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El tiempo pasa. El Ahora permanece
El presente año ha sido, ciertamente, complicado para la humanidad. Año en que un virus microscópico, pero poderoso, ha confinado y enclaustrado a número importante de seres humanos en sus hogares, con todas las implicancias laborales, económicas, emocionales y mentales que esto ha ocasionado.
Ahora bien, es un virus que ha provocado el deceso de miles de seres humanos en todo el planeta. ¡Hecho siempre lamentable y penoso para familiares y amistades! Sin embargo, no podemos soslayar que la realidad y las estadísticas – ¡aquellas tan utilizadas y no pocas veces manipuladas! – nos indican que, anualmente, fallecen, también, miles de personas por otras circunstancias: por hambre, enfermedades, catástrofes naturales, accidentes, conflictos bélicos y asesinatos masivos. ¡Que la crudeza de la situación pandémica, no nos oculte otras problemáticas que afectan al ser humano!
En efecto, la muerte no es algo lejano al habitar del hombre en el mundo. Siempre esta próxima a nosotros, por tanto, debemos habituarnos a ella, de manera que no nos altere en demasía cuando ocurra en nuestro entorno. La muerte es inherente a la condición humana. Hay que estar preparados para enfrentarla. A nuestro juicio, cuanto mayor sea el aprecio que tengamos a la vida, enalteciéndola como don o potencialidad esencial, menor será el temor a la inefable y arcana muerte.
El presente año quedará, sin duda, en la retina, los sentimientos y en la mente de todos nosotros.
Empero, seguimos aquí, la vida humana no expira hasta que tengamos el último aliento y, quizás, la vida prevalezca en niveles desconocidos de la realidad y la consciencia. La muerte es un misterio, que iremos dilucidando cuando seamos capaces de develar y potenciar el Sentido de la Vida, ya que cuando más conocemos de ella, de nuestra vida, mayor es la trascendencia que le concedemos y mayor la fuerza que adquirimos.
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Ciertamente, la vida no se limita a lo humano (personal y socialmente), sino, además, a la vida sensitiva (animales), a la vida vegetativa (arbustos, plantas, árboles), a la naturaleza en su totalidad, al cuidado del planeta que nos acoge temporalmente; en fin, la Vida es galaxia, cosmos, universo, es el Todo del que somos parte. Todo esto es vida y lo será siempre.
“Otro año que termina, agregamos un año más a nuestra existencia, tenemos mayor edad, el tiempo pasa inexorablemente”. Son percepciones, palabras y pensamientos que suelen surgir al finalizar este o cualquier año.
No obstante, los años, las edades y el tiempo son meras convencionalidades e imposiciones humanas - ¡por muy científicas que nos parezcan o hagan creer! - En realidad, el tiempo es una construcción mental que exteriorizamos – positiva o negativamente- en conformidad al sentido y orientación que otorgamos a nuestro ser en el mundo.
Siempre es posible considerar al tiempo (años, edades) como un aliado y no un enemigo, en la medida que nuestras ideas y pensamientos estén revestidas de alegría y apunten hacia la creatividad y no a la mera repetición de lo existente, vale decir, que pensemos y actuemos como seres universales – fuertes, grandes, inteligentes, libres y amables - que hemos venido, por un momento, a vivir en este planeta.
En consecuencia, que no sean los años, ni las edades, ni los tiempos (difíciles o afortunados) quienes constriñan o manejen nuestra existencia, sino que vivamos con la Conciencia y la Certeza de que todo es posible cuando somos y actuamos en armonía con nosotros mismos, con la naturaleza, con Dios.
¡La Vida es ahora y siempre lo será!, por tanto, hagamos que este Ahora sea de Libertad, Sabiduría y Justicia.
“Tu estas aquí para permitir que el divino propósito del universo se despliegue. ¡Esa es tu importancia! Eckhart Tolle
“De qué sirve ganar el mundo entero, si se pierde la Vida”. Marcos, apóstol
“El pesimismo lleva a la debilidad. El optimismo conduce al poder”. William James
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