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Exaltado ibaguereño como Nuevo Creador de cine en el FICC

Exaltado ibaguereño como Nuevo Creador de cine en el FICC

 

Andrés Mahecha Rojas, es un novel director de cine, ibaguereño adoptado con todas las características de una relación paterna y materna. Nació en Bogotá, pero desde los dos años vivió en Ibagué, donde hizo su primaria en el colegio Tolimense, el bachillerato en el Cisneros y vio sus primeras películas en el desaparecido Metropol.

Hoy, Andrés Mahecha Rojas, es el ganador de una mención especial del jurado en la categoría Nuevos Creadores, en el reciente Festival Internacional de Cine de Cartagena, por su cortometraje de ficción Lulita, que es una adaptación del cuento de Andrés Caicedo.

Desde niño mostró su inclinación por ponerle movimiento, fotografía, música y lenguaje a los figuras. "Desde que lo llevamos al taller de dibujos animados de Disney, nos dimos cuenta que había nacido para el cine", nos dice su padre Carlos Alberto Mahecha, un ex-capitán de la policía, hoy  dedicado a la industria de la construcción.

Dicen quienes lo conocen bien, que este joven de 29 años, es un libre pensador, interesado en temas sociales y políticos, pero sin militancia definida, donde el ser humano es el centro de atracción y lo fundamental en su vida. No en vano el escritor caleño Andrés Caicedo, lo atrajo desde su infancia; y con su hermana Rosario, mantiene buenas relaciones y comunicación permanente.

Andrés, el ibaguereño, lleva consigo parte del mito del escritor de !Que viva la música¡, reflejado en su personalidad, su soledad, independencia y su vena de artista; pero a diferencia de aquel es poco rumbero y prefiere internarse en los libros que en la vida disipada y de oropel. Opuesto a sus dos hermanos menores, Sergio y Juan Carlos, a quienes les gusta la bullaranga y el goce.

Como algo paradójico o contracultura, a esa enseñanza escolástica que recibió en los colegios religiosos de Ibagué, donde les interesaba más que los estudiantes no llevara el pelo largo o la camisa por fuera, o ponerlos a recitar como loros resumes de obras literarias, Andrés Mahecha, rompió todos esos cartabones, se sublevo a ese pensamiento y estilo, y hoy, es un rebelde y contestatario a todo tipo de amordazamiento o castración del pensamiento. Este es el hombre que se perfila como nuevo talento del cine y audiovisuales colombianos y que gratamente nos sorprende.      

 

El Cronista.co (E.C) dialogó brevemente con Andrés Mahecha Rojas (A.M.R), quien desde los 16 años, abrazó la senda del cine, que promete convertirse en una figura relevante del llamado séptimo arte, por fortuna ibaguereño y tolimense.

E.C: ¿Cómo fue su formación?

A.M.R. Estudié en el Centro de investigación cinematográfica en Buenos Aires, Argentina. En el marco de estudios tuve la oportunidad de dirigir el cortometraje de ficción Lulita , que es una adaptación del cuento de Andrés Caicedo: Lulita, que no quiere abrir la puerta. Andrés Caicedo ha sido una inspiración para mí desde que lo leí por primera vez, a los catorce años. Desde que leí ese cuento supe que quería transformarlo al lenguaje audiovisual y gracias a un equipo maravilloso logramos hacer el cortometraje que llegó al FICCI 57 (Festival Internacional de Cine de Cartagena) y que ganó la mención especial del jurado en la categoría Nuevos Creadores .

E-C:¿Cuál es el argumento, escenarios y tiempo de duración del rodaje?

A.M.R: Lulita es un cortometraje que habla de un muchacho adolescente que va a visitar a su novia todos los domingos, pero al ver que ella no le abre la puerta, empieza a imaginar una infinidad de posibilidades gracias a su personalidad obsesiva. Tiene un tono de comedia negra y algo de una sensualidad latente que es propia de esa edad. Lo filmamos en Buenos Aires, Pilar y Luján, pero la idea era retratar la ciudad de Cali en la época de los setenta. La salsa es la música principal durante todo el corto, y varias de las canciones pertenecen a la lista de preferidas de Andrés Caicedo. La realización tardó unos seis meses, entre la preparación, financiación, rodaje y posproducción.

