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Cuando la juventud vota por despecho

Cuando la juventud vota por despecho

Por Elí Zuleta

*Médico cirujano


Lo anterior no es un signo patológico de algún patógeno inoculado y esparcido por la derecha colombiana, es más bien una respuesta antibiótica ante la pasividad y falta de apoyo gubernamental que han recibido nuestros jóvenes durante la administración en curso.

Lo que termina siendo justamente razonable, puesto que nuestro presidente, el último Arcadio Buendía de nuestros tiempos, se vendió a sí mismo bajo una narrativa salvadora hacia la muchachada, la gallada, el mesías de los nadies.

Simuló ser el candidato del amor y de los espíritus jóvenes, rebeldes e indomables, representando muy convenientemente el clamor de una generación que por algún momento se sintió subyugada y ultrajada, que convirtieron una hecatombe nacional como la pandemia del Covid 19 en un vehículo para la expresión desproporcionada de violencia convertida en estallido social.

Un descontento motivado por una nefasta Tributaria, que fácilmente podía ser hundida en las plenarias del Senado de la República, no solo por lo ridícula que era, sino por que también desconocía el contexto de la crisis nacional.

Entre esas movidas, fue que nuestro rebelde sin causa se convirtió en ese líder del descontento popular, y la voz mesiánica de los jóvenes colombianos, e indirectamente, sedujo y motivó la movilización en masa en las calles.

Gracias a ese discurso, jovial, anárquico, carismático y disruptor fue que nuestra eterna víctima de la maquinaria política nacional, se convirtió en el presidente de los nadies, lo cual es muy diciente, puesto que a pesar de ser una persona con más de 30 años de trayectoria política, siempre se ha escudado bajo el discurso de que la democracia de nuestra ‘republiqueta bananera’ no es más que una ilusión óptica. Quizás, esa misma ilusión fue la que lo favoreció durante su vida política y su campaña presidencial.

Sin embargo y como en todo matrimonio disfuncional, la luna de miel duró poco, y el marido de la juventud colombiana mostró las costuras rápidamente una vez posesionado en Casa de Nariño, y es que sin ningún tipo de asco empezó a decepcionar a sus electores tal cual como la desilusión que se llevó la expareja de Holman Morris ante el primer tiestazo.

La frustración se hizo evidente, cuando Petro, el adalid del progresismo, empezó a traicionar a todos y cada una de las promesas de amor con las que se dispuso a engatusar a nuestra juventud. Promesas de empleo que nunca llegaron, siendo este un caso muy agudo en nuestra ciudad, la amplitud en el acceso a la educación universitaria, la condonación de créditos de Icetex y la falta de respaldo crediticio; el desfinanciamiento de la educación pública, del deporte, y lo más importante: la falta de coherencia en el discurso.

En campaña predicó amor, y durante su gobierno no hace más que pregonar el odio en cada alocución, las dudosas alianzas con personalidades misóginas, y con prontuarios criminales que harían sonrojarse a más de uno, la corrupción disparada en la UNGRD, haciendo ver que el caso de Emilio Tapia y Abudinen con los centros poblados no son más que una novatada ante el robo descarado ejecutado por esta administración. La falta de conexión con el contexto nacional, mientras predicaba el; “que Ucrania ni que ocho cuartos” lo cambió para apasionarse por cualquier causa internacional que no sea la de la paz y la tranquilidad de los colombianos.

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En ese orden de ideas, el aumento de la violencia, los desplazamientos, la falta de acción ante los crímenes de los líderes sociales, la violencia política. Las escandalosas cifras pagadas a los bodegueros, las asignaciones a cargos públicos de gente sin estudios y con títulos comprados. Hacen vivir por primera vez a esta generación los ecos que alguna vez padecimos entre los 80s y los 90s

Lo anterior permite comprender que los jóvenes en Colombia están mamados de tanta verborrea sin sentido y para ello han ejercido su descontento mediante las urnas. Sí, cabe destacar que aún hay un sector que apoya al mesías rebelde. Sin embargo, la poca participación en las urnas y calles de sus pares ideológicos, demuestra cada vez más el aislamiento político al cual ha sido condenado nuestro “buen” Arcadio.

Por lo que, aunque parezca que nuestros jóvenes están virando hacia la derecha y que partidos como el Centro Democrático se la están jugando toda por integrar y abordar nuevas narrativas performativas, no quiere decir que la nueva generación esté haciendo un viraje genuino en cuanto a su espectro político, ellos, despechados y enguayabados, tan solo buscan castigar y trollear el Petro de Ego, que digo…. El ego de Petro.

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