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Fallece poetisa Lola de Acosta

Fallece poetisa Lola de Acosta

El nombre de pila de Lola de Acosta era Dolores Aldana de Acosta. 
Fue una intelectual de kilates. El escritor Carlos Orlando Pardo hace cuatro años escribió un profundo y completo perfil de esta importante  mujer de las letras tolimenses.

Este es el homenaje que le hizo el escritor Carlos Orlando Pardo, que El Cronista.co comparte con los lectores. Lola estuvo radicada en Bucaramanga y había regresado a pueblo natal.


LOLA DE ACOSTA A SUS 93 AÑOS

Por: Carlos Orlando Pardo

Hace ya no pocos años, la prestigiosa periodista y escritora Lola de Acosta se radicó en Bucaramanga donde vive dedicada a su jardín y al cariño de los hijos que la acompañan lealmente. 

Aún a sus 93, lee con devoción libros de poesía, periódicos y a diario resuelve crucigramas.

 Desapareció de la escena del Tolima con discreción, como ha sido siempre su estilo y hablamos en ocasiones por teléfono sobre los tiempos que vivimos y amigos comunes que poco a poco se fueron muriendo.

Lolita nació en el sector rural del municipio de San Antonio de Calarma en 1922 y ejerció durante algunos años como secretaria ejecutiva en varias entidades privadas y oficiales. 

Su oficio, sin embargo, estuvo fundamentalmente en el periodismo, de cuyo Colegio Nacional, capítulo Tolima, fue presidente. Alcanzó todo un decenio dirigiendo y escribiendo la radio revista Frente al Mundo y once años en la redacción del desaparecido diario El Cronista, donde fue directora de la página literaria. 

Así mismo, dirigió por dos años, en su mejor época, el diario Combate. Publicó algunos relatos en el Magazín Dominical de El Espectador y obtuvo mención especial en el concurso de leyendas organizado por la Contraloría Departamental.

Perteneció al grupo Pijao que aglutinaba la mayor parte de escritores tolimenses y mantuvo con todos el entusiasmo por la tertulia, las lecturas en voz alta, el intercambio de opiniones sobre libros y ante todo el estímulo que supo irradiar al ambiente de aquella época.

 Su amistad con Luz Stella, Leonor Buenaventura, Eutiquio Leal, Juan José Arbeláez y la gente valiosa de una época, fue parte de su vida cotidiana en medio de los avatares del periodismo.

 De grata recordación son sus tres libros de poemas publicados, Tierra, agua y tiempo, en 1976, y por Pijao Editores dentro de su selecta colección, Caminos del tiempo, 1975; y Detrás del barro, en 1990. 

No tuvo pretensiones distintas a ejercer su trabajo con entusiasmo y modestia y ejerció un periodismo desde la crónica sin ánimo diferente a mostrar lo mejor del Tolima y de su gente, alejada de las pasiones y el odio partidista.

 Muchos de sus poemas se volvieron emblemáticos como aquel titulado Me dueles Colombia que algunos copiadores irresponsables se endilgan como propios en páginas de internet.

 Ahora que acaba de cumplir, por fortuna con buena salud y lucidez, sus 93 años, reproducimos algunos de sus poemas en señal de homenaje. 

POEMA IV

Porque has vuelto a tus raíces
remontando el tiempo
te estoy sintiendo ahora
rebelde y palpitante
flor herida
exudando ancestro.

Para defender tu herencia
has retomado tus lanzas,
pintado el rostro
ancestral y hermoso;
regresado a tu barro
y a tu cal
milenaria de piedra
omitida
en la historia
de los conquistadores.

Vuelves
a desenterrar el oro
elaborado con tus viejas manos
que desbordó la codicia
de los invasores.
A liberar tus dioses
a enaltecer tu raza
a cultivar tu tierra
retenida
en viejos documentos
de viejas notarías.

Hoy como un barco
anclado sobre los siglos
vas reproduciendo naves
como sueños
en la piel de las horas.


INQUIETUDES
POEMA XI

En esta orilla de  mi tiempo
mi propia y dulce intimidad.
Un payaso triste
detrás de su careta.
Un perfume
en su geografía de cristal.
Una muñeca
dormida desde siempre,
la luz, un ventanal.
Y tu piel sobre mi piel
como un manto cósmico
brasa quemándose en mi noche
relámpago repetido
aprisionado
por tus manos
y mis manos.

En la otra orilla
lo usual, lo cotidiano.
Salir a la misma hora
enfrentarse a la violencia
citadina,
sortear las marejadas
que sueltan los semáforos.
Atravesar la calle
tass!... heridos,
tal vez muertos.
El ISS y su ambulancia.
Dedos como garras
cargados de aderezos
rutilantes.
Los aretes,
Una gota púrpura
cuajándose en el lóbulo.
la insurgencia
que se toma un puesto militar.
La muerte cabalgando en moto
y los hombres que se doblan
como espigas.

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