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Historia de un compositor: la música encontró a Sebastián, incluso fuera del Conservatorio

Historia de un compositor: la música encontró a Sebastián, incluso fuera del Conservatorio

Sebastián Oviedo es un joven y poco conocido compositor de la Capital Musical.

Por: Jhenifer Rodríguez

Dicen que, si vives unos días en una casa embrujada, puede que algún espectro de los que la habitan te siga a donde vayas, seguramente muchos fantasmas habitan el Conservatorio del Tolima y de todos ellos uno siguió a Sebastián Oviedo cuando se cambió de colegio. El alma de un escritor de canciones.

Igual que muchos niños ibaguereños, Sebastián Oviedo fue matriculado en el Conservatorio, la Institución Educativa Amina Melendro de Pulecio. No con la intención expresa de que se convirtiera en músico, sino porque durante décadas ha sido reconocida como una de las mejores instituciones educativas de la capital tolimense.


Sebastián ingresó en cuarto de primaria al Amina Melendro y su primer instrumento fue la guitarra, pero al pasar a secundaria tuvo que enfrentarse a un cambio abrupto: de la cuerda a la percusión. “Nunca me sentí cómodo”, recuerda, “pero la percusión me enseñó habilidades que hoy agradezco y aplico al componer”.

Al final, Sebastián no terminó su bachillerato en el Conservatorio porque en ese entonces su sueño era ser ingeniero electrónico y trabajar con robótica. “Salgo del Conservatorio en noveno y me paso al Joaquín París que tenía varias especialidades, dentro de eso electricidad y electrónica”, contó.

Un amor para toda la vida

En ese entonces, el énfasis musical no le pareció tan interesante. Pero como quien se enamora sin darse cuenta, la música se había convertido en pilar fundamental de la vida de Sebastián y todos a su alrededor lo notaban, incluyendo a los profesores y profesoras del Joaquín París. “Sebastián canta”, decían las profes. “Yo era como el punto fijo de todos los eventos del colegio”, recuerda entre risas.

En 2009, cuando apenas tenía 15 años, recibió su primer gran impulso al participar en una convocatoria de Cortolima para componer una canción con temática ambiental. Pasó todos los filtros, llegó a la final y empató el tercer puesto con su composición. “Fue mi primer premio como compositor y fue muy gratificante”, cuenta.

Más adelante ingresó a la Universidad del Tolima para estudiar Derecho, pero pronto comprendió que no era lo suyo. La música había vuelto para quedarse y no aceptaba un segundo lugar en la vida del joven compositor.

Aunque dejó la carrera de Derecho atrás, se quedó en el coro de la Universidad del Tolima y llegó a ser solista durante diez años, tiempo durante el cual estudió Filosofía en la UNAD y siguió escribiendo canciones que compartía con su familia y amigos.

Fito Páez y Pedro Guerra se convirtieron en sus referentes musicales, mientras que Gabriel García Márquez y la filosofía de Heráclito marcaron su forma de ver el mundo, pero también de escribir canciones. “La composición es mi camino”, dice con certeza.

Un gran músico que no llena estadios

Para Sebastián, un verdadero músico no necesariamente es el que llena estadios. Su realización artística ocurrió en una escuela rural de Roncesvalles, durante un taller de educación ambiental. Allí, al enseñar un coro sencillo a un grupo de niños y escucharlos cantar –“un poco de verde para pintar las montañas”–, sintió que su música tenía un sentido más allá del entretenimiento. Por eso, “Los colores de la montaña” es, de entre sus composiciones, una de las que más significado tiene para él.

Este año, Sebastián Oviedo dio un paso muy importante en su carrera: lanzó su primer disco, "Tragicomedia", una obra que reúne casi dos décadas de trabajo. El álbum se presentó el pasado 28 de febrero en la librería Ala de Colibrí, de Ibagué, y ya está disponible en plataformas como YouTube y Spotify.


"Tragicomedia es más que un disco: es una experiencia artística multidisciplinar donde lo musical, lo ilustrativo y lo literario se entrelazan en un relato único. Cada canción contiene un poema y una ilustración que acompañan la historia de un viaje emocional profundo, desde el éxtasis del amor hasta la soledad más cruda", expresó.

Con una visión crítica pero esperanzada del panorama musical local, Sebastián reconoce que en Ibagué hay talento de sobra. “Aquí sí hay músicos, mucho talento, pero falta apoyo, faltan espacios, falta voluntad política y cultural para sostener ese talento. Muchos terminan yéndose a Bogotá para poder despegar”, concluyó.

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