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De neoconservadores, tigres, panteras y gallinas

De neoconservadores, tigres, panteras y gallinas

Por Ricardo Oviedo Arévalo
*Sociólogo, historiador, docente


Según la Sociedad de Bibliotecas Norteamericanas, PEN de América, organización que defiende los derechos humanos y la libertad de expresión relacionada especialmente a la lectura, en los últimos años, más de diez mil libros han sido retirados de los estantes de las bibliotecas públicas y académicas en diferentes Estados de la Unión, en especial en Florida e Iowa, ambos Estados conservadores.

Estas prohibiciones provienen en una gran mayoría de los gobiernos locales, en muchas ocasiones en contubernio con las asociaciones de padres de familias, textos clásicos como el origen de las especias del inmortal Charles Darwin, han sido retirados de la circulación por tener una visión evolucionista de la creación del hombre, algo que contradice la visión creacionista del fundamentalismo religioso sustentado desde el pulpito por una maraña de iglesias neo calvinistas que pululan por toda su geografía, lo mismo le ha pasado a literatura distópica como la novela de   Margaret Atwood, El Cuento de la Criada, que describe unos  Estados Unidos convertidos en una teocracia cristiana ultraconservadora y todas sus consecuencias abrumadoras para una sociedad que tiene como uno de sus mitos fundantes la libertad de expresión.

Estas prohibiciones se han incrementado en este segundo mandato del presidente Trump, quien salió elegido por el apoyo de los ultraconservadores y supremacistas blancos, que quieren reelaborar el refrito del discurso de América primero y que se agrupan en torno, por las siglas en inglés de Make América Great Again (MAGA), "Hacer a Estados Unidos grande de nuevo", que los ha llevado a censurar  la escogencia  del polémico artista puertoriqueño, Bad Bunny que se presentará en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl de 2026, el evento deportivo más importante de los USA, como lo manifiesta el comentarista Nick Adams, que se describe a sí mismo como "el autor favorito del presidente Trump, quien dijo que la elección de Bad Bunny es "una cachetada en la cara para la abrumadora mayoría de estadounidenses que apoyaron a Donald Trump", teniendo en cuenta que “el conejo Malo”, no representa la imagen del norteamericano trumpista, que hable inglés, sea neo conservador, supremacista blanco, ultra religioso y amoroso con la compra y venta de armas, al contrario el conejo, representa a las nuevas ciudadanías, corrientes culturales y musicales, que abrazan la diversidad en todos sus sentidos y además proviene de sectores minoritarios como es la cultura latina.

Este comentario de Nick, ha provocado el rechazo de algunos sectores políticos en EE.UU, como es el poderoso gobernador de California, Gavin Newsom, uno de los grandes opositores del actual presidente Trump.

Pero estos vientos del norte, también tienen sus turiferarios en la tropical Colombia y que se oyen en muchos de los vídeos y comunicados de la campaña electoral que está en curso, pero lo que sí cambia es el origen de los actores que impulsan estas nefastas políticas neo conservadoras, los áulicos criollos del presidente Trump, tienen diversos orígenes sociales y económicos  que difieren de sus “magos” patrones ojiclaros, personajes como el representante por las comunidades negras, Miguel Polo Polo, quien ha llamado en muchas ocasiones a que Estados Unidos intervenga directamente en el país, para contrarrestar al gobierno del “guerrillero Petro” y que ha desconocido su origen afrodescendiente y a las víctimas del conflicto, muchas de ellas causadas por agentes reaccionarios, hoy juzgados por la Justicia Especial para la Paz; en este caso, como con los aliados de Hitler, el representante Polo, por no ser del patrón étnico de sus patrones, estaría haciendo cola para ingresar silbando a los hornos crematorios del nazismo.

Lo mismo pasa con el candidato Abelardo de la Espriella, de Firmes por Colombia y que pretende ser un paraguas de la fauna ultraderechista y militarista de esta campaña, aunque él se cree de origen italiano, a la vista de buen cubero, lo que vemos es un costeño que se le nota el paso de indígenas y afrodescendientes,  adobado, también, con leves rasgos de inmigrantes europeos y asiáticos, un verdadero sancocho genético caribeño.

Lo reto para que se haga un test de su ADN, para ver su verdadera descendencia mitocondrial y nos demuestre su excelso pedigrí y  “pureza de sangre”, algo que no ha tenido en su polémica actividad laboral como abogado defensor, entre otros, de paramilitares, cleptócratas bolivarianos y de inversionistas como es David Murcia Guzmán, quien lo acusa de apoderarse de parte de su fortuna y protagonista, por lo tanto,  de la ruina del imperio de DMG, una de las consignas centrales de su campaña es “sacar a FECODE de las escuelas, para que entre Dios”.

Hasta hace unos meses este controvertido precandidato en las redes sociales se ufanaba de su ateísmo y de su intolerancia frente a sus contrincantes, manifestando que si gana destrozaría y destriparía a sus opositores progresistas y se presenta además,  como uno de los baluartes morales de la nación que lucharía contra la “maléfica” cultura “wok”, que tiene como uno de sus principios el reconocimiento de la variedad sexual de la sociedad; paradójicamente el mejor aliado del “tigre” es una “pantera”, con una sexualidad abiertamente bisexual, algo contrario al pensamiento religioso de los neo conservadores, con razón el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, lo ha definido como un ladroncito metrosexual.

Ante todos estos malos imitadores de estas nefastas políticas aporofóbicas contra los pueblos latinoamericanos, les sumamos al bananero Daniel Novoa del Ecuador, a Dina Boluarte del Perú y Javier Milei de Argentina, que han prendido la protesta popular en sus países, donde a nombre de la religión y la intolerancia, quieren arrebatar las conquistas sociales logradas por la lucha popular y por gobiernos realmente liberales. Hoy las calles “calientes” de estos países nos demuestran que la política de Trump, no solo es nefasta para Latinoamérica, sino también para los gringos, donde hoy, ante la escasez de huevos, alquilan gallinas ponedoras.

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