Editoriales
Las diferencias entre la marcha del domingo y la concentración del martes en Ibagué

Las diferencias entre la denominada "marcha del silencio" en Ibagué y otras partes del país, y la concentración convocada por la gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, son diametralmente opuestas.
Las marchas del domingo, supuestamente organizadas para apaciguar y moderar el lenguaje y las actitudes violentas en la actividad política, y para pedir por la salud del senador Miguel Uribe Turbay, se convirtieron en un campo de batalla. Hubo agresiones verbales, pancartas incitando al odio, atropellos físicos contra periodistas y algunos asistentes, y los infaltables gritos de "Fuera Petro", incluyendo la realizada en Ibagué.
En contraste, la concentración "Una luz por la vida", convocada por la gobernadora Adriana Magali Matiz en el parque Manuel Murillo Toro, fue todo lo contrario. Esta nutrida manifestación de la tarde-noche del martes 17 de junio fue un verdadero llamado a la reconciliación y un mensaje de paz, armonía y concordia entre los diferentes grupos sociales y gremiales, partidos y movimientos políticos con distintas visiones e incluso formas de actuar. Allí no se escucharon vítores ni un solo grito de "abajo contra nadie", no se exhibieron pancartas ni avisos insultando, y mucho menos los gritos de "Fuera Petro".
La manifestación "Una luz por la vida", organizada por la Gobernación del Tolima, se erige como un ejemplo de verdadero llamado a la paz y la reconciliación, sin importar las diferencias ideológicas. Se demostró que, a pesar de las distintas posturas frente a los diversos procesos de desarrollo social, es posible llegar a acuerdos en puntos mínimos y valiosos como la defensa de la paz.
Podemos unirnos para reducir el lenguaje violento en nuestras relaciones públicas, especialmente en la política, como una forma de disminuir la intensidad de la polarización. Podemos entender que es posible discutir y enfrentar los debates ideológicos y programáticos partidistas bajo mínimas normas de respeto, sin necesidad de infundir odios y ofensas.
Aunque el evento en el parque Murillo Toro estuvo matizado por manifestaciones religiosas de distintas tendencias, desde evangélicos hasta católicos, debemos reconocer que las diversas corrientes religiosas pueden tender puentes de entendimiento, tal como lo está haciendo la Iglesia Católica entre el gobierno y la oposición para atemperar los ataques mutuos. Los púlpitos deberían convertirse en centros de paz y reconciliación.
La diversidad en los diferentes campos es una muestra de la existencia de una democracia viva y activa. Los seres humanos somos diversos y tenemos pensamientos distintos sobre diversos temas, y estas discrepancias u opiniones diferentes no pueden resolverse con ataques personales y mucho menos con violencia.
El debate y la confrontación de ideas son sanos y necesarios. Desde los pensadores griegos hasta nuestros días, el pensamiento occidental ha estado presente en el desarrollo histórico de los avances sociales y políticos, con aciertos y desaciertos. Las contradicciones son naturales, y lo ideal es resolverlas con la palabra por vías pacíficas, donde la argumentación pese más que los gritos altisonantes y los hechos violentos.
Infortunadamente, nuestra historia, desde la Conspiración Septembrina en 1828, cuando se atentó contra la vida del Libertador Simón Bolívar, ha estado signada por magnicidios y atentados políticos. A inicios del siglo pasado, el general Rafael Uribe Uribe fue asesinado en las escalinatas del Congreso de la República. En 1948, se registró el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que dio origen al periodo conocido como "La violencia Liberal-Conservadora". En épocas recientes, se dieron los homicidios de los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán Sarmiento, Álvaro Gómez Hurtado y Carlos Pizarro Leongómez.
La lección que nos dejó la concentración "Una luz por la vida", convocada por la gobernadora Matiz, es una guía a seguir en eventos similares que deben propiciarse. Estos espacios son esenciales para la pedagogía de paz y reconciliación, donde los espíritus se desarmen y, al menos, podamos reunirnos por una o más horas con amigos y adversarios para reflexionar y entender que la política debe hacerse de manera civilizada.
Entendemos que esta tarea no es fácil. Llevamos toda una historia de nación donde las muertes propiciadas por razones políticas son incontables. Se hace necesario luchar contra poderes económicos y políticos que se resisten a compartir o renunciar a privilegios en una sociedad tan desigual como la colombiana. Estos poderes impiden avanzar en políticas sociales justas para sectores vulnerables y desposeídos, y en el fondo, generan el caldo de cultivo de la inconformidad por el desequilibrio abismal entre pobres y ricos.
No obstante, manifestaciones como la de este martes en Ibagué nos hacen pensar que podemos entendernos sin llegar a hacernos daño. La concentración "Una luz por la vida" de la gobernadora Adriana Magali Matiz puede convertirse en la cuota inicial para cambiar los métodos violentos de hacer política.
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