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“Mesa técnica del desempleo en Ibagué” (II)
¿Por qué el desarrollo no es la principal preocupación de los líderes tolimenses? ¿Qué opaca la visión del desarrollo regional? Estas preguntas resultan pertinentes frente a la acusadora paradoja de que, teniéndolo todo para avanzar, el Tolima sigue sumido en el subdesarrollo. Tenemos memoria histórica, identidad, justos anhelos comunitarios, aptitud y arrestos para trabajar, talento probado, valores, recursos naturales biodiversos. La región puede generar clima propicio para dialogar, debatir, compartir, conocernos, construir espíritu empresarial, unirnos, desplegar sinergias. ¿Entonces qué hacer? Como punto de partida propondría que, entre todos, construyamos una taxativa definición de qué es “desarrollo socioeconómico” para fijar en nuestro imaginario una integral y sistémica visión colectiva de futuro que le dé sentido sociopolítico a las “mesas técnicas” que esbozan líneas estratégicas.
Definido, por y para la sociedad regional, qué es en verdad desarrollo, procedería entonces un autoexamen de nuestra enjundia paradigmática, ejercicio pluridisciplinario que nos haría ver que nunca hemos asumido, con rigor ideológico-político, la cuestión estructural u orden socio-económico regional y que siempre recurrimos a la estrategia asistencialista o paliativa inducida que lleva a proponer (sin que ello sea malo per se, sólo que no es lo fundamental sino lo subsidiario) soluciones como beneficios fiscales para el inversor externo, inversión pública, cooperación internacional, apoyo del gobierno central, microempresas, subvención fortuita al hambre y otras carencias. Omitir lo fundamental y aplicar paliativos como salida al progreso, no soluciona los problemas, pero si oculta y nutre las causas del subdesarrollo.
Un acucioso pudiera juzgar de impropio incluir al Tolima en lo aquí planteado, dado que el tema es “la Mesa Técnica del Desempleo en Ibagué”. A ese virtual objetor le diría que pensar el desarrollo socioeconómico supone definir un contexto territorial relativamente complejo y enlazado o enlazable por su acervo histórico y sus rasgos de identidad, a efectos de lograr consistencia, inclusión y eficacia en los tejidos sociales y económicos y por ello ese contexto lógico es un Tolima unitario, donde Ibagué (la capital que jamás obró como tal) es decisorio lugar en “los planos del modelo desarrollo regional” y, claro, en correlación con ese modelo, Ibagué tendría que construir su modelo de desarrollo local. Espero ésta opinión no parezca “escrita en sánscrito” y, si así pareciera y pudiera interesar, estoy presto a mejorarla.
Finalmente y concordando con la línea de éste artículo, digo que si yo tuviese tal potestad, jamás pediría a la universidad indagar “por qué no vienen empresarios a invertir en Ibagué”, sino por qué se va el talento; cuánto suma el ahorro regional; quién lo maneja; por qué sólo por excepción y no por regla el tolimense es emprendedor; por qué falta espíritu asociativo; qué es autonomía regional; cómo sería un estatuto autonómico regional; qué significa peso político regional frente al país. En fin, plantearía varias decenas de interrogantes de tal tenor que, como están las cosas, me temo tendré que guardar en el baúl de los recuerdos.
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