Columnistas
Día sin carro y sin moto voluntario: reflejo de un gobierno sin compromiso ambiental ni creatividad
Por Andrés Zambrano
*Concejal de Ibagué
La Alcaldía Municipal de Ibagué decidió convertir el Día sin carro y sin moto en una jornada voluntaria, debilitando así una medida diseñada para proteger el ambiente y desconociendo abiertamente la normatividad vigente en nuestra ciudad.
El Acuerdo municipal 009 de 2018 es claro: la jornada es de obligatorio cumplimiento. Convertir una medida de carácter colectivo en una opción individual vacía de sentido el propósito pedagógico y ambiental de su razón de ser, evidenciando una falta de compromiso político con la sostenibilidad y la carencia de creatividad para asumir las oportunidades y retos de este tipo de medidas.
El Día sin carro y sin moto no es un experimento pasajero. Está respaldado por compromisos nacionales e internacionales que ningún gobernante debería ignorar: el artículo 79 de la constitución política consagra el derecho colectivo a un ambiente sano, dota a los municipios de herramientas para fomentar la movilidad sostenible, la Ley 1811 de 2016 fomenta el uso de la bicicleta, la Ley 1931 de 2018 plantea acciones frente al cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible comprometen a las ciudades a ser sostenibles y resilientes. Desconocer estos marcos no es solo una falta administrativa: es un retroceso político.
Adicionalmente, los resultados en otras ciudades han evidenciado los efectos positivos de este tipo de jornadas. En Bogotá en la jornada del 2023 se evidenció una redacción del 57% partículas contaminantes, en Medellín, 2022, se registró una disminución de 35% (aproximadamente) de las emisiones de CO2. Para el caso de nuestro municipio Cortolima identificó que la actividad aportó a la reducción de un 19,34% de partículas suspendidas en el aire.
Según la Subdirección de Administración de Recursos Naturales de esta entidad, la estrategia representa “un paso más hacia la consolidación de Ibagué como una ciudad comprometida con la sostenibilidad y un llamado a adoptar prácticas cotidianas más amigables con el entorno, como el uso de bicicletas y el transporte público”.
Tanto el marco normativo, municipal, nacional e internacional, como los resultados de las mediciones realizadas por corporaciones ambientales indican que esta medida genera resultados y a la vez nos permiten conectar con la agenda por el cambio climático. ¿por qué retroceder en una política que busca reforzar esa tendencia?
Lo que Ibagué necesita no es debilitar estas jornadas, sino fortalecerlas: con estudios técnicos serios, una verdadera coordinación interinstitucional, infraestructura segura para ciclistas y peatones, actividades pedagógicas y culturales, y una alianza efectiva con el sector empresarial que convierta este día en una oportunidad económica.
Más aún, se requiere que estas iniciativas no se limiten a un evento aislado, sino que se consoliden como acciones permanentes para garantizar el desarrollo de una movilidad sostenible. Y, sobre todo, lo que la ciudad exige con urgencia es la implementación de un sistema de transporte público digno, eficiente y confiable.
La decisión de la Alcaldía de volver voluntaria la jornada del Día sin carro y sin moto no es un asunto menor: es la renuncia a ejercer liderazgo frente a uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, el cambio climático y a la vez evidencia la ausencia de creatividad para converger los retos ambientales con las necesidades económicas y de movilidad de la ciudad.
No se trata solo de un incumplimiento normativo, sino de un retroceso político que envía el mensaje equivocado a la ciudadanía: que la sostenibilidad puede esperar, que los compromisos ambientales son secundarios y que el interés colectivo puede subordinarse a la falta de creatividad de esta alcaldía.
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