando que los acuerdos no son renegociables y Uribe, a través de leyes quiere desconocer lo acordado en La Habana. Agregándole, el ingrediente de taponarle el paso a los jefes guerrilleros de su participación en política, cuando todos sabemos que esta es su máxima aspiración: participar e intervenir en la vida política del país.

Así las cosas, el proceso se enreda cada que transcurren las horas y el limbo se prolonga. Esta situación ya había sido planteada por diversos columnistas y analistas que se iba a presentar en caso que ganara el No, como efectivamente ocurrió. Las posiciones hasta momento, son inflexibles y todo tiende a darle la razón a quienes creían que con la victoria del No el conflicto se iba a prolongar quien sabe por cuántos años más. Ojalá esto no ocurra.

Los optimistas, piensan que la intervención de Leyva, en estos momentos pueda ser decisiva para arreglar las cargas y que su labor puede despejar los oscuros nubarrones que se ciñen sobre los cuatro años negociados y pactados en La Habana, para lograr una paz estable y duradera.

Entretanto, crucemos los dedos para que exista la suficiente sensatez y madurez entre los dirigentes y protagonistas del conflicto y más temprano que tarde, tengamos buenas noticias.