Por José Baruth Tafur G.

Abogado- Especialista U Externado

Maestrante en Comunicación Política U. Externado

Ese es el sentir de la mayoría de los ibaguereños en cada esquina, en cada conversación con el vecino.

Ese es el punto en común de los ibaguereños; la imagen de Johana Aranda y Andrés Hurtado está por el suelo. Pero no un suelo cualquiera. No. Uno fangoso, erosionado, con grietas de escándalos, investigaciones por enriquecimiento ilícito y promesas incumplidas flotando como escombros de una gestión desastrosa.

La Alcaldesa, quien llegó a la administración municipal con la promesa de ser una diferenciadora  pero resultó más de lo mismo, recordándonos el sentimiento del año 2015 cuando nos hurtaron, si  la misma  que con su sonrisa abrazó el legado del  ‘exalcalde de los puentes’,  el mismo que salió a pedir votos para su hermana Carolina Hurtado, con el argumento de ser "gente del común", pero los ciudadanos  le recordaron su mansión, las prendas de lujo y sus viajes internacionales; cómo olvidar cuando en plena posesión, la Alcaldesa  manifiesta “Cuidaré su legado”, dijo con la solemnidad de quien custodia un tesoro y no una bomba de tiempo con logo institucional.

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Y así lo hizo. Empezó a construir sobre lo construido: más burocracia reciclada, más lealtades dudosas, más marketing con Photoshop y poco cemento en las calles. Es el mismo guion con otro rostro, otra voz, pero la misma dirección detrás de cámaras.

Pero claro, como el escándalo comenzó a hacerle sombra al show, se activó el plan B: el acto de ilusionismo. De repente, la Alcaldesa decidió hacer limpieza en su gabinete y dar de baja a varios hurtadistas como quien esconde la botella antes de que llegue la visita. “Nos estamos desligando”, dicen. “Nuevo rumbo”, juran. Y uno los escucha con la misma fe con la que ve a un ratón prometiendo no comerse el queso

Porque la supuesta ruptura entre Aranda y Hurtado será una cortina de humo. Si no con gusto revisen cuantas veces la Alcaldesa va a la mansión de Hurtado en Reservas del Campestre a recibir instrucciones, una jugada de ajedrez donde el peón finge, mientras el rey le dicta las jugadas por WhatsApp. ¿Será que no hay traición, hay teatro?  El propósito es claro: que la administración salve lo que queda de imagen y los aliados políticos puedan decir “yo no fui, yo apenas llegué” cuando el ventilador de la justicia empiece a girar.

Pero que no se equivoquen los partidos que decidieron desligarse de la mala imagen y escándalos de corrupción, porque se estarían anclando con la administración municipal, graves errores estarían cometiendo quienes, por burocracia, estarían considerando meterse en esta piscina ya contaminada, deberían saber que no hay jabón que quite esa mancha. Sumado al ahora sí? Después de 1 año y medio de desconocer, ahora sí? ¡Cuando la imagen de la administración está por el piso y salpicada!.

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Apoyar esta farsa con aroma a encubrimiento no solo es un error, es un suicidio político con firma y notaría. Porque montarse en este barco no es navegar: es hundirse con estilo.

Así que sí, cuiden el legado. Pero háganlo con guantes, tapabocas, y si se puede, desde bien lejos. Que eso huele a historia repetida… y a expediente por abrir.