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El olvido que todo lo cubre

El olvido que todo lo cubre

Por: Nikool Yaritza Plazas


—Sandra, Sandra, ven aquí. Sandra.

Ella llega y lo toma por el brazo, pero él no la puede reconocer. No es la Sandra que él recuerda. No es la misma Sandra con la que se casó hace unos años atrás. Llora, llora y la empuja, ruega para que la traigan. Que le traigan a su esposa, ¡eso es lo único que quiere! si ella está a su lado entonces querrá comer y se dejará bañar. Él no logra recordar los últimos 40 años que pasaron. Cada vez que observa a su esposa, no la conoce, porque su mente olvidó que envejecieron juntos, olvidó sus hijos y hasta sus nietos.

Él vive en su juventud. Es lo único que puede llegar a recordar. ¿Y sí se viera en un espejo? Tampoco reconocería su rostro, ni las canas, ni las arrugas que le aparecieron. Hoy, tiene 71 años, y su esposa acomodó su casa de tal forma que él no lograra observar su reflejo. Se resignó a la idea de hacerlo caer en cuenta. Ahora, cada vez que él llama a Sandra, Sandra miente diciéndole que salió de viaje, que está en la tienda o tal vez en el baño, que mientras llega, coma y se bañe para que ella lo pueda encontrar arreglado. 

Con el Alzhéimer, todo se va esfumando. Todo desaparece en una lucha contra el tiempo. Los pacientes padecen un trastorno neurológico progresivo que hace que el cerebro se encoja gradualmente, perdiendo toda capacidad de pensar, de recordar y de actuar con claridad. Poco a poco se van apagando. Su mente olvidan facultades básicas como hablar, caminar o reconocer a sus familiares, quienes también sufrirán con ellos. Es un camino largo que no tiene marcha atrás. No hay ni remedios, ni doctores, ni siquiera cirugías que puedan contrarrestar este mal.

—El primer síntoma ocurrió hace muchos años atrás, y fue llanto de ansiedad. Lloraba solo, lloraba con mucho desespero, hasta que, por unos segundos. en silencio, fijaba su mirada en el vacío. Luego volvía a llorar. Lloraba, una y otra vez, rompiéndonos el corazón a todos en casa —dice Melissa, nieta de una paciente con alzhéimer y demencia, etapa 3.

Las personas son afectadas de varias formas, pues cada uno experimenta síntomas y atraviesa las tres etapas de diferentes maneras. Sin embargo, todos los pacientes diagnosticados con esta enfermedad, décadas atrás y sin tener ningún tipo de síntoma, sufrieron cambios tóxicos en su cerebro: las neuronas sanas con el tiempo dejan de funcionar, pierden conexiones con otras y mueren. Es en ese momento que florecen los primeros inicios del Alzhéimer.

Esta enfermedad mental suele ser vinculada al envejecimiento natural; sin embargo, con los años se ha venido desmintiendo dicha afirmación puesto que es una enfermedad que ataca las neuronas, sin tener nada que ver con la edad. En Colombia, según el Boletín de Salud Mental entregado por el Ministerio de Salud en 2017, el estrato socioeconómico 1 presentó una mayor prevalencia de demencia- alzhéimer, con un 12,8% mientras que en los estratos 5-6 fue mucho más bajo con 1,2 %.

—La primera vez que realmente me preocupé —dijo Ester, esposa de un paciente fase 1—, fue porque lo vi sentado en silencio, solo, y muy quieto en el sillón, mientras miraba a la nada… Lo interrumpí incómodamente. Recuerdo que me dijo que se había despertado y había visto la hora en el reloj de pared que está junto a la cama. Entonces salió muy rápido, porque iba tarde. Bajó las escaleras, abrió la puerta y justo cuando volvió la mirada para despedirse, se olvidó hacia dónde iba. No pudo salir. Se quedó aterrado. No logró recordar el lugar hacia dónde se dirigía, ni a qué hora tenía que estar ahí.

Ester tomó aire, y dijo con voz desconsolada:

—Esa vez no le pude responder nada, porque ni yo sabía a dónde iba.