E-C: ¿Significado del premio o reconocimiento que recibió?

A.M.R: Quedar seleccionados en la competencia Nuevos Creadores del FICCI 57, fue una alegría inmensa para todo el equipo, y esa alegría fue aún mayor al recibir la mención especial del jurado. Ese mérito es de todo el equipo que puso más de la cuenta para poder hacer la obra. Fue un reto recrear la ciudad de Cali en Argentina, pero la gente que ve el corto muchas veces cree que fue filmado en Colombia. El premio es también un reconocimiento al espíritu “siemprevivo” de Andrés Caicedo y del eco que su obra dejó en varias generaciones, además muy oportuno puesto que se conmemoran cuarenta años de su muerte, que coinciden con la publicación de su novela Qué viva la música

E.C: ¿Cómo nace su interés por el cine, lo audiovisual?

A.M.R: Mi interés por lo audiovisual creo que nace desde muy niño, cuando los domingos me levantaba a buscar los cómics del periódico. Los cómics tienen una secuencia de imágenes similar a la concepción misma del Cine. Desde pequeño veía películas por televisión y era feliz cuando me llevaban a Cine. Para mí, como dice Fernando Vallejo, todo cine era un templo. El primer cinema al que fui en mi vida fue el Metropol en Ibagué, que lastimosamente ahora es un parqueadero. El Cine tiene la cualidad de mezclar todas las artes: la fotografía, la música, el teatro, la pintura, etc.

E.C: ¿Cuál es su pensamiento sobre el desarrollo de la industria cinematográfica y audiovisual en nuestro país? 

A.M.R: La industria cinematográfica en Colombia está creciendo y creo que la juventud se está dando cuenta de eso. El problema en realidad radica en la generación de públicos, es decir: se hacen muchas películas Colombianas pero casi nadie va a verlas. Existe ese prejuicio de que las películas colombianas son malas o de baja calidad, pero los premios internacionales dan cuenta de lo contrario, como es el caso de La Tierra y la sombra, El Abrazo de la serpiente o Leidi. El tema de públicos es algo muy complejo, porque la gente prefiere ir a ver las sagas innumerables de superhéroes antes que una película sobre la Amazonía colombiana, por dar un ejemplo. Y por otro lado, la oferta es muy similar en todas las salas. Un ejemplo perfecto es Ibagué, donde uno puede ver la cartelera de las cuatro o cinco cadenas de exhibición y son exactamente iguales, muchas veces con la mayoría de películas para niños; entonces la gente que tiene hambre de otro tipo de Cine se queda pirateando las películas en la casa porque no tienen más opciones. Yo creo que está bien que existan las películas de superhéroes y de grandes efectos especiales, pero debería haber espacios para el público que quiere ampliar el espectro, ampliar su paladar cinematográfico.

E.C: ¿Ibagué y el Tolima, cómo están en sus planes en cuanto a proyectos?

A.M.R: Ibagué es una ciudad que yo quiero mucho, y que tiene muchísmas historias que contar. Lo que veo con tristeza es que es una ciudad en la que la juventud está muy alienada y siente que la única opción para salir de la monotonía es la rumba. Sin embargo, conozco varios proyectos de tipo cultural que están dejando una semilla en la ciudad, como el caso de la casa cultural Cabuco, la productora FTZ y los ciclos de fotografía y cine que organiza el MAT. Más allá de eso, creo que es una región con muchísimas historias para contar y con muchos paisajes bellísimos para filmar, a mi me gustaría mucho poder filmar algo en el Tolima.

Textos: Humberto Leyton

Fotos: Suministradas

 

 

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