Opinión
Hablemos de educación y de qué podemos hacer para mejorarla

Por Santiago González-Plazas
*Especialista en políticas públicas. Máster en inglés como lengua internacional
¿Todo cambia menos la educación?
La educación básica, media y superior, y su relación con el desarrollo humano, continúan enfrentando retos tanto en el país como en los departamentos. Según una radiografía social y cultural del Tolima, publicada en el portal Datos Abiertos, la educación, junto con problemas estructurales del mercado laboral, incide directamente en las altas tasas de desempleo e informalidad que caracterizan al departamento. De igual forma, algunos analistas sostienen que las deficiencias en materia educativa pueden tener impactos en la convivencia y la seguridad.
En los diagnósticos realizados para la elaboración del Plan de Desarrollo Departamental, las comunidades consultadas advierten que la falta de acceso a educación y cultura —reflejada en la carencia de recursos y programas culturales y educativos— limita el desarrollo intelectual y cultural de la población, especialmente en zonas rurales y comunidades vulnerables.
Lo anterior se agrava al observar que, día a día, surgen más señales que indican que los modelos educativos en los niveles básico, medio y superior aún son renuentes a dar respuestas prácticas a las necesidades producidas por las transformaciones económicas, sociales y políticas, incluidos nuevos paradigmas en áreas como el medio ambiente, la ciencia y la tecnología, entre otros.
Un dato a tener en cuenta es la tasa de deserción escolar en el departamento del Tolima, que indica que 9.600 estudiantes abandonaron las aulas en 2023. Esto refleja las crecientes dificultades que enfrentan muchos niños y jóvenes para continuar sus estudios (Gobernación del Tolima, 2024).
Con este panorama, en Ibagué, en la sede de la librería Pérgamo, se reunieron recientemente diversas personas de distintos ámbitos para dialogar sobre educación. En el conversatorio participaron reconocidos académicos, figuras públicas, líderes estudiantiles y maestros de universidades y colegios, así como ciudadanos interesados, que plantearon sus puntos de vista sobre un tema en común: la necesidad de reformar aspectos del sistema educativo.
En la conversación se abordó la necesidad de que los modelos educativos se redireccionen hacia la formación de mejores seres humanos, más allá de simplemente formar buenos bachilleres o profesionales. Se planteó la urgencia de desarrollar modelos educativos más empáticos, que reconozcan las realidades socioculturales y afectivas de los jóvenes y los cambios culturales generacionales, en los que el uso de las tecnologías ha tenido un impacto transformador.
También se discutió sobre la necesidad de redefinir el rol del profesor, en clave de generar procesos de aprendizaje que vayan más allá de simplemente dictar clase. Además, se abordó la importancia de avanzar en la creación de sistemas de financiamiento sostenibles que contemplen un mayor gasto público y una mayor participación del sector privado.
¿Qué podemos hacer para enfrentar las enormes complejidades del sistema educativo?
En términos generales, es difícil pensar que las soluciones a los problemas locales provendrán exclusivamente desde lo nacional. Aunque las políticas nacionales pueden influir en la educación en el territorio, son los entes departamentales y municipales, junto con las comunidades —bajo los principios de gobernanza y participación ciudadana— quienes tienen en sus manos la posibilidad de generar cambios reales y sostenibles.
En educación, se necesita avanzar hacia un cambio cultural en el que valores como liderazgo, empatía y resiliencia se conviertan en pilares de soluciones tangibles a corto y mediano plazo. Conversatorios como el realizado en la librería Pérgamo demuestran que, desde lo local, existen plataformas con capacidad de liderar transformaciones en cultura y educación, a través de la promoción del diálogo, la participación abierta y el intercambio de experiencias, información y conocimiento.
Es preciso que la sociedad civil, la academia y los sectores público y privado en el Tolima motiven revisiones a fondo de experiencias transformadoras en educación y cultura. Si bien en el diálogo mencionado se abordó la experiencia “Antioquia la más educada”, que ha demostrado cómo la educación puede ser una respuesta a las violencias, también existen otras iniciativas en el país que pueden ser consideradas.
Entre estas, destacan los laboratorios de innovación pública generados en bibliotecas públicas y comunitarias en Bogotá y otras ciudades, donde de forma participativa se construyen nuevas y mejores expresiones de ciudad y ciudadanía.
El diálogo sobre educación y cultura en el Tolima debe continuar como un motor para explorar alternativas que permitan asumir, como ciudadanos e instituciones, la responsabilidad de impulsar los cambios que la sociedad requiere.
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