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Un mes sin Daniel Josué Lozano Rivera

Un mes sin Daniel Josué Lozano Rivera

Sentido homenaje del abuelo atribulado a ‘El Adelantado’ Daniel Josué

“Daniel Josué del Alma:

Tu ausencia duele demasiado, pero tu recuerdo ahora nos sostiene. Pensando en ti y evocando todo lo que fuiste y lo que eres hemos encontrado fuerzas para continuar la brega, aunque físicamente ya no estés entre nosotros. Tú provees las potencias que requerimos para renovar los pasos, para cantar las alegrías, para contar nuestros relatos, en los cuales tu presencia espiritual siempre será definitiva.

Te escribo estas letras que me nacen del alma; ellas también procuran interpretar lo que están sintiendo Edna Rocío, tu madre; Juan Carlos, tu padre, Mariana y Juan David, tus hermanos; tus  abuelas Idaly y Mercedes; tu tío Jairo Andrés; tu tías Paola Andrea y María Mercedes; tu tío-abuelo Rafael; todos los demás  miembros de las familias Lozano, Rivera, Penagos y  Ramírez; los otros colaterales; y los amigos más cercanos.

Hoy se cumple un mes de tu partida. Las desgarraduras que tu ausencia ha provocado en nuestras almas, siguen ahí, indicándonos que sufrir también es un lujo paradojal que sublima la sensibilidad; y enseñándonos que hartarnos de la angustia y la melancolía que llenan nuestros espacios, también puede tener un tinte grato cuando caemos en cuenta que los recuerdos que sembraste son tan amables,  aleccionadores e imborrables. Por todo ello, contemplándote diariamente en las fotos y en los videos, y escuchando la magia de tu voz, más allá de la pena que ahora y siempre nos embarga, a mí me vienen ganas de felicitarte.

Así se lo dije ayer a mi hija Edna Rocío, tu madre atribulada pero orgullosa, la persona a la que más he considerado durante todos estos días. A ella la he hecho destinataria de los versos que mi abuelo Vicente escribió cuando la fiebre tofoidea tronchó para siempre la vida de Raquelita, su hija mayor de apenas diez y nueve años, allá en Natagaima:

“¿Fue celestial visión? ¿Fue un dulce sueño?

¿O fue una bella burla tropical?

Visión... Yo la toqué, soñé despierto

y sí fue burla, la burla he de llorar.

Y lloraremos, mientras haya vida,

con su madre, sumidos en quebranto,

cuando yo lloré me hablara de su hija

cuando ella llore secaré su llanto

Señor de Nazareth, mi alma confiada

contigo hablando en oración perpetua

te pedía que a mi hija la libraras

de luchas, sinsabores y de penas...

¡Y me entendiste mal!... No sigas pluma

que esta honda y profunda desventura

no maltrate la fe, que es salvación.

Fue que olvidando que el dolor es vida

te pedí un imposible; y a mi espiguita 

la tronchaste atendiendo a mi oración”.

Pero lo que a tu madre le he dicho, también quiero decírtelo ahora a ti, con la potencia de mi espíritu en el que se renuevan el privilegio y la gracia de haber sido tu abuelo y tu compañero de jornadas, inventivas, anécdotas, juegos y camaraderías. La memoria de tu vida es una antorcha fulgurante que continúa brindándonos luz para que nuestra travesía pueda ser más transparente y llevadera.

Desde que te fuiste, mi amado Chiquitín, mi corazón es un tumulto y mi mente un receptáculo en el que se trituran mis recuerdos más amados al choque de la realidad que significa padecer todos los días el absurdo extravío de tu presencia física entre nosotros. Yo, sensible y humano hasta la angustia, hasta la tortura, hasta la locura y hasta la tragedia, me debato entre el dolor y la esperanza, entre el amor y el abandono, entre la realidad de tu ausencia y el deber de construir futuro...

Tu hermosa travesía ha conseguido reiteramos que, más allá de los relatos que reposan en la noche de los tiempos, la  vida siempre resuena más fuerte que la muerte. Somos más nacientes que mortales. La luz obnubila a la oscuridad. La ternura redime las angustias. La memoria termina por vencer al olvido. Por ello, siempre vivirás en nuestros recuerdos, en los sueños que proyectaste con la delicia de tus ocurrencias, en las actuaciones con las que juramos honrar el milagro y la magia de tu hermosa existencia.

Siempre te dije “El Adelantado”; siempre seguiré refiriéndome a ti con ese apelativo. Déjame decirte que hoy te veo enhiesto sobre la montaña de tu bella vida; como aquel gran orador y poeta que se resistía a ver sobre la hierba amarillenta el tronco negro de los pinos caídos; porque lo que él contemplaba —como sueño y profecía— eran los racimos gozosos de los pinos nuevos.

Tú sigues siendo sueño y presencia en nuestras vidas. Te has ido, pero la promesa que eras sigue viviendo todavía. Tu permanencia en nuestras vidas siempre fue y será definitiva. Como bellamente nos lo ha dicho tu tío Jairo Andrés, viniste al mundo y a nosotros para inventar la alegría, la magia, la ternura; y para dejarnos tu recuerdo infinito; ese recuerdo es el que escribe todas estas cosas.

Hasta siempre, mi niño amado, mi compañerito.

Tu abuelo Jairo. Bogotá, julio 10 de 2025.

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