Por Òscar ViñaPardo

Pareciera que representar al Tolima en una de las fiestas folclóricas más importantes del país, las del bambuco en Neiva, es responsabilidad exclusiva de la ganadora del reinado departamental del año anterior. La falta de dolientes a nivel público y privado conllevan a la ganadora a hacer rifas, bingos bailables y actividades varias para conseguir los mínimos necesarios en esa participación donde ella nos representa a todos ante el país y el mundo. 

Heidy Hernández la enfermera jefe de la universidad del Tolima solo piensa en cumplir su objetivo trazado desde años atrás, ser la reina nacional del Bambuco. Su preparación con menor intensidad inició cuando recibió la corona el año anterior y empezó a contactar a líderes del departamento hermano en temas de folclore, ahora al 100% dedicada en su preparación y conseguir los recursos económicos. 

La señorita Tolima desde hace 10 años hace parte del grupo de danzas folclóricas de Armero, que dirige el maestro Gildardo Aguirre. Gracias a su trabajo en materia cultural contactaron a James Amesquita, otro referente pero del hermano departamento y empezaron las cuentas mínimas para una buena preparación. Al parejo de baile, experto en el tema y fundamental para el lucimiento de la reina toca pagarle 8 millones de pesos. Los dos trajes típicos suman 3 millones 500 mil pesos más. El material promocional como afiches, pendones y manejo de redes no lo tiene cuantificado pero también salen de su bolsillo. 

La gobernación del Tolima aportó el año anterior 5 millones de pesos que se convierte en 4 millones de pesos luego de los descuentos de ley, entonces el resto tiene que salir del bolsillo de la reina o de los empresarios, familiares, amigos, que puedan colaborarle en estas actividades fundamentales que le aseguren a ella ser protagonista desde el inicio del festival Nacional del Bambuco.  

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La reina nuestra, Heidy Hernández espera que puedan ayudarla en esa loable tarea donde se muestra la riqueza en materia folclórica del Tolima, y hace un llamado para que los empresarios de la región inviertan en la cultura, esa invisible tarea que nos mueve durante todo el año llegando a su máxima expresión en junio y julio en el Tolima grande cuando se hacen las fiestas patronales.