Cultura
Cómo usar un flash externo para mejorar tus fotos
El uso de un flash externo es una técnica esencial para fotógrafos que buscan mejorar la calidad de sus imágenes. Aunque muchos confían únicamente en el flash incorporado de sus cámaras, este tiene limitaciones notables, como la incapacidad de controlar la dirección de la luz y la intensidad.
Estos detalles pueden generar resultados poco atractivos, con sombras duras y luces planas. Un flash externo no solo ofrece una luz más versátil, sino que permite un control creativo que transforma cualquier escena en una fotografía impactante.
¿Por qué usar un flash externo?
Los flashes externos destacan por su capacidad de proyectar una luz más uniforme y natural. A diferencia del flash integrado, que ilumina directamente al sujeto desde un ángulo fijo, un flash externo se puede manipular para variar su posición y dirección, mejorando la calidad de la iluminación en la toma.
Además, este accesorio suele ser más potente, lo que facilita trabajar en entornos con poca luz o con sujetos más alejados. Otra razón para utilizarlos es la posibilidad de añadir accesorios, como difusores, reflectores y geles de colores, que permiten modificar la luz según las necesidades del fotógrafo.
Si estás experimentando con fotografía y tienes una cámara como la Nikon D7500, añadir un flash externo es un paso lógico para llevar tus imágenes al siguiente nivel, ya que son ideales para equilibrar la luz natural con la artificial, un desafío común.
Partes y características principales de un flash externo
Un flash externo está compuesto por varios elementos que lo hacen más avanzado que el flash integrado. El cabezal, por ejemplo, es móvil, lo que permite inclinarlo o girarlo para rebotar la luz en paredes, techos u otras superficies. Esta función ayuda a suavizar la luz, eliminando sombras intensas y logrando una iluminación más difusa.
El panel difusor integrado en muchos modelos suaviza aún más la luz, mientras que el reflector retráctil añade un toque de brillo a los ojos de los sujetos, ideal para retratos. Otros flashes cuentan con sistemas automáticos de medición TTL (Through The Lens), que ajustan la potencia del destello según las condiciones de la escena, facilitando el trabajo en situaciones dinámicas.
Por último, muchos flashes externos incluyen opciones avanzadas, como sincronización de alta velocidad (HSS), que permite disparar a velocidades de obturación superiores a la sincronización estándar, o la posibilidad de usarlos de forma remota mediante disparadores inalámbricos.
Configuración inicial del flash externo
Antes de empezar a utilizar un flash externo, es fundamental configurarlo adecuadamente. La mayoría de los modelos tienen opciones automáticas y manuales que se adaptan a diferentes niveles de experiencia y necesidades. En el modo TTL, el flash mide automáticamente la cantidad de luz requerida para exponer correctamente la escena.
Este ajuste es útil en situaciones dinámicas o para fotógrafos principiantes que aún no dominan el uso manual del dispositivo. Sin embargo, el modo manual es indispensable para quienes buscan un control total sobre la iluminación. En este modo, puedes ajustar la potencia del flash en niveles fraccionados, como 1/1 (potencia total), 1/2, 1/4, y así sucesivamente, lo que permite adaptarte a las necesidades específicas de cada toma.
Además, es esencial conocer la velocidad de sincronización del flash con la cámara. La mayoría de las cámaras tienen una velocidad máxima de sincronización que ronda entre 1/200 y 1/250 segundos. Usar una velocidad más alta puede causar sombras indeseadas, a menos que tu flash tenga la función de sincronización de alta velocidad (HSS).
Cómo usar la luz rebotada para una iluminación suave
La dirección de la luz es crucial para obtener buenos resultados. Apuntar directamente el flash hacia el sujeto puede generar sombras duras y una iluminación poco favorecedora. Una técnica sencilla para evitar esto es rebotar la luz en superficies cercanas, como paredes o techos.
Para rebotar la luz, ajusta el cabezal del flash hacia una superficie blanca o de color neutro. Por ejemplo, si estás en una habitación con techo bajo, inclina el flash hacia arriba para que la luz se disperse suavemente sobre el sujeto. Esta técnica es ideal para retratos, ya que reduce las sombras y proporciona un aspecto más natural.
Si no tienes superficies adecuadas para rebotar, puedes usar un difusor o una tarjeta reflectora. Los difusores se colocan sobre el cabezal del flash y suavizan la luz directa, mientras que las tarjetas reflectoras redirigen parte de la luz hacia el sujeto, añadiendo un toque de brillo.
Técnicas avanzadas con flash externo
El flash externo no solo es útil para mejorar la exposición, sino que también es una herramienta creativa para experimentar con diferentes estilos de iluminación. Una técnica popular es la iluminación lateral, en la que el flash se coloca a un lado del sujeto para crear sombras dramáticas y resaltar texturas.
Otra técnica interesante es el uso de contraluz, que implica posicionar el flash detrás del sujeto. Esto crea un efecto de halo que resalta los bordes del objeto o persona, ideal para retratos artísticos o fotos de productos. Los geles de colores son otro recurso creativo. Estos pequeños filtros, que se colocan sobre el cabezal del flash, permiten teñir la luz con tonos específicos, como azul, rojo o amarillo.
Son especialmente útiles en fotografía de eventos o para equilibrar la iluminación en escenas con diferentes temperaturas de color. La técnica Strobist es una opción avanzada que consiste en utilizar múltiples flashes externos en diferentes posiciones para iluminar una escena compleja. Este enfoque es común en fotografía publicitaria y de moda, donde la iluminación juega un papel crucial en la composición.
Accesorios esenciales para maximizar el rendimiento del flash externo
Para sacar el máximo provecho a un flash externo, es recomendable invertir en algunos accesorios que potencien sus capacidades. Las softboxes y sombrillas son herramientas imprescindibles para suavizar la luz y eliminar sombras duras. Estos accesorios son ideales para fotografía de retrato y de estudio, donde la calidad de la luz es fundamental.
Los reflectores portátiles son útiles para redirigir la luz hacia áreas específicas de la escena, mientras que los disparadores inalámbricos permiten controlar el flash de forma remota. Esto es especialmente ventajoso al usar configuraciones de iluminación fuera de cámara. Otro accesorio práctico son los pies de luz, que permiten colocar el flash en diferentes alturas y ángulos, ampliando las posibilidades creativas.
Errores comunes y cómo evitarlos
Uno de los errores más frecuentes al usar un flash externo es no ajustar correctamente el balance de blancos de la cámara. Aunque el flash suele emitir luz blanca, su temperatura puede variar dependiendo de las condiciones y los accesorios utilizados. Configurar el balance de blancos manualmente o en modo flash ayuda a evitar tonos indeseados en las fotografías.
Otro problema común es usar el flash con demasiada potencia, lo que puede sobreexponer al sujeto y crear una iluminación antinatural. Para evitarlo, es importante probar diferentes configuraciones de potencia y combinar la luz del flash con la luz ambiental.
Por último, depender exclusivamente del flash externo para iluminar toda la escena puede dar lugar a fotos planas y sin profundidad. Siempre que sea posible, combina el flash con fuentes de luz naturales o artificiales para lograr un equilibrio armónico.
Práctica y experimentación
El dominio del flash externo requiere tiempo y práctica. Experimentar con diferentes ángulos, configuraciones y accesorios te ayudará a entender cómo afecta la luz a cada elemento de la escena en tu foto. Intenta usar el flash en diferentes entornos, como interiores oscuros, exteriores al atardecer o eventos nocturnos, para aprender a adaptarte a las condiciones de iluminación cambiantes.
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