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El Deportes Tolima juega regular y para acabar no sostiene marcadores

El Deportes Tolima juega regular y para acabar no sostiene marcadores

Por: Manuel Alberto Caycedo

 

Un empate que sabe a derrota seria el resumen del partido que el Tolima protagonizó Frente al Deportivo Cali. Dos desdibujados clubes que está muy lejos de ser los mismos protagonistas que alguna vez hicieron parte de la final del fútbol profesional colombiano que dejaron la única estrella para la vino tinto y oro. Para sustentar tal definición el que tardaron los dos oncenos en llegar 19 minutos al arco contrario y sin ser nada del otro mundo. Un primer tiempo aburrido hasta los 30 minutos y 41 segundos cuando Álzate remata, su disparo pegó en un defensa caleño y le llega de nuevo al volante de armado que de puntazo la coloca en la valla del verde caleño.

 

Allí cambió la historia y se tocó mejor el balón, aun cuando lo de “mejor“es una forma de no ser ofensivo con nuestro mediocre balompié. Donde ya ni Nacional se salva y puede sacar la cara por el fútbol irregular que se ve claro cuando se hace el llamado a la selección y no sobran los candidatos teniendo que coger lo que hay diseminados fuera del país.  Pero volvamos al partido que iba en el gol de Álzate que vuelve a marcar, pero no mejora en su fútbol creador y de gambeta que lo lanzó a ser uno de los buenos jugadores del plantel de Camargo.

 

No habían pasado un poquito más de 3 minutos cuando increíblemente en medio de cuatro defensas que aparentemente lo cubrían el verde Nicolás Albarracín marca volteándose y en medio de 8 piernas la coloca bien al lado izquierdo del marco de Silva que vio pasar el balón con toda la tristeza del caso. En su cara se notó la impotencia que le causaba ver lo mal que marcaron a su rival. Una vez más muestran Cardoza, Torijano, Paz, Banguero o Rivas que son presa fácil para pasar por su lado y de quién quiere disparar en el área lo puede hacer sin problema.

 

Terminan los primeros 45 minutos que justificaron la poca asistencia de público a un partido que en tiempos pasados, ah tiempos pasados, llenaba el Murillo Toro o al menos pasaba de los 25 mil espectadores y le dio razón a los que no fueron porque de nada se perdieron. Eran 45 donde solo el gol de Álzate animaba y el del Cali daba tristeza. Llegó la segunda parte y el fútbol no aparecía en medio de un Tolima que hilaba por ratos, pero se perdía en el pase a Pérez o la carrera de Obrian. El primero peleando con sus compañeros por la falta de un buen pase o hasta en un cobro desde fuera del área que recordó las épocas de colegio cuando se manoteaba y se decía que el primero que cogía el balón era el que cobraba. Más tarde le calló la boca a quienes lo criticaron con un muy buen gol. En el caso del pequeño Obrain le falta mucho moño para aspirar a ser un Becerra o un Carlos Darwin Quintero que si bien es cierto eran livianos reemplazaban ese defecto con su carrera y la cintura que utilizaban para engañar a sus defensas. Algo similar hay que decirle a Campaz. Hay que trabajar más el músculo y quedarse practicando después del entrenamiento.

 

Iba y venía el balón mejor que en el primer tiempo, pero no justificando el serenarse en la 37 y pagar por un pobre espectáculo. Llegaría el gol de Pérez a los 54. Disparo fuera del área con pelota quieta. Una buena barrera del Cali y un arquero ubicado en su zona izquierda vieron pasar un balón aéreo bien colocado por Marcos muy cerca al vértice derecho. Todo era felicidad y el triunfo estaba a la mano. El morocho jugador con sus manos y gestos hacia ver que responde a sus críticos con anotaciones. Un tanto de rabia y alegría. Y comienza la última parte donde el visitante busca el marco de Silva, pero nada consigue. Ya en la mente del hincha a los 90 minutos era que pese a lo malo eran 3 puntos y eso es lo único que sirve. No es jugar bonito y perder. Es ganar como sea. Duro pero cierto. La tabla de clasificaciones no habla del que mejor lo hace sino del que más puntos tiene.

 

Con esa calma el hincha y hasta el banco pensaban que solo era cuestión de trámite y dejar correr los minutos que el árbitro aumentó de los 45 finales. Pue no fue así y se perdieron 2 puntos en el minuto clave con una falta en el área a los 93 minutos, penal que no fue tan claro como se quisiera y que pone en tela de juicio el buen actuar del hombre de negro. Pero si fue o no, se pitó y se concretó por cuenta de Murillo. Silva fue a un lado y el balón entró por el opuesto. Entre el minuto 80 y el final se vivieron los momentos claves con llegadas que ni el local ni el visitante pudieron concretar con excepción del polémico cobro desde los once pasos.

 

Queda la tristeza de perder dos puntos que hubieran dejado al equipo de 9 y no de 13 como está en la clasificación y más lejos del abismo de los 3 y pico que son suficientes para pasar a la final tendiendo solo 15 de ellos lo que lo pone a ganar o ganar al equipo de Quintabani en los próximos enfrentamientos. Lo duro es que las lesiones y la poca calidad de los reemplazantes tiene el cuento más embolatado que en la época de Gamero.

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