Por Óscar Viña Pardo 

Los gobiernos nacionales han sacado pecho con el Túnel de la Línea, se han jactado diciendo que este proyecto beneficia prioritariamente al Tolima, como si no fuera un megaproyecto de impacto nacional. Con el corte de cinta en el gobierno Duque se afirmó que las obras entre Cajamarca – Ibagué doble calzada estaban financiadas y eran un hecho. 

El tiempo es el peor verdugo y los problemas en ese tramo final son varios. El primero de ellos, se deriva sobre si pasa o no por el centro poblado de Cajamarca, el presidente Gustavo Petro en una de sus alocuciones lo afirmó. Pero en el municipio existe resistencia a ese paso por el epicentro del municipio. 

Luego, con el cambio de la regla fiscal, la consesionaria calculó lo que serían los nuevos costos, que se suman además al alza de materiales imprescindibles para la construcción de la doble calzada. No alcanzan los recursos, esa es una realidad y avanzar de ese 51% que indican a la fecha es complejo. 

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Por eso, debemos conformarnos con el viaducto Álvaro Mutis Jaramillo en Coello Cocora entregado el mes anterior, obra de alto impacto no solo en materia de accidentalidad, sino en reducción de tiempo. 

Con la entrada del nuevo peaje se incrementan los costos de desplazamiento y aunque existen las dos alternativas, la vía antigua sin peaje pero en deficiente estado. La mejor opción es con peaje para los que no somos viajeros frecuentes, porque para los viajeros diarios es un incremento de 26 mil pesos por trayeccto de ida y regreso. 

El problema persiste, y la doble calzada, promesa fuerte desde el gobierno de Juan Manuel Santos seguirá siendo esa ilusión de muchos y consuelo de tontos, porque no la veremos, así como nuestros bisabuelos y hasta abuelos no alcanzaron a ver el Túnel de la Línea y podrá pasar más de una década sin que eso avance. ¿Será que me volví pesimista?.