De esa forma aparece la primera fase o fase leve del alzhéimer, que se caracteriza por el olvido de eventos recientes. Los pacientes presentan una típica desorientación del mundo que los rodea, no reconocen su vivienda, ni el día, ni la fecha en la que viven. Se olvidan de la ruta cotidiana que utilizaban para salir a lugares concurridos como el trabajo o la iglesia, no pueden recordar lo que comieron hace 10, 15 o 20 minutos atrás, u olvidan la conversación que tuvieron hace un momento.

En esta fase, que puede durar entre uno y tres años, la persona es capaz de mantener una conversación, comprende bien y se comunica con gestos, expresiones y actitudes, aún dentro de la normalidad. Sin embargo, empiezan a necesitar ayuda de sus familiares para realizar algunas actividades. Al mismo tiempo aparecen síntomas como depresión, falta de interés, mucha ansiedad y agitación.

—Hace cosas raras que no había hecho nunca, cosas de la vida cotidiana. Además, no encuentra las palabras precisas para hablar —dice Ester.

Cuando la enfermedad se ha desarrollado de una forma madura, el paciente se encuentra en la segunda fase. Para este momento se le conoce como Alzheimer moderado. El cerebro ya ha sido afectado en áreas que controlan el lenguaje, el razonamiento, el pensamiento consciente y el procesamiento sensorial. Igualmente, la falta de memoria y la confusión empeoran.

—Mi esposo se encuentra en la segunda fase. El deterioro ha sido evidente desde que lo diagnosticaron hasta este momento. Debo ayudarlo para realizar sus actividades diarias como comer e ir al baño. La mayor parte del tiempo se la pasa sentado —dice Sandra, esposa de un paciente con alzhéimer fase 2

Es habitual que, en la fase moderada, las personas dejen de reconocer a sus familiares más cercanos, como cuenta Sandra qué le pasa a su esposo. Él no reconoce la vejez de su esposa. Sin embargo, la llama por su nombre.

Con el paso de los años, la enfermedad llega a su etapa final o etapa grave. Es aquí donde el deterioro cognitivo y funcional es severo. El paciente no logra comunicarse verbalmente, cae en un silencio progresivo al perder la inteligibilidad del habla. De igual manera, empieza a necesitar todo el tiempo a un acompañante o cuidador para su cuidado personal. Bañarse, afeitarse, comer y tomar medicinas son tareas irrealizables para un paciente con alzhéimer etapa 3.

En esta etapa no solo se pierde la capacidad para realizar actividades físicas, tales como caminar, sentarse o mover un brazo sin la ayuda de un tercero. Sino que se genera una incontinencia urinaria y fecal.

Este es el caso de María Ofelia, una mujer de 90 años. Ya pasaron las tres etapas del alzhéimer en ella. Hoy en día, no comprende el mundo a su alrededor, sus familiares tratan de hacerle la vida más llevadera, que siempre escuche una voz cálida, una caricia… un abrazo.

Actualmente, para este padecimiento no existe una cura, ni un antídoto y mucho menos un medicamento que pueda retroceder el daño en el cerebro. El psiquiatra frecuentemente ordena algunos fármacos para la tranquilidad en el día y para la conciliación del sueño en las noches. Algunas estrategias como terapias ocupacionales pueden llegar a mejorar los síntomas temporalmente, pero no en todos los casos.

En Colombia, según la universidad Icesi, se calcula que existen cerca de 350 mil personas mayores de 60 años con algún tipo de demencia y, de ellas, 260 mil, sufrirán demencia causada por el Alzheimer. El estudio sugiere incorporar esta información en la planeación del sistema de salud colombiano por el gran impacto social y económico en los pacientes, sus familias y en el sector de la salud, dado que los pacientes necesitan controles mensuales con especialistas, medicamentos de alto costo, pañales, elementos para su desplazamiento y alimentación complementaria. Los familiares, en muchas ocasiones, deben buscar y pagar a un tercero para que se encargue del cuidado de los pacientes, por lo menos por algunas horas.

Las familias se ven obligadas a ver cómo sus seres queridos se apagan. Soportan el olvido y el rechazo que se prolonga en el tiempo porque pueden pasar décadas antes de que suceda la muerte, causada por alguna afección del cuerpo envejecido. Los pacientes no mueren de Alzheimer… las familias, mueren de olvido.  

 

 

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