Sin duda, la Libertad constituye uno de los principales Valores humanos, tal vez, el valor por excelencia, íntimamente ligado al Amor, la Justicia, la Sabiduría y la Paz.

En efecto, la Libertad es una virtud apetecida por la totalidad de los seres humanos. ¡Quien no anhela ser libre para ser dueño de su derrotero y su destino! La Libertad es siempre vista y soñada como aquello que posibilita avizorar y construir un mundo mejor, en lo personal y en lo colectivo.

Por lo pronto, estamos considerando el valor de la Libertad en sentido amplio y genérico, ya que tiene diversas expresiones específicas, tales como: 1. La Libertad física, o sea, la capacidad de movilidad corporal; 2. Libertad natural o idoneidad para hacer lo que se quiera, sin más impedimento que la fuerza física, mental o económica. Es una Libertad que todos queremos, pero muy peligrosa, ya que puede perderse en cualquier momento. 3. La Libertad moral, es aquella que nos permite actuar con discernimiento, con conocimiento de causas y efectos. 4. La Libertad civil o política, nos permite realizar lo que queramos, pero dentro del ámbito de las normas y leyes vigentes. 5. La Libertad espiritual, anímica, transpersonal, es decir, aquel creciente conocimiento interior que posibilita desarrollarnos y potenciarnos como seres vivos, energéticos e integrales.

Evidentemente, cada una de estas manifestaciones de la Libertad amerita reflexiones y análisis ulteriores, que procuraremos examinar en futuros artículos.

Ahora bien, retornando al Valor de la Libertad en su conjunto, luego de desmenuzarlo en sus diversas manifestaciones, es necesario destacar lo siguiente: La Libertad es considerada una cualidad universal (de este universo planetario en que vivimos). Efectivamente, la Libertad es concebida como fundamental por concepciones políticas tan disímiles como el capitalismo y el socialismo o por doctrinas religiosas distintas como el cristianismo, el judaísmo, el budismo o el islamismo. Todas ellas tienen a la Libertad como Valor esencial e imprescindible.

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Ciertamente, las diferencias se presentan en la adjetivación o definición que otorgan al concepto de libertad, cosa que también ocurre con otras virtudes, como el Amor, la Justicia y la Paz.

Sin embargo, lo que prevalece – por sobre los distanciamientos ideológicos o doctrinarios - es la priorización de la Libertad en sí misma, en considerarla como fundamento del quehacer humano, en reconocerla como substancial para la construcción de una sociedad, cuya calidad de vida este cimentada en la posibilidad cierta de toda persona de elegir o crear ser cada vez más y mejor.

Ahora bien, el primer acto de verdadera Libertad consiste en el conocimiento de sí mismo (a), una labor permanente y creciente, lo cual posibilita saberse apto para vivir en adecuada convivencia con sus semejantes, junto con bregar por una mejor existencia para todos.

La auténtica Libertad no es hacer lo que se quiera, sino que somos libres para develar la plenitud de nuestras habilidades y potencialidades. Seremos realmente libres cuando seamos capaces de edificar una sociedad que acoja – por igual - a todos quienes habitamos este planeta, donde cada uno tenga su espacio y su tiempo, donde todos sepamos concretar nuestras responsabilidades en vistas del bien común, así como recibamos con alegría y ecuanimidad nuestros derechos.

En suma, la Libertad es un valor esencial y, lo será aún más, cuando permitamos que este valor sea beneficioso para todos y no el privilegio de unos pocos.

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La Libertad – como todo valor- es un sueño, una utopía, pero también una realidad a construir y aplicar en todo momento y lugar.

“Conocerás la Verdad, y la Verdad te hará libre”. Jesús

“Es preferible la Libertad con peligro a la esclavitud con sosiego”. J.J. Rousseau, Filósofo francés siglo XVIII.

“Nadie puede sentirse libre, si quienes le rodean continúan prisioneros”. E. Mounier, Filósofo francés, siglo XX.

          * DOCENCIA E INVESTIGACIÓN

      UNIVERSIDAD DE CHILE.