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¿Y ‘El Muchacho’?

Según datos de la Comisión de la Verdad, 6.402 asesinatos extrajudiciales perpetraron miembros del Ejército Nacional entre 2002 y 2008, en todo el territorio colombiano.
Por: Jhenifer Rodríguez
Corría el año 2006 y doña Hortensia se levantó ese lunes de marzo como a las 4:30 de la mañana para despedir a su hijo que trabajaba en Ibagué y había ido a visitarla ese fin de semana. Le empacó algunas arepas, calentado y unos huevos pericos. ‘El Muchacho’ recibió el fiambre, la bendición y salió corriendo porque le tocaba bajarse a pie desde la finca hasta el paradero. Más o menos una hora de trayecto.
Ya en el paradero, ‘El muchacho’ se quitaría las botas de caucho para ponerse los tenis limpios, las podría en una bolsa plástica y se las dejaría al tendero, que a las 5:45 de la mañana abría el negocio para vender tinto a los vecinos que bajaban para esperar el transporte.
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La tienda era el punto de intersección entre dos veredas y quedaba frente a la carretera por donde regularmente pasaban a partir 6:00, cada media hora, los camperos que iban hacia el parque principal del municipio, donde salían las busetas para Ibagué.
El ‘muchacho’ nunca llegó
El Administrador del almacén donde el hijo de doña Hortensia trabajaba, lo esperaba a las 9:00 ya que el joven le aseguró que en 2 horas llegaría a Ibagué, pero ya iban a ser las diez y ‘El muchacho’, siempre tan puntual, no había llegado a trabajar.
“El Administrador me pregunto por mi hijo y yo convencida que estaba trabajando” En ese momento doña Hortensia sintió un escalofrío en las entrañas que marcó el inicio de una dolorosa etapa de su vida, donde la zozobra y la melancolía se volverían sus eternas compañeras.
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‘El Muchacho’ no había dejado las botas en la tienda para que ella se las recogiera cuando bajara y tampoco se subió en el campero, es más nadie lo vio en el paradero esa mañana. Pasaron los días, luego los meses y nadie sabía nada de él, denunciaron la desaparición ante las autoridades, buscaron en todas partes, pero era como si nunca hubiera existido. Hasta que un día llamaron a doña Hortensia y le dijeron que por fin tenían noticias. Su hijo había sido abatido en combate por el Ejército Nacional, en un departamento muy lejano de su tierra natal. Decían que ‘El Muchacho’ era un guerrillero.
Cuando fue a recibir los restos, cada funcionario que la atendió la trató con despreció por ser mamá de un guerrillero, ella estaba segura que no era verdad y por más que les repetía a todos que su hijo jamás había tocado un arma, la gente no le creía, era ella una mujer campesina que apenas terminó la primaria, contra los uniformado, pero los problemas no terminaron ahí. Nadie supo darle razón de los restos de ‘El Muchacho’.
Doña Hortensia no sabía cómo llamar lo que le había pasado a su hijo, hasta que un día, escuchó sobre los falsos positivos y aunque le pareció deshumanizante y revictimizante decirle así, tuvo que comenzar a usar esas palabras para hablar de su hijo, pero también tuvo que irse del Tolima.
Ella aún no sabe cómo se lo llevaron o porqué nadie se dio cuenta, pero si sabe, que en esa época era normal que tropas del Ejército recorrieran las veredas en horas de la madrugada.
Siempre se preguntó si el soldado o los soldados que mataron a su hijo habían dudado, siempre se preguntó porqué lo habían escogido a él y aunque no ha encontrado esas respuestas, encontró un consuelo en la historia de un hombre que nunca conoció personalmente y que murió sin saber quién era ella, Don Raúl.
“Al hijo de ese señor, que fue un soldado le quitaron la vida otros militares por negarse a matar campesinos inocentes y lo hicieron pasar como una baja en combate y aunque suene muy feo, yo sentí alivio cuando vi esa historia porque cuando uno entiende lo que le hicieron al hijo de uno, parte del dolor es pensar que la gente es tan mala que no hubo quien se opusiera a semejante cosa, pero hay gente que muere por sus principios, por no cometer una injusticia y eso, mire que triste, eso también duele, porque se da uno cuenta que muchas veces no tenía opción”
Algunos nombres y lugares fueron cambiados u omitidos como una medida preventiva de seguridad para proteger a la familia de la víctima. El caso se encuentra en trámite judicial.
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