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Y el pueblo sonaba y ese pueblo era el Líbano
No había alternativa: era la música o era la música. Y como no existían posibilidades de adquirir una guitarra, y menos había una escuela de formación musical, recurrió a una tabla de la cama y le dibujó unas líneas que serían las cuerdas, y también marcó las notas musicales, y esa fue su primera ‘guitarra’.
En la plaza de mercado o la galería como se conoce en el Líbano, en una mañana de sábado en abril de 1990 encontró un cancionero, que sería su primera escuela musical, porque ahí aprendió las posiciones de las manos en el instrumento y así empezó a practicar Do…Re…Mi…como preparándose para el día que tuviera una guitarra de verdad.
Las primeras clases en vivo podría decirse que las recibió en un famoso tomadero de cerveza que hoy ya no existe: La Campanita. Ahí de niño vio a serenateros cantando rancheras “estas personas me enseñaron a tocar lo que ellos tocaban y yo quería aprender a tocar rock que era lo que me gustaba en la época, pero la gente me decía que tenía que aprender a tocar música colombiana”, recuerda
Evoca los años maravillosos en la escuela Heraclio Lastra, donde terminaría la primaria. Los primeros años del bachillerato en el colegio Alfonso Arango, que no pudo culminar por falta de dinero y que lo obligó a salir en la búsqueda del sueño bogotano. “Iba y venía, porque el Líbano siempre ha estado ahí”, dice.
Escuchar historias y contar historias en el parque principal del Líbano es un sello que será determinante para la creación artística de Óscar Arango Arboleda, quien antes de su viaje a España, en su última visita al Líbano para despedirse de su madre y amigos, opta por llamarse Óscar Arboleda, en reproche porque los tradicionales cedros del parque ya no los encontró verdes y frondosos como los había conocido. Entonces, para mantener algo de ese recuerdo, decide que su nombre artístico, a partir de ese momento, será ‘ Óscar Arboleda’.
Cuando llega a Bogotá solo quiere hacer música. En esa constante búsqueda de identificarse con el rock y querer ser rockero, lo lleva a hacer parte de varias bandas de este género musical, pero también desea culminar el bachillerato y lo intenta por ciclos, y se da cuenta que no es el tipo de educación que lo satisface.
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Encuentra la Biblioteca Luis Ángel Arango y ahí durante año y medio lee de todo. Se vuelve tan conocido en el lugar, que los porteros y vigilantes por poco lo adoptan. En esa biblioteca aprendió a tocar piano y con la seguridad que le daba todo el conocimiento adquirido, presenta el examen del Icfes y saca el título de bachiller con un alto puntaje. Ingresa a la Universidad Javeriana, donde se gradúa en literatura y filosofía.
Persiste en que el único camino es la música, pero llega el día del desencanto, entonces decide adentrarse en la literatura hasta cuando aparece la mujer que le vuelve a señalar el camino de la música: “Usted es artista, usted es músico y tiene talento, es hora de que regrese a la música”, y lo convence para que descuelgue la guitarra, y Óscar y Melisa Beltrán venden lo poco que tienen y empacan en una pequeña maleta, y emprenden el viaje que los llevaría a buscar la consolidación como artistas, él como músico y ella como ilustradora y diseñadora gráfica. Su destino, España y se radican en Barcelona, allí ya cumplen seis años, y donde Óscar terminó su doctorado en la Universitat de Barcelona.
Nace ‘Lejanías’
Se trata de un álbum, como se lo dijeron en la emisora de la Universidad Distrital, “que ha ido creciendo dentro de la filosofía, la música y la literatura”. Y donde el Líbano es el protagonista. “Esta es una propuesta instrumental donde se evidencian la visión filosófica, la pasión por la escritura y el amor por la música, en una clara conexión de elementos perfectamente situados para dar un mensaje de introspección al mundo”.
O como también se lo expresó el portal ‘El Rock es cultura’: “Una música y un discurso entre las fronteras, que habla de historias de la vida profunda del sedentario y el giro tecnológico del viajero, el recuerdo de la experiencia impredecible del campo y la predicción algorítmica. Una frontera de recursos, personas y tecnologías que dan origen a un disco muy íntimo, original y contemporáneo”.
Lejanías…era volver al Líbano y el Líbano sonaba a través del recuerdo de las historias, de los olores.
Lejanías: es el recuerdo de contar historias en el parque principal de ese pueblo inspirador.
Lejanías: historias, que se volvieron nueve canciones, todas con sabor al Líbano.
Lejanías: es Melisa invitándolo a retomar la guitarra.
Lejanías: un disco que les pertenece a muchos…familia, profesores, amigos.
Lejanías: es literatura pura, la otra pasión del cantautor.
Lejanías: música que tiene raíces en el Líbano pero que interpreta y hace sonar a toda América.
Lejanías: es la confluencia de un gran equipo, Pedro Vidal. Checho Fernández (Argentina), Claudi Arimany (España), Jankely Félix del Águila (Perú), Pablo Giménez (Argentina) y Fran Peinador (Costa Rica), masterizado por Magí Batalla (Brasil), y con colaboraciones de Julián Mayorga (Colombia), An Magritt Ahn (Alemania).
Lejanías: es la inspiración de Jacques Derrida, Walter Benjamín, Santiago Castro-Gómez, Aimé Césaire, Spinoza, Aurelio Arturo, Totó La Momposina, Julián Mayorga, Gustavo Santaolalla.
Lejanías: ya está disponible en todas las plataformas y se encuentra en físico en formato de libro con la edición, ilustración y pinturas de Melisa Beltrán.
Lejanías: es deseo que en el Líbano se conozca
Lejanías: 1. Después de las montañas. 2.La flor de la Tillandsia. 3. Vida. 4. Vecinos invisibles. 5. El Narrador. 6. Lejanías. 7. Los nombres que no sabemos. 8. Río de Nieve. 9. Los miradores de estrellas.
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“Los nombres que no sabemos”
Letra
En otro día, lejos de los hombres vacíos,
que se mienten coleccionando dolores para no ver las estrellas,
estarán florecidas las casas de los nombres perdidos.
Y un pájaro enorme, hecho de barro y sal,
cambiará las soledades de los que lloraron a escondidas
por las historias que no fueron.
Entonces,
las partículas de las manos que siembran la tierra o arrancan un alma
seremos parte de la misma cicatriz
Como una paradoja de la lengua
como una ironía divina
estaremos en compañía de Los nombres que no sabemos.
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