Cultura

Mi hermano Carlos Orlando Pardo

Mi hermano Carlos Orlando Pardo

Escritor Carlos Orlando Pardo, quien será homenajeado por la Universidad del Tolima.

Con un documental, un libro y una ceremonia en la Universidad del Tolima, Ibagué, académicos y escritores de las nuevas generaciones rinden reconocimiento al trabajo, dedicación y logros de mi hermano Carlos Orlando.

“Vida de palabras”, como han denominado el acto que se celebrará este próximo primero de diciembre, es más que justo. Carlos Orlando siempre ha estado hecho de palabras y, quienes lo conocen y han disfrutado su tertulia y reflexiones, saben que es un gran fabulador por no decir un excelente contador de historias.

Autor de novelas, libros de cuentos, innumerables investigaciones sobre la memoria cultural del Tolima, canciones y eventos de gran envergadura, ha trasegado durante más de medio siglo haciendo lo que más le gusta: escribir y entregar afectos. Yo, que he sido su amanuense, doy testimonio de ello.

Ahora, que nuestra generación, la de los años cincuenta y la anterior, se desmorona ante nuestros ojos, la mejor manera de recibir estos merecimientos, es en vida, siempre lo reafirmamos, lo demás es efímero. Carlos Orlando ha dicho también que acoge estos homenajes con el mismo afecto con el que se le ofrecen.

No es una labor cumplida y cerrada la de su aporte al Tolima y el país porque hay mucho que decir y escribir. Acaba de terminar una nueva novela y de celebrar con alborozo no sólo estar vivos sino los 50 años de Pijao Editores, otra de sus hijas consentidas.

Gran hermano de sus hermanos, quedamos ocho, y gran amigo de sus amigos, le quedan cientos, aunque dice que los más cercanos son parte de sus manos, dinamizador de vocaciones, sibarita, bohemio y romántico a quien el dolor lacera más que la guerra. Buen hijo, buen padre, buen escritor, auténtico en sus temas, con ritmos pausados que dan a los párrafos envolventes de sus narraciones un particular estilo proustiano. Sobre todo, gran ser humano.

Me ufano de ser su compinche y haber compartido estos años a su lado llevando con dignidad la difícil manera de envejecer. A él poco le gusta hablar de eso porque su optimismo sobrepasa ese lugar común que se llama muerte.

Ojalá la convocatoria sea inmensa para hacerlo sentir que ha hecho bien la tarea, las miradas, los abrazos, el ademán que recoge tiempos recobrados y lecturas de cincuenta años, complementen el premio bien merecido de un hombre, albacea de lo que hemos sido como comunidad y como gran familia tolimense.

La familia Pardo siempre estará orgullosa con sus logros, por eso estaremos en primera fila haciendo el coro griego, o Pijao, que bien se merece mi hermano.

Bogotá, noviembre de 2022

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